Hillary Clinton se convierte en la candidata a batir
Los rivales dem¨®cratas siembran dudas sobre su credibilidad
Hillary Clinton recibi¨® en el ¨²ltimo debate electoral su confirmaci¨®n como la candidata a batir en esta carrera y, acto seguido, comprob¨® la terrible ingratitud de ese t¨ªtulo: todos sus rivales se lanzaron sobre ella a deg¨¹ello sembrando dudas sobre su viabilidad como candidata y sobre su verdadera voluntad de cambiar las cosas si acaba llegando a la Casa Blanca.
Sin piedad, los rivales de Clinton dentro del propio Partido Dem¨®crata la retrataron como una mera prolongaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de George W. Bush, como una candidata sin criterio que se resiste a asumir posiciones claras y como una representante m¨¢s del rancio establecimiento pol¨ªtico de Washington.
Hillary Clinton se defendi¨® con bravura casi siempre, con torpeza a veces, pero es dif¨ªcil a¨²n saber si el debate de dos horas celebrado en la noche del martes en Filadelfia aument¨® o redujo las posibilidades de la ex primera dama de volver a la Casa Blanca. Lo que ese debate dej¨® en evidencia sin ninguna duda es que Clinton ha abierto una brecha pr¨¢cticamente insalvable para los dem¨¢s candidatos.
Clinton ocup¨® el centro f¨ªsico del escenario en Filadelfia, ella fue el objetivo de la mayor parte de las preguntas de los moderadores y contra ella -no contra Bush ni contra los candidatos republicanos- estaban dirigidas la mayor parte de las intervenciones de los participantes.
John Edwards, a quien las encuestas sit¨²an en tercer lugar, fue qui¨¦n con m¨¢s contundencia se emple¨®. Lleg¨® a preguntarse si una candidata que es la que m¨¢s dinero ha obtenido, tanto entre dem¨®cratas como republicanos, de la industria farmac¨¦utica, de la industria de defensa y de los lobbies "es la persona que va a traer el cambio a este pa¨ªs". "Yo creo en Santa Claus", se respondi¨® Edwards, "pero no creo en ese cambio".
Guerra de Irak
Barack Obama, el segundo en las encuestas, critic¨® a Clinton por sus dudosas posiciones respecto a la guerra de Irak, por haber dado un cheque en blanco a Bush para atacar a Ir¨¢n al votar a favor de declarar a la Guardia Republicana una organizaci¨®n terrorista y por otras decisiones de Clinton que, seg¨²n Obama, est¨¢n en l¨ªnea neocon.
"Pues da la impresi¨®n de que los republicanos no han entendido lo mismo porque no ellos paran de criticarme", respondi¨® Clinton. "La raz¨®n por la que los republicanos est¨¢n obsesionados contigo, Hillary", contest¨® Obama, "es porque ¨¦sa es la batalla que ellos quieren librar".
Otro aspirante con menos respaldo pero mucho prestigio y muchos a?os en el Capitolio, Christopher Dodd, sac¨® a relucir uno de los aspectos m¨¢s controvertidos de la candidatura de Clinton, el profundo rechazo que despierta en parte del electorado. "Sea justo o no, el hecho es que el 50% de los norteamericanos dicen que no van a votar por ella", dijo Dodd.
Incluso uno de los prestigiosos moderadores, el comentarista de la cadena NBC Tim Russert, puso contra las cuerdas a Hillary Clinton a prop¨®sito de un asunto delicado, las denuncias de que Bill Clinton prohibi¨® a la Biblioteca que lleva su nombre facilitar a los periodistas documentos sobre la relaci¨®n con su esposa que podr¨ªan haberla perjudicado. Russert le pregunt¨® si ella har¨ªa p¨²blicos esos documentos, y su respuesta no satisfizo a nadie: "?sa no es una decisi¨®n que tenga que tomar". Los analistas ayer no se pon¨ªan de acuerdo en el juicio a Clinton tras esta dura prueba. El columnista Roger Simon del diario The Politico, influyente en los c¨ªrculos informados de Washington, escribi¨® que ¨¦sta fue "la peor actuaci¨®n de Clinton en toda su campa?a". Otros creen que el hecho de que se cebaran con ella la hace m¨¢s presidencial a los ojos de los ciudadanos.
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