"Me gu¨ªo por el dicho: 'El ni?o dicta, el hombre escribe"
Llevaba una novela dentro desde hac¨ªa mucho tiempo, pero no la ha escrito hasta los 75 a?os. Alejandro Rossi (Florencia, 1932), Premio Nacional de Ling¨¹¨ªstica y Literatura en M¨¦xico (1999), se ha sacudido la rigidez de su trayectoria de fil¨®sofo y ensayista, ha ido m¨¢s all¨¢ de los relatos breves, y acaba de publicar su primera novela, Ed¨¦n, vida imaginada (Lumen). "Siempre me promet¨ª a m¨ª mismo que alg¨²n d¨ªa la escribir¨ªa". Rossi ha construido una novela deliciosa a partir de "unas vacaciones m¨ªticas" en el Hotel Ed¨¦n, en tierras de C¨®rdoba (Argentina), "unas vacaciones emotivamente muy cargadas" por el "descubrimiento del amor, de la libertad", en una infancia muy movida por razones familiares e hist¨®ricas, por la Segunda Guerra Mundial.
Es el relato del hombre adulto a partir de las vivencias del adolescente. "Hay un viejo dicho que me gusta mucho. Dice: 'El ni?o dicta, el hombre escribe'. Recoge bastante de lo que hay en este libro y servir¨ªa para entender aquello de vida imaginada". De padre italiano y madre venezolana, Rossi, investigador em¨¦rito de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), se forj¨® una personalidad cosmopolita. Estudi¨® filosof¨ªa en Friburgo, Oxford y M¨¦xico, y vivi¨® en Florencia, Barcelona, Buenos Aires, Montevideo, Caracas... Hasta que se hizo mexicano por elecci¨®n.
Despu¨¦s de una larga vida de trotamundos, ha encontrado su refugio en la biblioteca de su casa en San ?ngel, al sur de la Ciudad de M¨¦xico, donde la literatura cl¨¢sica y moderna conviven con la filosof¨ªa. El escritor sale poco debido al maldito enfisema pulmonar que le obliga a depender de la bombona de ox¨ªgeno las 24 horas. Es la factura de tantos a?os de tabaco. Vivir a 2.450 metros de altura tampoco ayuda a sus maltrechos pulmones.
Rossi guard¨® con mucho celo la historia de Ed¨¦n, vida imaginada. "Son temas literariamente muy buenos y, curiosamente, uno tiene un poco de miedo de acercarse a ellos. Son como los ahorros que uno guarda en la vida, de manera que puede decir: 'tengo todav¨ªa estos dos o tres temas. Tengo estos ahorros aqu¨ª. Puedo acudir a ellos en cualquier momento. Todav¨ªa me quedan dos o tres historias que puedo sacar de esta peque?a cuenta de banco literario, pero estoy casi al final (r¨ªe)".
A Alejandro Rossi, lector insaciable, le trae sin cuidado estar al d¨ªa de lo que se publica. "Tengo muchos amigos que escriben y es mi obligaci¨®n leerles. Y leo tambi¨¦n cosas que ellos me recomiendan. Pero s¨ª, se me ha escapado literatura joven, tanto de M¨¦xico como de otros sitios como Espa?a", reconoce. "Hay una proliferaci¨®n excesiva de libros; una abundancia tal de novelas, cuentos, y poes¨ªa que acabas perdi¨¦ndote un poco".
Ahora, Rossi lee historia y vuelve a viejos libros. Lo que lamenta, y eso consider¨¢ndose un "lector aceptable", es no haber abarcado m¨¢s". "Estoy deplorablemente ignorante de literaturas, digamos para entendernos, no occidentales". De Alejandro Rossi se ha dicho y escrito que es un autor raro, probablemente por lo poco encasillable que es su obra.
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