El blindaje medi¨¢tico de la monarqu¨ªa
A ra¨ªz de la quema de fotos de los Reyes en varias partes del territorio espa?ol (y no s¨®lo en Catalu?a) ha habido una respuesta un¨¢nime, por lo dem¨¢s predecible, de los establishment pol¨ªticos y medi¨¢ticos espa?oles en defensa de la Monarqu¨ªa espa?ola, continuando una pr¨¢ctica que ha caracterizado la cobertura de la Monarqu¨ªa por parte de los medios de informaci¨®n espa?oles durante el periodo democr¨¢tico. Pr¨¢cticamente la totalidad de esos medios han arropado a la instituci¨®n, no permitiendo (salvo contad¨ªsimas excepciones) la aparici¨®n en sus medios de voces cr¨ªticas hacia el Monarca o hacia la instituci¨®n que ¨¦l representa.
Pero tal comportamiento escasamente democr¨¢tico no se limita a vetar el punto de vista del adversario, sino que va mucho m¨¢s all¨¢: tergiversa la historia y debilita la recuperaci¨®n de la sensaci¨®n de poder que la poblaci¨®n debiera tener en una democracia. Me estoy refiriendo a la interpretaci¨®n generalizada en los medios de informaci¨®n de que la democracia la trajeron a Espa?a el Rey y el presidente del Gobierno Adolfo Su¨¢rez, que ¨¦l nombr¨®, convirtiendo al pueblo espa?ol en mero espectador de su historia. Esta versi¨®n, reproducida incluso en ocasiones por voces de izquierda, ha hecho un enorme da?o a la cultura democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs, negando a la poblaci¨®n y muy en particular a las clases populares el protagonismo que tuvieron en aquellos acontecimientos y transici¨®n. Varios escritos, y entre ellos el libro El final de la dictadura, de Nicol¨¢s Sartorius y Alberto Sabio, han documentado que ni el Monarca era un dem¨®crata a la espera de que pudiera establecer la democracia cuando muriera el dictador, ni Su¨¢rez deseaba al principio de su mandato establecer un sistema democr¨¢tico homologable al existente en el resto de la Uni¨®n Europea. El gran protagonista del cambio fue la agitaci¨®n social muy centrada en las movilizaciones obreras. En 1976, a?o decisivo de la Transici¨®n, hubo 1.438 d¨ªas de huelga por cada 1.000 trabajadores (el promedio en la Comunidad Europea eran 390 d¨ªas) y en los sectores industriales tal cifra alcanz¨® 2.085 d¨ªas (cuando el promedio de la CEE era de 595), situaci¨®n que se repiti¨® en 1977. El primer Gobierno de la Monarqu¨ªa, nombrado por el Rey y presidido por Carlos Arias Navarro, intent¨® reprimir tales movilizaciones, alarmado de que, tal como indic¨® el Ministerio de Gobernaci¨®n, tales movilizaciones representaban un peligro para la continuaci¨®n del orden institucional, lo cual quer¨ªa decir la Monarqu¨ªa. Tal represi¨®n fue dirigida por Su¨¢rez, que era el ministro en funciones de Gobernaci¨®n, y que cost¨® la vida a varios trabajadores en Vitoria. En realidad, la mano dura expresada por Su¨¢rez fue uno de los motivos de apoyo del Ej¨¦rcito a que el Rey le nombrara m¨¢s tarde presidente del segundo Gobierno de la Monarqu¨ªa. Tales gobiernos se caracterizaron por una gran represi¨®n, habiendo sido durante su mandato, cuando el 60% de los procedimientos llevados a cabo por el enormemente represivo Tribunal de Orden P¨²blico tuvieron lugar. El objetivo de esta represi¨®n fue debilitar a las izquierdas, intentando excluirlas del proceso democr¨¢tico y, cuando no lo consiguieron, incorporarlas al sistema democr¨¢tico en condiciones de gran debilidad, excluyendo de este sistema al Partido Comunista que hab¨ªa tenido gran protagonismo en la lucha contra la dictadura. Su posterior aceptaci¨®n de tal partido fue consecuencia de las enormes movilizaciones sociales y de la presi¨®n internacional.
Hemos convertido al pueblo espa?ol en mero espectador de su historia
Todos estos datos han sido deliberadamente excluidos de la narrativa dominante en el pa¨ªs, presentando la democracia que tenemos como resultado de la vocaci¨®n democr¨¢tica del Rey y de Su¨¢rez, confundiendo su deseo de perpetuarse en el poder con una limitada motivaci¨®n democr¨¢tica. Los motores de la Transici¨®n no fueron grandes personajes, sino los obreros an¨®nimos que con sus contribuciones hicieron imposible la perpetuaci¨®n de aquel sistema dictatorial. Ha sido precisamente la excesiva influencia de las fuerzas conservadoras representadas por tales personajes lo que explica que nuestra democracia sea tan incompleta, lo cual se refleja en que en Espa?a una persona puede ir a la c¨¢rcel por quemar el retrato del Rey.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la UPF
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