Sin noticias de Tirant
A veces los augurios de un cr¨ªtico sobre la trayectoria de un director se basan en una suma de hechos ciertos, de intuiciones dispersas y, en el peor de los casos, de esa intangible forma de esperanza que los ingleses bautizaron como whistful thinking: creer que las cosas ser¨¢n como deseamos que sean. Tras El Rey Lear, un espect¨¢culo en el que las puerilidades m¨¢s desarmantes alternaban con grand¨ªsimos momentos de teatro, de un Peer Gynt excesivo pero con toneladas de energ¨ªa e imaginaci¨®n, y, sobre todo, de la sobriedad casi sacramental de Plataforma, el trabajo m¨¢s redondo de Calixto Bieito en muchos a?os, andaba uno convencido de que el director burgal¨¦s-catal¨¢n hab¨ªa entrado ya en lo que podr¨ªamos llamar la edad adulta y comenzaba a quedar atr¨¢s su visi¨®n del teatro como un patio privado donde llevar a cabo todos las trastadas (caca, culo, pis) constre?idas, cabe suponer, por una larga educaci¨®n jesu¨ªtica. Me equivocaba, como la paloma. Despu¨¦s de ver Tirant lo Blanc en el Atrium de Viladecans (estreno en Espa?a, tras su presentaci¨®n en Berl¨ªn y Francfort, y reciente su paso por el Festival de Oto?o), no s¨¦ si pensar (a) en un detente mientras cobro apa?ado en cuatro d¨ªas, en (b) que un tropez¨®n cualquiera da en la vida, o (c) que Bieito ha optado por un ritorno all' antico (a lo peor de lo antico) porque eso vende y porque ¨¦sa es, al menos internacionalmente, su marca de f¨¢brica: The Catalonian Bad Boy. Debe de ser pesad¨ªsimo, agotador, vivir y trabajar seg¨²n lo que esperan de ti, pero all¨¢ cada uno: el problema es cuando se convierte en pesad¨ªsimo y agotador para el p¨²blico. Si les parece, consideren esta cr¨ªtica de Tirant lo Blanc como una primera entrega: estaba yo tan frito, pese al ruidazo que armaban en escena, y tan hastiado de mamarrachadas gratuitas, que me largu¨¦ del teatro en el intermedio. Mis neuronas, que ya empiezan a ser caducas, tienen un l¨ªmite, y casi dos horas de matraca son tiempo m¨¢s que suficiente para sacar conclusiones, aunque con sumo gusto aceptar¨¦ desmentidos al respecto.
Bieito ha optado por un 'ritorno all' antico' (a lo peor de lo 'antico') porque eso vende y porque ¨¦sa es su marca de f¨¢brica
Cabe preguntarse, de entrada, si cualquiera que no haya le¨ªdo la novela fundacional de Joanot Martorell (siendo generoso, un 90% del p¨²blico) podr¨¢ entender algo de tama?o galimat¨ªas. Mi pasmo ante esta adaptaci¨®n (realizada mano a mano con Marc Rosich, que hizo un gran trabajo en Plataforma) encontr¨® su mejor espejo en el actor Joan Negri¨¦, cuyo Tirant recuerda poderosamente (armadura gal¨¢ctica, rostro de perpetua estupefacci¨®n) a Gurb, el extraterrestre enviado por Eduardo Mendoza a un planeta incomprensible. As¨ª, el bueno de Gurb (perd¨®n, Tirant) aterriza en un territorio estrecho como un pasillo, rodeado de pantallitas y pantallazas (estamos en un montaje moderno, eso nunca hay que olvidarlo) y r¨¢pidamente activa su audiodesencriptador para ponerse a hablar en catal¨¢n antiguo, como todos los lugare?os. Hubiera dado cualquier cosa por un aparatejo similar, porque s¨®lo logr¨¦ entender una frase de cada cinco. A un lado del pasillo hay una organista ciega (Alicia Ferrer) que tiene nombre masculino, Eliseu, y luce un vestidito de primera comuni¨®n. Seg¨²n los adaptadores, "representa la mirada del lector contempor¨¢neo". Reci¨¦n llegado, Tirant se topa con una aguerrida dama (o doncel, no s¨¦), Flor de Caballer¨ªa (Bel¨¦n Fabra), que no est¨¢ en el libro pero que la han puesto ah¨ª para que aturulle al mozo con unos largu¨ªsimos mon¨®logos, entre espadazo y espadazo, sobre, como indica su nombre, la filosof¨ªa caballeresca. El Duque de Macedonia (Mingo R¨¤fols) viste calz¨®n y guantes de boxeador. Carmesina (Beth Rodergas) comparece con un tut¨², un caballito de juguete y rastas "porque es una princesa actual". Si uno repasa el original puede colegir, no sin esfuerzo, que ese individuo saltar¨ªn y l¨²brico que parece escapado de otra novela de Mendoza, La aventura del tocador de se?oras, es Diafebus (Llu¨ªs Villanueva), primo de Tirant. Diafebus, pues, toca y retoca a cuanta se?ora se cruza en su camino, por aquello de la sensualidad mediterr¨¢nea, y todas las se?oras - luego les detallo- se derriten por las carnes de Tirant, que sigue con cara de planchazo. No es para menos: en sus escasos momentos de reposo le suben a un caballo de madera y le desvelan con los aullantes gorigoris suministrados por Carles Santos a cargo no s¨¦ si de un terceto o un cuarteto, porque entran y salen de escena a toda mecha y porque yo ya estaba al borde de la meningitis intentando averiguar qu¨¦ demonios pasaba y qui¨¦n era qui¨¦n, incluido un ¨¢ngel (o ¨¢ngela) colgando boca abajo. Las pantallas exhiben im¨¢genes cuya ¨²nica virtud ser¨¢ la de ahuyentar a los turistas: matanza del cerdo, pubis femenino en primer plano, tomatina de Bunyol, xiquets de Valls y un largo etc¨¦tera. De repente estamos en Constantinopla porque Tirant ha de luchar contra el Gran Turco. El Emperador (Carles Canut) se pasea en gayumbos. La Emperatriz (Bego?a Alberdi) viste de fallera mayor, fela a su criado y quiere tirarse a Hip¨®lit (Nao Albet), que ya no recuerdo si es escudero de Tirant, hijo del boxeador, de la fallera o de la organista ciega. Nao Albet se despelota desde la primera escena, se sube al caballo de madera con una florecica en la mano y hunde la napia en un conejo (con perd¨®n) despellejado por Mingo R¨¤fols. De repente sale un se?or (Josep Ferrer) que cocina una paella en directo, algunos de cuyos platos se reparten entre el p¨²blico. La ciega toca su ¨®rgano en plan Ray Manzarek pasado de ¨¢cido y las damas, que gritan y se retuercen a modo, quieren hacer lo propio con el de Tirant, con el de Diafebus y con el de Hip¨®lit. Las damas son excelentes actrices: Roser Cam¨ª (Plaerdemavida), Vict¨°ria Pag¨¨s (Viuda Reposada), Estefan¨ªa (Marta Domingo) y pugnan bravamente, entre berrido y desafuero, para insuflar un poco de vida y de sentido a esta "masclet¨¢ art¨²rica", en frase feliz de Jacinto Ant¨®n. ?Hace falta a?adir que es un verdadero esc¨¢ndalo ver a la gran compa?¨ªa del Romea desperdiciada en este lamentable bromazo de fin de curso? -
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