"?Que Dios se apiade de Espa?a!"
El historiador Vicente C¨¢rcel halla pruebas en el Vaticano de los intentos fallidos de P¨ªo XI para mover a Franco a la clemencia y a una tregua en la Guerra Civil
Desde hace 40 a?os, Vicente C¨¢rcel, de 67, se levanta, se pone la sotana, se monta en el autob¨²s, baja en la parada de la plaza de San Pedro y desde all¨ª entra en uno de los rincones m¨¢s reservados del planeta, uno de esos lugares por cuyo acceso alg¨²n historiador matar¨ªa: los archivos secretos del Vaticano.
En una sala de pupitres de madera y bajo la mirada de un vigilante eclesi¨¢stico, C¨¢rcel recoge las tres cajas de documentos permitidas para ese d¨ªa (s¨®lo tres cajas por jornada) e inicia su minuciosa tarea de buscador de oro: examina papel por papel, legajo a legajo, documento a documento. "Y a veces hay pepita de oro y a veces no", dice. "Esto me agota, pero a la vez me entusiasma, es como una droga. Es raro el d¨ªa que no voy: tiene que estar muy justificado", a?ade.
Roma tem¨ªa sobre todo la influencia del r¨¦gimen nazi en el caudillo espa?ol
Una de las ma?anas en que este monse?or obsesionado con la historia encontr¨® una pepita de oro fue cuando hall¨® un telegrama con una nota manuscrita del papa. "P¨ªo XI hab¨ªa intentado que, por caridad, Franco declarase una tregua por Navidad. Y Franco, en un telegrama, hab¨ªa respondido que no, que iba a seguir con la campa?a militar prevista, porque parar equival¨ªa a alargar la guerra". Y en ese telegrama, abajo, C¨¢rcel encontr¨® un apunte manuscrito de un Papa cansado de rogar durante a?os un alto al fuego: "Ya no puedo hacer m¨¢s. ?Que Dios se apiade de la pobre Espa?a!".
C¨¢rcel vive en el Colegio Espa?ol de Roma; es educado, culto y afable, ha conocido y tratado a cuatro papas, es doctor en Historia, ha escrito m¨¢s de 30 libros y regenta adem¨¢s un t¨ªtulo honor¨ªfico mucho m¨¢s original: protonotario apost¨®lico supernumerario. "Pero cuando hablo de estas cosas ni siquiera soy sacerdote; simplemente soy historiador".
En septiembre del a?o pasado, el papa Benedicto XVI desclasific¨® la documentaci¨®n perteneciente al pontificado de P¨ªo XI, del 6 de febrero de 1922 al 10 de febrero de 1939. As¨ª funciona este archivo particular: cada nuevo Papa permite el acceso a la documentaci¨®n de un predecesor o dos, siempre que entre uno y los otros quede un buen colch¨®n de a?os.
As¨ª, los historiadores espa?oles pueden consultar la documentaci¨®n de un periodo especialmente jugoso: el inicio y el desarrollo de la Guerra Civil. As¨ª hay un goteo constante de estudiosos espa?oles que acuden a consultar un dato concreto o un documento especial.
C¨¢rcel es el ¨²nico que va todos los d¨ªas. "Yo reviso todo lo que hay. De ese periodo, del de P¨ªo XI, ya he visto 500 cajas. Pero hay 2.500 m¨¢s". Su intenci¨®n es examinarlas todas: cada telegrama, cada nota, cada informe del nuncio o cada recorte de prensa enviado desde Espa?a al Vaticano.
Un d¨ªa monse?or C¨¢rcel encontr¨® una caja especial, que conten¨ªa una lista interminable de nombres. Hab¨ªa cerca de 12.000 nombres con sus correspondientes apellidos. Cuando supo qu¨¦ significaban se qued¨® mirando el documento con un asombro especial: correspond¨ªa a miles de ni?os que hab¨ªan salido del Pa¨ªs Vasco, entonces territorio republicano, en direcci¨®n a Francia, Holanda o B¨¦lgica, entre otros pa¨ªses, a fin de evitarles el sufrimiento de la guerra.
Despu¨¦s, con Bilbao ya en el bando nacional, fueron reclamados y el Vaticano sirvi¨® en muchos casos de enlace a trav¨¦s de las nunciaturas europeas. De ah¨ª que en los archivos secretos duerma la lista con todos los nombres.
Cerca hay otra caja espeluznante: contiene miles de cartas, telegramas y peticiones de padres, hermanos, amigos, esposas y conocidos de condenados a muerte que ped¨ªan al Papa su intercesi¨®n ante Franco. C¨¢rcel tambi¨¦n ha encontrado los telegramas que el Papa enviaba pidiendo clemencia. Y en alg¨²n caso, los telegramas devueltos desde el bando nacional en el que se informaba de que el hombre cuyo perd¨®n se solicitaba ya hab¨ªa sido fusilado.
C¨¢rcel asegura que las relaciones entre el Papa y el bando nacional no fueron buenas. No reconoci¨® a Franco hasta 1938. "Sobre todo tem¨ªa la influencia del r¨¦gimen nazi en Franco", asegura. Tampoco, evidentemente, con la Rep¨²blica.
C¨¢rcel acudir¨¢ hoy a la beatificaci¨®n de 498 m¨¢rtires. "Todos los muertos en esa guerra exigen el mismo respeto. Todos. Pero la Iglesia se debe a estos m¨¢rtires. Porque no son m¨¢rtires de Franco, sino de la Iglesia". Las 498 historias no han llegado a¨²n a los archivos que examina. "Se consignaron despu¨¦s del 39. As¨ª que saldr¨¢n en los archivos del siguiente papa, P¨ªo XII. En el Vaticano todo va a su ritmo, todo va lento", dice. "Como me dijo una vez un cardenal al que yo apremi¨¦ por un asunto urgente: si es muy urgente, hijo, d¨¦jalo para ma?ana".
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