La 'relocalizaci¨®n' de Ford
En t¨¦rminos vigentes y actuales podr¨ªa decirse que Ford Almussafes "se ha relocalizado" en la Ribera, continuando su producci¨®n. El Acuerdo al que se lleg¨® permite ir m¨¢s all¨¢ de sus propios t¨¦rminos para enmarcarlo debidamente en un contexto global. Esta valoraci¨®n parece haber pasado pr¨¢cticamente inadvertida, con alguna peque?a excepci¨®n.
La mundializaci¨®n es palabra de moda. Los lemas sobre la misma se reproducen casi d¨ªa tras d¨ªa. Me referir¨¦ a uno de ellos: el consabido "pensar en global y actuar en local". No parece, sin embargo, que, pese a tal contrase?a, se piense en exceso en la realidad mundial actual y, mucho menos, que se act¨²e en consonancia con la misma en nuestro nivel local. Y es as¨ª, a pesar de que la globalizaci¨®n implica interdependencia de situaciones, pa¨ªses, empresas y, lo que me interesa aqu¨ª destacar, conlleva la internacionalizaci¨®n del trabajo.
Lo cierto es que se restriegan y repiten esl¨®ganes y se suele eludir el desarrollo de contenidos y, sobre todo, planes de actuaci¨®n. Sin embargo, pienso que UGT-Ford ha puesto en pr¨¢ctica lo que le ven¨ªa exigido. Porque el Acuerdo encaja de lleno en la nueva realidad de la mundializaci¨®n econ¨®mica que est¨¢ repercutiendo muy directamente en los acuerdos laborales y en la negociaci¨®n colectiva de los pa¨ªses desarrollados. Y lo est¨¢ haciendo, demasiadas veces, negativamente en los derechos de los trabajadores, como escribi¨® hace tiempo C¨¢ndido M¨¦ndez. La capacidad de deslocalizaci¨®n y desinversi¨®n introduce, queramos o no, inseguridad en la ocupaci¨®n y en los empleos. De ah¨ª que si se desea atender "lo social", en pura consecuencia, hay que desgranar el discurso vigente de "la dimensi¨®n social de la globalizaci¨®n". Es decir, la forma de conseguir que la interconexi¨®n de las econom¨ªas no perjudique, al menos, a nadie. Con tres palabras: que sea justa.
El hecho de que el sindicato firmante en Ford sea la central con m¨¢s apoyo en el lugar de trabajo y la prolongada duraci¨®n de las negociaciones -dos a?os- me hacen creer, de entrada, en que no ha habido cesiones en el cuadro de derechos laborales irrenunciables.
Antes al contrario, las medidas de flexiseguridad adoptadas est¨¢n en el orden del d¨ªa de la Uni¨®n Europea, de cualquier multinacional y en la agenda de todas las empresas que persiguen, como es debido, la mejora de su competitividad y, tambi¨¦n, en la de las centrales sindicales, especialmente las de ¨¢mbito internacional. Tal concepto est¨¢ en l¨ªnea con la de garantizar los derechos de los trabajadores en el siglo XXI. Es decir, el siglo de las nuevas tecnolog¨ªas, de la sociedad del conocimiento y, tambi¨¦n, de los movimientos migratorios globales y de los pa¨ªses llamados emergentes con los que antes no se contaba. La adaptaci¨®n de los productos a la variabilidad de las exigencias de los consumidores que los adquieren incide directamente en las actuales condiciones de la producci¨®n.
Simplificando, el concepto supone los logros de seguridad en el empleo y, a la vez, de flexibilidad en la organizaci¨®n y gesti¨®n empresariales. Ambas, flexibilidad y seguridad, es cierto que se esquivan como el fuego y el agua. Sin embargo, siendo las dos necesarias, se impone el equilibrio entre ellas mediante la negociaci¨®n laboral.
La trastienda del Acuerdo, su tel¨®n de fondo, no ha podido ser otro que los escenarios relativos al propio centro de trabajo, al de la empresa multinacional, al del sector del autom¨®vil y, en general, al de la mundializaci¨®n econ¨®mica en curso. En Detroit, conocida como Motor City o tambi¨¦n Motown, se ha exigido una reducci¨®n del 30% del coste laboral por veh¨ªculo fabricado, seg¨²n la prensa internacional. Renault y Nissan, por otra parte, han firmado recientemente un Protocolo de Acuerdo con el Gobierno de Marruecos, en presencia del Rey Mohamed VI, para fabricar sus coches en la nueva zona franca adosada al puerto T¨¢nger-Mediterr¨¢neo. Es previsible lo que una zona franca como ¨¦sta puede significar en orden a la garant¨ªa de los derechos de los trabajadores, no solamente en materia salarial y de jornada laboral.
El portavoz de la General Motors americana, con anterioridad a la reciente huelga en esta empresa, afirm¨® que la voraz competencia empresarial existente hoy en el mundo ha permitido que "ya no queden vacas sagradas" en lo que a derechos sociales se refiere. Una provocaci¨®n con consecuencias. Aunque, resulte innegable que la amenaza para los empleos existe y que el fantasma a mencionar se llama deslocalizaci¨®n o traslado de la producci¨®n a otros pa¨ªses por razones, entre otras, de costes menores.
No es cuesti¨®n de alarmarse ni de inquietarse, por el momento, porque tanto en Espa?a como, por ejemplo, en Francia, el desempleo debido a estos procesos no es todav¨ªa preocupante. El hecho, sin embargo, de que la palabra deslocalizaci¨®n se suela evitar, por imagen, en los pronunciamientos empresariales de grandes corporaciones nos revela que algo hay que poner sobre el tapete de la transparencia del di¨¢logo social, antes de llegar a situaciones inevitables como la de Delphy en C¨¢diz, pongo por caso.
En toda esta complicada madeja, la responsabilidad y actividad p¨²blicas deber ser exigidas por la ciudadan¨ªa. La existencia, adem¨¢s, de miles de puestos de trabajo indirectos a cargo de proveedores, en el caso de Ford, orientaba hacia el necesario y producido respaldo de las instituciones, "centrales y auton¨®micas", para intentar salvar una parte importante del tejido industrial valenciano y apoyar a los trabajadores "indirectos" que carecen, por serlo, de capacidad de negociaci¨®n con la empresa principal, no obstante resultar afectados por su evoluci¨®n. El Acuerdo, trasciende el mero nivel regional. Pensando en global se suele acertar en lo local, sin que parezca existir, hoy en d¨ªa, otra viable alternativa.
Francisco Arnau es Consejero de Espa?a ante la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra y exdiputado nacional por Castell¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.