Nacionalizaci¨®n de Europa
Puede parecer una paradoja que cuando los Veintisiete han aprobado el Tratado de Reforma o de Lisboa (la Constituci¨®n Europea a la que han quitado toda chispa y alma), uno de cuyos hilos conductores es dotar a la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n de una base institucional m¨¢s s¨®lida, las visiones exteriores de los principales Estados miembros se est¨¦n nacionalizando, o renacionalizando. En este sentido van los discursos de las ¨²ltimas semanas de Sarkozy, Merkel y Brown, el tr¨ªo que lleva la batuta en esta Uni¨®n, cuando coinciden. Como aspiraci¨®n, se vuelve a la vieja idea de que la UE hable con una sola voz cuando lo que se quer¨ªa superar ya en los a?os 90 es que la Uni¨®n no s¨®lo hablara, sino actuara de una forma com¨²n, sino ¨²nica. Pero la pol¨ªtica exterior a 27 va a ser algo muy dif¨ªcil, salvo para cosas peque?as. V¨¦ase lo que ha tardado la UE en adoptar sanciones contra Myanmar tras la revuelta de los monjes. Que un polo europeo para un mundo multipolar sea necesario no significa que vaya necesariamente a surgir en un futuro pr¨®ximo.
Espa?a tiene que replantearse su pol¨ªtica europea e idear un nuevo europe¨ªsmo adaptado a los tiempos
La nacionalizaci¨®n afecta a los ejes principales de toda pol¨ªtica exterior de un pa¨ªs europeo: las relaciones con Estados Unidos, Rusia, China, y con la vecindad de cada cual, aunque estos campos de acci¨®n se vistan de un cierto tinte europe¨ªsta. En otras materias, como la independencia de Kosovo, las sanciones a Ir¨¢n o el ingreso de Turqu¨ªa en la UE, las divisiones entre los Veintisiete son patentes aunque no hayan a¨²n aflorado a plena luz. Hay adem¨¢s otras cuestiones internas europeas que dividen a los miembros, como qu¨¦ debe hacer el Banco Central Europeo, la reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n, las negociaciones comerciales de la Ronda Doha y el nuevo proteccionismo, o la seguridad energ¨¦tica, pues, pese a las buenas palabras, una pol¨ªtica com¨²n de energ¨ªa no va a ver la luz en un futuro previsible. Cada cual pone, sin disimulo alguno, el inter¨¦s nacional por delante del europeo.
Aunque avanza calladamente la Europa militar, la pol¨ªtica -lo que se dice pol¨ªtica- europea falta y en ese vac¨ªo surge esa nacionalizaci¨®n que, previsiblemente, no dar¨¢ resultados, pues ninguno de estos pa¨ªses se basta ya por s¨ª s¨®lo para pesar en el mundo. Sus dirigentes viven en un espejismo, veremos si temporal. Es m¨¢s, en parte esta nacionalizaci¨®n se debe, seg¨²n algunos observadores, a que los tres han perdido peso en una Uni¨®n de Veintisiete, aunque intentan recuperarlo a trav¨¦s de formaciones como el G-6 (los cinco permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, m¨¢s Alemania).
Este es un asunto crucial para Espa?a, que adem¨¢s va a dejar de ser receptora neta de los fondos de la UE. Pues aunque Sarkozy apueste de forma estrat¨¦gica por las relaciones franco-espa?olas, la consecuencia de esta nacionalizaci¨®n de Europa, es que Espa?a ya no podr¨¢ contar con la UE para temas que le interesan de forma prioritaria. Europa servir¨¢ de acompa?amiento, no de plato principal en materia de energ¨ªa (somos una isla al respecto), lucha contra la inmigraci¨®n ilegal (lo poco que hay de comunitario, por ejemplo a trav¨¦s de Frontex, es insuficiente para atajar el problema, aunque antes no hab¨ªa nada), o el Mediterr¨¢neo y ?frica, si se quiere salvar algo del llamado Proceso de Barcelona de Cooperaci¨®n Euromediterr¨¢nea, frente a la a¨²n vaporosa Uni¨®n Mediterr¨¢nea que propone Sarkozy. Cabe a?adir las inversiones espa?olas en algunos de estos pa¨ªses y viceversa. Y hay una cuesti¨®n en la que este pa¨ªs se puede quedar descolgado: la recomposici¨®n de las relaciones con Washington, sin esperar al fin de la era Bush. Alemania dio pasos en este sentido ya con Schr?der y mucho m¨¢s con Merkel. Sarkozy ha virado respecto a Chirac. Y a Brown, defensor ahora a ultranza de lo brit¨¢nico, le interesa m¨¢s Estados Unidos que Europa, pese a guardar una cierta distancia cr¨ªtica respecto a George W. Bush en comparaci¨®n con lo que fue Blair.
Espa?a tiene que replantearse su pol¨ªtica europea porque la UE ha cambiado. Deber¨¢ bilateralizar a¨²n m¨¢s el enfoque de esas prioridades. Debe idear una nueva forma de europe¨ªsmo, de ser y de hacer en Europa que pase por poner de manifiesto el espejismo del que parten esas nacionalizaciones de las pol¨ªticas exteriores y el retroceso del europe¨ªsmo como ideolog¨ªa en el Continente. Debemos ser conscientes, entre otras cosas de que Espa?a sigue siendo un problema, con sus retos internos y externos, pero Europa ya no va puede ser la soluci¨®n. aortega@elpais.es
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