Retrato de un pol¨ªtico imprevisible
Las autoridades argelinas dieron un respingo cuando el 6 de septiembre de 2004, siendo presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall desafi¨® las normas de seguridad y se pase¨® por la plaza de los M¨¢rtires, el bulevar Che Guevara, se detuvo ante los azulejos del mosaico a Ali Lapointe -l¨ªder del FLN muerto durante la Batalla de Argel- y trat¨® de enfilar las calles de la khasba, controladas por los islamistas.
El asombro de la polic¨ªa local, impotente para controlar al pol¨ªtico catal¨¢n, retrataba lo que ha sido siempre Maragall: el terror de los bur¨®cratas, el pol¨ªtico de las corazonadas, el transgresor que se ha convertido en la cruz de quienes trazan desde los despachos planes quinquenales de final matem¨¢tico. Maragall ha encarnado la esencia del pol¨ªtico imprevisible.
Su heterodoxia se inici¨® en el Front Obrer Catal¨¤, el equivalente al Frente de Liberaci¨®n Popular (Felipe). En los a?os sesenta, cuando la oposici¨®n espa?ola militaba mayormente en las filas de los partidos comunistas, el joven Pasqual enarbol¨® la bandera de la izquierda-coraz¨®n.
Ya como alcalde de Barcelona, apost¨® por los Juegos Ol¨ªmpicos cuando el grueso del progresismo todav¨ªa los ve¨ªa como una expresi¨®n de una superflua superestructura. Transform¨® la ciudad, que viv¨ªa de espaldas al mar: la abri¨® al Mediterr¨¢neo. Abroch¨® los cinturones de ronda e inocul¨® en la ciudadan¨ªa el orgullo de ser barcelon¨¦s.
Como candidato a la Generalitat, logr¨® en 1999 lo in¨¦dito en dos decenios: batir en n¨²mero de votos al nacionalismo de Jordi Pujol. Perdi¨® en esca?os y tuvo que esperar cuatro a?os m¨¢s hasta alcanzar la presidencia, tras haber adelantado en votos, nuevamente, a CiU, esta vez encabezada por Artur Mas. Se aup¨® en un tripartito novedoso y conflictivo.
Su apuesta por una Espa?a federal -encarnada en el Estatuto catal¨¢n- choc¨® con la falta de gui¨®n de una izquierda desestabilizada por la esencia de Maragall: el encanto de lo imprevisible y la dispersi¨®n. Su obsesi¨®n por proponer de golpe todas las transformaciones que cre¨ªa improrrogables irrit¨® o desconcert¨®. As¨ª, la reforma del art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n detallando las nacionalidades existentes en Espa?a, imposible dada la f¨¦rrea negativa de un PP imprescindible. O su apuesta por la reforma estatutaria contra viento y marea. O su intenci¨®n de cambiar el Gobierno sin contar con sus socios... Jalones que acu?aron la expresi¨®n maragalladas, marca de su mandato.
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