El Atl¨¦tico pega duro

Cuando el Atl¨¦tico se pone, es un primor. No lo hace siempre, y ah¨ª est¨¢ la derrota en el Camp Nou para demostrarlo. Pero si el equipo encuentra a sus estrellas y ¨¦stas dan lustre a su imaginaci¨®n, el resultado es fant¨¢stico. Ayer cay¨® el Zaragoza, un conjunto creado para jugar al f¨²tbol que se encontr¨® con otro creado para jugar mejor al f¨²tbol. Y que lo hizo desde el primer minuto.

En el Atl¨¦tico, los focos se han dirigido casi en exclusiva hacia Ag¨¹ero, Con justicia, adem¨¢s, porque el chico, con la excepci¨®n del d¨ªa del Bar?a, est¨¢ sembrado. Ocurre, sin embargo, que a su lado vive un futbolista silencioso, elegante, que se asoma a una banda, a otra, que acude al remate, que se ofrece siempre, que tiene lucha, clase, sentido del juego y gol. Forl¨¢n se llama. Y ayer se exhibi¨®.

Le bast¨® recibir un bal¨®n de Ag¨¹ero en la l¨ªnea de tres cuartos para dibujar una maravilla. Su pase a la derecha, al hueco, entre dos defensas, a Luis Garc¨ªa, fue prodigioso. Resolvi¨® el extremo sin inmutarse, enviando el bal¨®n a la red con efecto, como liftado, ante la salida de C¨¦sar. Se vio el Atl¨¦tico gobernando el partido y el marcador y opt¨® por elucubrar. Eso, en otros tiempos, hubiera sido una invitaci¨®n al suicidio, am¨¦n de levantar la inquina general. Ahora no. Y ahora no porque el equipo tiene una relaci¨®n con la pelota que estaba olvidada por estos lares desde tiempos inmemoriales. Y porque en el ataque acumula lo que acumula. Dinamita.

Ni siquiera el rato en el que Atl¨¦tico estuvo a verlas venir se sinti¨® a gusto el Zaragoza. De su zona de creaci¨®n, con Luccin al frente, no sali¨® nada digno de elogio. Y las arrancadas de Aimar mor¨ªan una y otra vez en la orilla. As¨ª las cosas, Diego Milito y Oliveira resultaron tan invisibles para sus compa?eros como invisible era el f¨²tbol del equipo.

As¨ª que le cay¨® el bal¨®n a Luis Garc¨ªa (grande) y Forl¨¢n dibuj¨® el desmarque. Al uruguayo, que es adorado por la grada, le lleg¨® el bal¨®n y, en el aire, sin dejarlo caer, se sac¨® una preciosa vaselina ante la salida de C¨¦sar. El Atl¨¦tico se vio gigantesco ante un rival supuestamente temible, cuya apat¨ªa dio grima. Y entre pases, taconazos, regates y otros lujos lleg¨® el tercero, de penalti, y el cuarto, de Maxi, como pudieron llegar cuatro m¨¢s ante el jolgorio del Manzanares, donde se frotan los ojos.

Javier Aguirre, optimista "por el compromiso de mis jugadores"