Vecinos presos
Nuestro pa¨ªs vive una crisis de transformaci¨®n inexorable. En las mismas casas donde hace una generaci¨®n estaban las vacas na corte bajo el sobrado, ahora tenemos Internet y vemos en televis¨®n en color los partidos de la Champions y lo que haga falta. De productores a consumidores, de ir a la fiesta del patrono andando vamos al botell¨®n semanal en auto, y de ir el domingo a la misa de la parroquia hemos pasado a ser los s¨¢bados parroquianos del hipermercado.
Tambi¨¦n estamos aprendiendo a dejar de ser s¨²bditos para ser ciudadanos, llevamos retraso. Aprendemos a relacionarnos como ciudadanos con los poderes en general y con el poder del estado en particular. Con Franco la Guardia Civil mat¨® a mucha gente, no s¨®lo a guerrilleros antifranquistas, tambi¨¦n a vecinos que defend¨ªan sus tierras, su vida. Galicia, algunos gallegos en concreto, pagaron un precio alto por ser la potencia energ¨¦tica que hoy es. Es necesario crear y tener energ¨ªa, s¨ª, pero sin olvidar el precio que se paga por ello. El precio lo saben los vecinos a los que les fue expropiada la tierra, en algunos casos con acuerdo pero casi siempre por imposici¨®n. Lo saben las familias desterradas de sus lugares inundados, esas aldeas en el fondo de un embalse. Y lo saben los familiares de los campesinos muertos por la Guardia Civil en Castrelo do Mi?o o Mazaricos. Como antes en Sof¨¢n y Nebra luchando para redimir los foros, la ¨²ltima esclavitud de nuestro campo. S¨ª, el Estado, que se presentaba en nuestras vidas a trav¨¦s de la Guardia Civil, nos ha tratado como a una poblaci¨®n ind¨ªgena conquistada.
Pero ahora van a ir presos tres conciudadanos nuestros, tres vecinos de la parroquia santiaguesa de Santa Luc¨ªa de O Eixo que, con el resto de la parroquia, defendieron lo suyo hace siete a?os ante el Ministerio de Fomento, que dirig¨ªa entonces el se?or ?lvarez Cascos, que tanto recuerdo nos dej¨®. Y que se llev¨® de aqu¨ª una medalla de oro de la Xunta que le entreg¨® el entonces presidente Fraga. Durante meses los vecinos de esa parroquia se movilizaron para que el ministerio aceptase construir pasos para cruzar en ese lugar, una parroquia rural partida al medio por una carretera nacional donde hab¨ªa constantes atropellos con varias v¨ªctimas mortales. Una movilizaci¨®n de gente que nunca antes lo hab¨ªa hecho y est¨¢ aprendiendo a moverse, gente trabajadora pero sin cultura de protesta: las mujeres y los ni?os al salir de clase por la ma?ana, y por la tarde, cuando la mayor¨ªa de los hombres han vuelto de sus trabajos, todos juntos. Finalmente llegan a un acuerdo con el ministerio para que construya unos pasos antes de abrir el nuevo carril, pero m¨¢s tarde Fomento decide romper el acuerdo, quiere inaugurar y se renuevan las movilizaciones de los vecinos. Y una ma?ana la polic¨ªa empuja y golpea a varias mujeres.
Hay una violencia dif¨ªcil de explicar en que te partan tu parroquia en dos, que no puedas cruzar para ir a tus fincas, que los ni?os corran peligro para montar en el bus escolar y que cuando protestes unos se?ores altos y fuertes, protegidos con cascos y armados de porras, pistolas y munici¨®n golpeen a tu madre, a tu esposa, a tu hermana, a tu novia o a tu vecina. Es algo que a muchas personas les revuelve el interior.
Al d¨ªa siguiente llegan desde A Coru?a dos furgones con m¨¢s hombres altos y fuertes, acorazados y armados para evitar que los vecinos corten el tr¨¢fico. No lo cortan, caminan por los lados de la carretera seguidos por esos hombres que han venido a la parroquia. Un muchacho de 13 a?os insulta a uno de los polic¨ªas, ¨¦l lo sujeta, el chaval no se deja, el polic¨ªa se lo lleva a rastras hacia un furg¨®n policial. Los vecinos se alteran y se abalanzan al polic¨ªa, otros polic¨ªas acuden y caen todos por un terrapl¨¦n d¨¢ndose golpes. Un polic¨ªa recibe heridas en un ojo y en la nariz. De los vecinos, no constan las heridas.
Nueve a?os despu¨¦s tres vecinos entrar¨¢n en la c¨¢rcel. Es el fin de la inocencia para los vecinos de Santa Luc¨ªa do Eixo. Pasaron de s¨²bditos a ciudadanos y a ciudadanos desenga?ados demasiado r¨¢pidamente. A¨²n no entienden lo que est¨¢ ocurriendo, cre¨ªan tener raz¨®n, ped¨ªan justicia. Han pagado ya 156.620 euros y van presos siete a?os. Durante siete a?os, uno no abrir¨¢ su librer¨ªa, un autom¨®vil oficial no tendr¨¢ ch¨®fer y alguien no reparar¨¢ ca?er¨ªas ni calefacciones. Piden un indulto.
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