"Somos los hijos de la Tierra y no sus due?os"
La fruta -pi?a y sand¨ªa- se queda en el plato. Adolfo Dom¨ªnguez no puede hablar con pasi¨®n y comer. Y cuenta apasionadamente, en el hotel de Sevilla en el que Al Gore predica la lucha contra el calentamiento global, c¨®mo forj¨® su visi¨®n del mundo que le rodea.
El dise?ador es uno de los 'ap¨®stoles' del cambio clim¨¢tico de Al Gore
Cuando el dise?ador y empresario ten¨ªa 20 a?os y estudiaba en la Universidad francesa de Vincennes, cay¨® en sus manos un documento que recog¨ªa unas palabras atribuidas al jefe Seattle, l¨ªder de la tribu de los suquamish, asentados en el actual Estado de Washington, en EE UU. En 1854, Seattle respondi¨® a las presiones del presidente Franklin Pierce para que los indios vendieran sus tierras a los blancos y se retiraran a una reserva. "El gran jefe de Washington nos env¨ªa un mensaje para hacernos saber que desea comprar nuestra tierra", arranca el texto.
"Es el primer documento literario ecologista", seg¨²n el pionero de la revoluci¨®n del dise?o de moda en Espa?a. "Y me influy¨® una enormidad. Se me tambalearon muchos esquemas. El jefe indio dice que el hombre blanco se dar¨¢ cuenta alg¨²n d¨ªa de que la Tierra no es de ¨¦l, que ¨¦l es hijo de la Tierra, no due?o, que ¨¦l es un hilo en la trama de la vida", a?ade, para recordar despu¨¦s -la fruta sigue intacta- el desgarrado lamento del jefe Seattle: "?Qui¨¦n puede comprar o vender el cielo o el calor de la Tierra? Esa idea es para nosotros extra?a... As¨ª es, padre blanco de Washington: los r¨ªos son nuestros hermanos... Deb¨¦is ense?ar a vuestros hijos lo que nosotros hemos ense?ado a los nuestros, que la tierra es su madre... Sabemos que la Tierra no pertenece al hombre, que es el hombre el que pertenece a la Tierra". Para Dom¨ªnguez "es impresionante que Gore tenga la posici¨®n cient¨ªfica del hombre blanco que asume lo que dec¨ªa el indio, que acaba asimilando esa visi¨®n que era la de los vencidos, la de las v¨ªctimas, la de los perdedores de la historia".
"Es un texto de gran belleza, que leo much¨ªsimas veces y que es muy aplicable, como casi todos los cl¨¢sicos, como las fant¨¢sticas primeras p¨¢ginas de De rerum natura, de Lucrecio, o la ¨¦tica de los pensamientos de Marco Aurelio". De aqu¨ª saca Dom¨ªnguez las ideas para sus conferencias: "Yo fui un ni?o de pueblo y la naturaleza siempre me impresion¨®. La gente de la ciudad es distinta. Nosotros vemos pasar las estaciones de una manera diferente. A m¨ª la naturaleza..., siento una conexi¨®n emocional muy importante".
Como dise?ador "soy muy funcionalista". "Todo lo que hago es muy ponible. Pero lo hago con voluntad de belleza. La moda es afirmar hoy lo que se ha negado ayer o negar hoy lo que se afirm¨® ayer, pero yo tengo una forma de ver muy esencialista. ?Ves esta chaqueta que llevo? Tiene 12 a?os. Me la pongo porque me encanta. Me gusta lo perdurable, evito la extravagancia".
Una hora despu¨¦s, la fruta ha desaparecido, y tambi¨¦n un exquisito pan con tomate. Frente al puro blanco de un yogur griego, Adolfo Dom¨ªnguez habla de su prop¨®sito de armon¨ªa con la naturaleza, la m¨²sica y las matem¨¢ticas. "Es La concertante de Mozart, es la belleza de las f¨®rmulas de Einstein... ?Soluciones a los problemas? Elige la m¨¢s simple. Y eso es la armon¨ªa. Detr¨¢s de lo que vemos hay orden. Hay armon¨ªa y sencillez. La soluci¨®n simple suele ser la verdadera, la mejor".
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