Un 'western' del sentimiento
Hace unos meses llegaba, de puntillas, a las pantallas espa?olas Ping Pong mongol, una pel¨ªcula de Hao Ning que funcionaba casi como un cuento de ciencia-ficci¨®n bajo camuflaje: las vastas estepas de Mongolia eran el paisaje de un planeta extra?o, donde el eco de una lejana civilizaci¨®n -en forma de pelota de pimp¨®n- inflamaba la imaginaci¨®n de unos ni?os, a punto de familiarizarse con la idea de la infinitud del universo.
En La boda de Tuya, galardonada con el Oso de Oro en el Festival de Berl¨ªn, Wang Quan'an aporta a lo que podr¨ªamos llamar la cosmolog¨ªa de la estepa una suerte de teor¨ªa de la relatividad (sentimental): a pesar de su lejan¨ªa, de su aislamiento, esos habitantes de un planeta lejano est¨¢n hechos de la misma madera que nosotros. En otras palabras: los movimientos de su coraz¨®n y los temblores de su alma hablan en un lenguaje universal, que bien podr¨ªa ser el esperanto del desamparo, declin¨¢ndose seg¨²n el pragmatismo de la supervivencia y el feroz imperativo vital.
LA BODA DE TUYA
Direcci¨®n: Wang Quan'an.
Int¨¦rpretes: Yu Nan, Bater, Senge, Peng Hongxiang, Zhaya.
G¨¦nero: drama.
China, 2006. Duraci¨®n: 95 minutos.
Durante los primeros minutos de este tercer largometraje de Wang Quan'an, el espectador puede temer que las famosas correspondencias entre Erice y Kiarostami hayan extraviado alguna misiva en el paisaje mongol: existe un margen para levantar la sospecha, razonable, de que la imponente estepa haya cultivado su propio subg¨¦nero de cine contemplativo (y derivativo), con un toque de folclorismo, para su exportaci¨®n al circuito de festivales. Por fortuna, La boda de Tuya es una de esas obras que hacen morder el polvo a los prejuicios del espectador: definitivamente, no es una de esas pel¨ªculas que crean tenerlo todo ganado con la majestuosidad de su paisaje y la competencia de su director de fotograf¨ªa -en este caso, el alem¨¢n Lutz Reitemeier-.
Con su materia argumental -convenientemente reubicada en otro contexto-, Eric Rohmer podr¨ªa haber dado forma a una de sus Comedias y proverbios, y Bertrand Blier podr¨ªa haber construido uno de sus artefactos para epatar burgueses, pero la historia de Quan'an transcurre en una suerte de Zona Cero de la inocencia, todav¨ªa a a?os luz del primer brote de frivolidad libertina y/o decadentista.
Tuya (una extraordinaria Yu Nan) es una campesina cuyo estado de salud la aboca a un divorcio -y posterior matrimonio de conveniencia- contemplado como estrategia de superviviente: necesita un nuevo esposo que le ayude en las labores cotidianas, pero no est¨¢ dispuesta a renunciar a la convivencia con su marido inv¨¢lido. En la pel¨ªcula de Quan'an hay, por tanto, una subterr¨¢nea comedia de costumbres que el contexto antropol¨®gico de la trama desarticula desde el principio para dar paso a otra cosa: un western sentimental -casi un Ford oriental y feminista-, con hero¨ªna dispuesta a llevar las riendas de una situaci¨®n adversa contra todo obst¨¢culo, y, sobre todo, un ejemplar ejercicio de cine humanista que no exilia ni la emoci¨®n, ni el humor, ni la ¨¦pica cotidiana.
En La boda de Tuya no hay falsa poes¨ªa, ni digresiones esteticistas: todo est¨¢ al servicio del relato, desde esa econ¨®mica, el¨ªptica y sensible escena de un intento de suicidio hasta el sutil crecimiento de un personaje secundario que excavar¨¢ un pozo por amor, abriendo una esperanza de conclusi¨®n a un relato que, como la vida, no puede tener otra conclusi¨®n que la perpetua inestabilidad.
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