La banalidad del mal en la ficci¨®n
Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz, premio Nobel de la Paz y autor de impresionantes testimonios -como La noche- que arrastran al lector a los confines del mal y de la muerte, escribi¨® sobre la Shoah: "Todav¨ªa no hemos conseguido abordar ese tema. Se queda fuera de todo entendimiento, de toda percepci¨®n. Podemos comunicar algunos retazos, algunos fragmentos; pero no la experiencia. Lo que hemos vivido nadie lo conocer¨¢, nadie lo comprender¨¢". Wiesel, como muchos otros supervivientes, ha dicho muchas veces que la ficci¨®n no pod¨ªa ni siquiera acercarse a la esencia de la cat¨¢strofe de los jud¨ªos de Europa, como la defini¨® Raul Hilberg.
La pol¨¦mica se desat¨® con la serie televisiva Holocausto, que a finales de los a?os setenta conquist¨® unas cuotas de audiencia espectaculares tanto en Estados Unidos como en la entonces Alemania Occidental. "Falsa, ofensiva y barata. Es un insulto para los que sobrevivieron. Lo que aparece en la pantalla no tiene nada que ver con lo que ocurri¨®", escribi¨® Wiesel. La tragedia de la familia Weiss quiz¨¢s era una serie barata y con seguridad ha envejecido muy mal. Sin embargo, provoc¨® una aut¨¦ntica conmoci¨®n en la sociedad alemana. La revista Variety recogi¨® una encuesta que aseguraba que el 70% de los j¨®venes de 14 a 19 a?os dijeron que hab¨ªan aprendido m¨¢s sobre la II Guerra Mundial en la serie que en el colegio. Holocausto quiz¨¢s trivializaba, pero su labor did¨¢ctica, su capacidad para abrir los ojos a una sociedad que no quer¨ªa ver, es enorme. ?Merece la pena? No es la ¨²nica pregunta que flota sobre esta cuesti¨®n.
Ya es imposible imaginar el Holocausto sin Littell ni visualizarlo sin Spielberg
'Shoah', de Lanzmann, es el trabajo m¨¢s impresionante sobre la destrucci¨®n de los jud¨ªos
En realidad, lo m¨¢s complejo resulta saber qu¨¦ consideramos ficci¨®n. Maus, en el que Art Spiegelman relataba la historia de su padre, un superviviente polaco, es un c¨®mic, ganador del Pulitzer, pero no deja de ser un tebeo, en el que los nazis son gatos y los jud¨ªos ratones. Su capacidad de evocaci¨®n del dolor, su reflexi¨®n sobre lo que significa ser un superviviente, es gigantesca. Lo mismo ocurre con La decisi¨®n de Sophie, la novela de William Styron sobre lo que llama "la negra noche del alma humana cuando millones de inocentes sufr¨ªan y mor¨ªan bajo la dominaci¨®n total de los nazis". Pero en este caso es una pura ficci¨®n, como lo es Las ben¨¦volas, aunque la minuciosa reconstrucci¨®n de la realidad es impresionante. Nada de lo que se dice en la novela de Littell es falso; sin embargo, todo es imaginado.
La lista de Schindler, la pel¨ªcula de Steven Spielberg sobre un alem¨¢n que salv¨® a cientos de jud¨ªos de las c¨¢maras de gas, est¨¢ basada en hechos reales, ?es una ficci¨®n? La misma pregunta se puede plantear sobre Adi¨®s muchachos, el filme de Louis Malle sobre dos ni?os jud¨ªos escondidos en un internado (y denunciados), que muchos consideran uno de los retratos m¨¢s duros y veraces (es autobiogr¨¢fico) de Francia bajo la ocupaci¨®n.
En el caso de La vida es bella, no hay ninguna duda de que es una ficci¨®n, una locura del c¨®mico italiano Roberto Benigni. Aqu¨ª la cuesti¨®n que se abre es muy diferente, porque el humor no parece el veh¨ªculo m¨¢s adecuado para retratar el horror. Pero esta pel¨ªcula alcanz¨® a p¨²blicos inmensos (se llev¨® el Oscar al mejor filme extranjero), a los que no llegar¨ªa nunca un documental como Shoah, de Claude Lanzmann, quiz¨¢s el trabajo m¨¢s impresionante que se ha hecho nunca sobre la destrucci¨®n de los jud¨ªos europeos. El relato de un peluquero que narra c¨®mo le tocaba cortar el pelo a las v¨ªctimas que iban a ser enviadas a la c¨¢mara de gas, y que tuvo bajo sus tijeras a su familia mientras se preguntaba si deb¨ªa contarles de verdad, es uno de los muchos horrores que contiene el filme de Lanzmann (que dura casi diez horas) que demuestra que la vida es cualquier cosa menos bella. ?La banalidad de la ficci¨®n como la banalidad del mal de Hannah Arendt? El debate continuar¨¢. Lo que est¨¢ claro es que ya es imposible tratar de pensar el Holocausto sin Lanzmann; pero tampoco es posible imaginarlo sin Littell ni visualizarlo sin Spielberg. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Steven Spielberg
- Declaraciones prensa
- Jonathan Littell
- Elie Wiesel
- Campos concentraci¨®n
- Holocausto jud¨ªo
- Programa televisi¨®n
- Segunda Guerra Mundial
- Literatura
- Prisiones
- Televisi¨®n
- Historia contempor¨¢nea
- Programaci¨®n
- Gente
- Centros penitenciarios
- Conflictos
- Cine
- Historia
- Medios comunicaci¨®n
- R¨¦gimen penitenciario
- Justicia
- Sociedad
- Cultura
- Comunicaci¨®n