Autob¨²s a Tortosa
El moderno Euroriver D43 Iveco (grupo Fiat) de la empresa Hife atiende la hora de salida hacia Tortosa en Num¨¤ncia con Anglesola, junto a L'Illa Diagonal. La Hispano de Fuente en Segures, la compa?¨ªa de autocares que enlaza Barcelona con las Terres de l'Ebre y el Maestrat, tiene una historia antigua. En 1909 la Hispano Suiza del Maestrazgo matricul¨® su primer veh¨ªculo p¨²blico, de 14 plazas, para dar servicio a la zona. Cuatro a?os m¨¢s tarde, la compa?¨ªa tom¨® el nombre actual y se estableci¨® en Benassal (Castell¨®n). A este municipio pertenece Fuente en Segures, localidad de aguas minerales de donde proced¨ªan los nuevos accionistas. Quiere con ello decirse que es una empresa con solera que ha ido moderniz¨¢ndose en el sector tur¨ªstico y de congresos, sin dejar de cubrir l¨ªneas regulares. Tanto se ha modernizado que el billete puede sacarse por Internet con tarjeta de cr¨¦dito. A Tortosa, 15,50 euros, m¨¢s dos euros de coste de gesti¨®n: en total 17,50 euros. Por pantalla se puede reservar incluso la plaza. Me pido la cuatro para esta cr¨®nica, primera l¨ªnea de parabrisas, con vistas sobre el conductor de la diligencia.
El espacio da abundantemente para cruzar las piernas. No va a sentarse nadie a mi lado, somos una veintena de personas que nos disponemos en estricta observancia de la "regola del pulmino", la regla del autocar descubierta por Max Planck, seg¨²n la cual los fotones en torno al n¨²cleo se disponen cada uno en una ¨®rbita distinta que s¨®lo comparten cuando llegan nuevos electrones y no queda otro remedio. El ch¨®fer es un hombre fuerte, sobre la cuarentena. Lleva gafas de vidrios rojizos -imagino que antideslumbrantes-, el antebrazo tatuado, un par de brazaletes. Salimos puntuales a las 13.00 horas y el conductor da la primera se?al de pericia deteniendo suavemente la mole ante un paso cebra para dejar cruzar a una se?ora. Saliendo por la Diagonal, vamos a buscar la autopista del Garraf, donde nos ponemos a una velocidad constante de 95 kil¨®metros por hora, reducida a 85 en los t¨²neles (donde el m¨¢ximo permitido es de 90). El Iveco es silencioso, la amortiguaci¨®n hidr¨¢ulica, impecable, la climatizaci¨®n interior, en su punto. En los peajes enfilamos la v¨ªa del teletac, el frenazo apenas perceptible, una sincronizaci¨®n perfecta entre la velocidad del veh¨ªculo y la apertura de la barrera.
El Diari Ebre de Tarragona lleva un reportaje a doble p¨¢gina sobre la huella de Franco en la zona, a prop¨®sito de la Ley de la Memoria Hist¨®rica. Sale una foto del monolito de Coll de Moro, instalado por la Diputaci¨®n de Tarragona en 1953 en el lugar desde el cual el general dirig¨ªa la sangrienta batalla. Del monumento se retir¨® hace a?os la placa, queda el bloque con un escudo de los de antes. En Vilalba dels Arcs hay un monumento a los ca¨ªdos "por Dios y por Espa?a" que, cuenta el diario, el alcalde proyecta reconvertir en homenaje a todos los ca¨ªdos, como han hecho tantos otros pueblos antes. Se lee bien en este autocar, las bolsas para el mareo en el respaldo de enfrente son un recuerdo lejano.
A la salida de Tortosa transbordamos a un autocar urbano de menores dimensiones que a las 15.05 horas nos deposita en perfecto horario en la terminal del centro de la ciudad. El Ebro, manso, algo aburrido, se mimetiza con la tarde gris entre edificios de medianeras descarnadas. Unos remeros aprenden la modalidad de yola a cuatro descendiendo el r¨ªo con una embarcaci¨®n de doble casco, m¨¢s estable. Trazan una amplia curva por babor para poner proa a la corriente y amarrar en el muelle.
El regreso de Tortosa a Barcelona ser¨¢ mucho menos c¨®modo, pl¨¢cido y moderno que la ida. Pero ¨¦sa es historia de otro reportaje.
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