La izquierda que no vota
En diversos pa¨ªses europeos, hay una izquierda sociol¨®gica abstencionista, hipotensa m¨¢s que pasota. Es la que hizo que Blair resultara, en 2005, el l¨ªder elegido con menos porcentaje de votos (35,3%) de la posguerra. O la que en Polonia se ha movilizado s¨®lo en parte (la participaci¨®n fue de un 55% y se considera un ¨¦xito) por el voto ¨²til en favor de la Plataforma C¨ªvica y de Donald Tusk, que es centro-derecha, y en contra de los gemelos Kaczynski. Se ha dejado notar en diversas ocasiones en Espa?a, ya sea en el refer¨¦ndum del Estatuto catal¨¢n, en las generales de 2000 o en las ¨²ltimas auton¨®micas y municipales. De movilizar a esa izquierda depende Zapatero para ganar en marzo. El caso espa?ol es particular por la derecha que tiene y los temas que suscita: las banderas, la idea de Espa?a, el papel de la Iglesia cat¨®lica. El PSOE cuenta con que el PP, con sus excesos, le movilice a su electorado. Si el PP supiera adoptar una l¨ªnea centrista y sin aristas, la situaci¨®n ser¨ªa otra. Italia es una gran excepci¨®n. Incluso pagando un euro, m¨¢s de tres millones de italianos acudieron a las urnas para elegir al l¨ªder del nuevo Partido Dem¨®crata, Walter Veltroni. ?Tendr¨ªan m¨¢s ¨¦xito movilizador unas elecciones de pago?
La antigua base social de la izquierda, trabajadores manuales de sindicatos, se ha ido disolviendo
La (o las) izquierda est¨¢ en crisis conceptual. Un ejemplo es Bernard-Henry L¨¦vy -de los pocos que no se han pasado al sarkozismo (que quiere deshacerse de Mayo del 68 "de una vez por todas")-, que considera como "cuesti¨®n central" (aunque no ¨²nica) que la izquierda se diferencie por su ate¨ªsmo, y apueste por la inexistencia de Dios, como si no hubiera habido y haya grandes ateos de derechas, y cristianos de izquierdas. El propio Veltroni para su proyecto necesitar¨¢ a la izquierda democristiana. En pa¨ªses como Polonia (pero tambi¨¦n en Italia, y por lo que vemos en Espa?a), la Iglesia (cat¨®lica) tiene un poder exagerado y hace pol¨ªtica de apoyo a la derecha desde los p¨²lpitos, mientras una parte de la izquierda se queda en casa. Quiz¨¢s sobre hoy religi¨®n -y no es lo mismo la actitud ante la religi¨®n que ante la Iglesia, en lo que s¨ª se diferencia la derecha en algunos pa¨ªses-, pero le falte a la izquierda espiritualidad (atea o lo que sea) y sentimiento. Es necesario algo m¨¢s, o algo menos, que el ate¨ªsmo para movilizar a los descre¨ªdos pol¨ªticamente.
La izquierda se est¨¢ quedando sin nuevos intelectuales, sin referentes, y algunos de los pocos que quedan se han situado en un pensamiento meloso. Anthony Giddens, ap¨®stol de la Tercera V¨ªa y del Nuevo Laborismo (Brown nunca despreci¨® como Blair el viejo laborismo), escrib¨ªa en este peri¨®dico que la pol¨ªtica debe ahora centrarse en el estilo de vida, como la lucha contra la obesidad o contra el consumo de alcohol por conductores o adolescentes. La izquierda est¨¢ perdiendo el rumbo, sobre todo porque no tiene respuestas claras ante la globalizaci¨®n y las desigualdades que ¨¦sta genera, o al menos respuestas nacionales, que son dif¨ªciles o imposibles, al tiempo que tampoco se adentra en un nuevo internacionalismo. Quiz¨¢s porque su programa tradicional ha tenido ¨¦xito, se ha quedado sin proyecto alternativo, sin propuestas ilusionantes, o que no responden a los miedos identitarios de mucha gente ante la globalizaci¨®n y la inmigraci¨®n, y sin sentimientos que la muevan. Eso se ha notado mucho en Francia, donde la izquierda socialdem¨®crata ha quedado rota, tambi¨¦n con la ayuda de la atracci¨®n por Sarkozy de algunos de sus principales referentes como Kouchner y Attali, o la neutralizaci¨®n de Strauss-Kahn.
La antigua base social de la izquierda -trabajadores manuales organizados en sindicatos que residen en barrios homog¨¦neos y que trabajan en cosas parecidas- se ha ido disolviendo. Como se?ala un soci¨®logo espa?ol, quedaba el radicalismo de clase media, pero estas clases medias radicalizadas (funcionarios, empleados de banca, etc¨¦tera) ya no son modelo para las nuevas clases medias internacionalizadas. La izquierda no ha sabido crear modelos de partidos movilizadores. Se ha quedado sin modelo alternativo y con partidos que m¨¢s parecen agencias de empleo que instrumentos de movilizaci¨®n. No hay que desesperar. Frente al crecimiento de la derecha cristiana, los dem¨®cratas en EE UU se quedaron atr¨¢s, y, sin embargo, parece -de momento s¨®lo parece- que vuelven y con algunos apoyos religiosos. Pero lo peor que le puede pasar a la izquierda, socialdem¨®crata u otra, es la desmovilizaci¨®n de su base sociol¨®gica. Que crezca la izquierda que no vota. aortega@elpais.es
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