Este 'illo t¨¦mpore'
Todav¨ªa existen personas que se escandalizan por el regreso optativo de la misa tridentina, autorizado el pasado mes de julio por su m¨¢s esforzado adalid -junto con el a?ejo monse?or Lefebvre-, el papa Benedicto quince m¨¢s uno.
Error.
Bienvenida sea la lefebvrina misa celebrada con diecis¨¦is benedictinas bendiciones y en lat¨ªn impert¨¦rrito, esa lengua de sabios que ahora parece reducida al p¨ªo farfulleo de quienes siguen pretendiendo ocultar, con ¨¦xito, el nombre de la rosa, y creen que ponerse en jarras frente al discreto encanto de la feligres¨ªa constituye una aportaci¨®n m¨¢s a Sodoma que a Gomorra.
Error, el de quienes se inquietan por la reaparici¨®n del celebrante que act¨²a de espaldas al respetable -que ha dejado de ser tal para convertirse en s¨²bdito o, mejor dicho, en entregada plebe-, pues, para empezar, nada deber¨ªa alegrarnos m¨¢s a los ateos en general, escasos miembros no vergonzantes de la secta Hamlet, facci¨®n Ofelia Vete a un Convento (reconocer¨¢n que esta f¨®rmula es m¨¢s delicada que la de mandar a los creyentes pesados y aplastantes al infierno). En efecto, cuando los pocos ateos paseamos los domingos por la ma?ana, disfrutando del ocio que nos ofrecen nuestras respectivas ciudades, y nos damos de bruces con las manadas de fieles que abandonan los templos a mediod¨ªa tocados con la fe y tropezados con los pobres que siembran las escalinatas eclesiales... Cuando eso sucede, dec¨ªa, vemos -defraudados, pues hemos salido a cazarles y sacrificarles para que les beatifiquen lo antes posible- que tales ciudadanos se comportan como cualquiera de los no arrebatados por la gracia..., sacando su tel¨¦fono m¨®vil para prevenir a la mucama de que ya puede echar el agua al arroz, asaltando pasteler¨ªas y gritando a los ni?os en familiar lenguaje... Bueno, maldita la gracia y el exotismo, y adi¨®s al empalamiento o incluso a la quema de cristianos. Son gente de lo m¨¢s vulgar, que vienen de escuchar la palabra del Alt¨ªsimo traducida a su propio idioma y hasta de repetir ese bello poema, el padrenuestro, como algo que les resulta cercano, y que al final se han mirado como compa?eros de banca que nunca han roto un plato y se han dado las manitas y la paz.
La pr¨¢ctica del latinismo en misa propiciar¨¢ la reaparici¨®n del ente preconciliar
No apetece nada prepararles para el camino de la beatificaci¨®n ejemplarizante y antirrepublicana.
Sin embargo, otro gallo nos cantar¨¢ como prolifere el esfuerzo de recuperar el lat¨ªn en el interior de las resonantes b¨®vedas abocinadas. No al principio -estamos en los albores del viejo catolicismo, otra vez: dentro de nada resucitar¨¢ el obispo Modrego y me dar¨¢ una hostia llamada confirmaci¨®n en la mejilla-, pero con el tiempo la pr¨¢ctica del latinismo en misa ir¨¢ propiciando la reaparici¨®n del ente preconciliar que parte de los cat¨®licos lleva dentro, y unos y otros conseguiremos que nuestras m¨¢s bellas avenidas e incluso plazas de toros se conviertan en lugares id¨®neos para la celebraci¨®n de corridas de leones contra cristianos, o de autos de fe; depende de qui¨¦nes ganen, o de que Dios siga al servicio de los poderosos.
Qu¨¦ porvenir tan entretenido nos aguarda.
En todo caso, ser¨ªa injusto culpar a Lefebvre o a Benedicto uno m¨¢s quince del Retorno del Lat¨ªn. Como ustedes saben muy bien, la culpa de que las dictaduras repriman es de los revolucionarios que las provocan, del mismo modo que las violadas no lo ser¨ªan si no llevaran minifalda o pantalones ajustados. Por tanto, hay que suponer que la latinidad eclesial debe su actual vigencia a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n y sus adalides. Tanto provocar, tanto provocar, y ya ven. Hubo que tomar medidas dr¨¢sticas.
Por el momento, en mi Barcelona natal s¨®lo se celebra la misa en lat¨ªn en una parroquia del barrio de Sants, aunque tambi¨¦n se la ha pedido la de la Immaculada Concepci¨®, en el Eixample. All¨ª nos reunimos en su momento para entonar unos c¨¢nticos solidarios y salir luego a las calles para manifestarnos contra la ejecuci¨®n de Salvador Puig Antich: unos eran creyentes, otros no. Sin duda fuimos nosotros quienes provocamos los actuales d¨®minus vobiscum.
Pidamos perd¨®n.
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