Federalismo o autodeterminaci¨®n
La articulaci¨®n de Espa?a en un Estado federal 'sim¨¦trico' o la autodeterminaci¨®n de las comunidades que busquen la independencia son opciones que habr¨ªa que afrontar aunque hoy parezca impensable
1. El problema no resuelto del siglo XIX espa?ol fue articular un verdadero Estado nacional. Por ello -y por el fracaso de 1898- los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos definieron a Catalu?a, Euskadi y Galicia -a inicios del siglo XX- como sendas naciones que forman parte del Estado, con lo que negaron el car¨¢cter de naci¨®n a Espa?a. Y hay que a?adir, adem¨¢s, que los nacionalismos catal¨¢n, vasco, gallego y navarro han ganado hoy -en sus comunidades- la batalla cultural gracias a su control del sistema educativo.
2. ?Separatistas? ?Separadores? ?Qui¨¦n tir¨® la primera piedra? No importa. Se acerca la hora de la verdad y hay que definir las respectivas posiciones para buscar una salida, ya no desde la perspectiva amable que brindar¨ªa un proyecto compartido, sino desde el ¨¢ngulo estricto que proporcionan los respectivos intereses.
Espa?oles, catalanes, vascos, gallegos y navarros han de preguntarse qu¨¦ es lo que quieren
La opci¨®n de federalismo o autodeterminaci¨®n exige una reforma constitucional pactada
3. As¨ª, hay que partir de la idea de que el trozo de tierra que se extiende del Pirineo a Tarifa y de Finisterre al Cap de Creus -al margen Portugal- s¨®lo puede articularse te¨®ricamente de cuatro modos: como un Estado unitario y centralista que no lleg¨® a cuajar y nunca ser¨¢; como un Estado federal asim¨¦trico, que no es posible de hecho, pues no hay Estado que aguante varias relaciones bilaterales, en las que otras tantas comunidades traten con el poder central de t¨² a t¨², casi como si de una confederaci¨®n se tratase. Como un Estado federal sim¨¦trico, del que el Estado auton¨®mico es embri¨®n y que no deja de ser un Estado unitario, es decir, un solo sistema jur¨ªdico articulado sobre el ¨²nico principio ¨¦tico de validez universal no metaf¨ªsico: que el inter¨¦s general del todo prevalece -en ciertas materias- sobre el inter¨¦s particular de las partes. Y, por ¨²ltimo, como diversos Estados independientes -varios sistemas jur¨ªdicos-.
4. En la pr¨¢ctica, estas opciones se reducen a dos: Estado federal sim¨¦trico o ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n por aquellas comunidades que aspiren a la independencia.
5. El Estado federal sim¨¦trico se caracteriza porque el tipo de relaci¨®n que une a todos los Estados federados con el poder central es id¨¦ntico. No admite relaciones bilaterales -Estados asociados, soberan¨ªas compartidas, pactos con la Corona- que busquen configurar un estatus particular y privilegiado para algunos de los Estados federados. Otra cosa es que admita la asimetr¨ªa respecto a la extensi¨®n de las competencias de cada Estado federado, dado que distintos son los presupuestos de que cada uno parte en materia de lengua propia, derecho civil, concierto fiscal...
6. No se rechaza el federalismo asim¨¦trico -la relaci¨®n de t¨² a t¨²- por razones conceptuales. Puede funcionar. Sosa Wagner sostiene que Kakania fue un caos; Ernest Lluch pensaba que es un modelo a seguir. Pero, en Espa?a, generar¨ªa un galimat¨ªas irresoluble, pues, habida cuenta del efecto mim¨¦tico que Catalu?a ejerce sobre el resto, ser¨ªan varias las comunidades que apostar¨ªan tambi¨¦n por una relaci¨®n de t¨² a t¨² con el Estado, y no hay Estado que pueda soportar esta situaci¨®n.
7. La opci¨®n Estado federal sim¨¦trico o autodeterminaci¨®n exige, para ser efectiva, una reforma constitucional s¨®lo abordable tras un pacto -hoy impensable- entre el partido en el Gobierno y el primer partido en la oposici¨®n (PSOE/PP o PP/PSOE). Un pacto que deber¨ªa estar abierto a los partidos nacionalistas, pero al que habr¨ªa que llegar tambi¨¦n sin ellos, ya que precisamente a ellos -a los que no acepten el federalismo sim¨¦trico- les quedar¨ªa la salida de la autodeterminaci¨®n.
8. Muchos espa?oles pensar¨¢n que es una locura -o una traici¨®n- admitir la posible secesi¨®n de partes de Espa?a. Pero, sin perjuicio de la adhesi¨®n cordial a la idea de Espa?a y precisamente por ella, hay que mirar la realidad y asumirla. Y esta realidad nos dice que -en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Galicia y Navarra- parte de los ciudadanos quieren separarse. No se trata ya de competencias, dinero, infraestructuras, deuda hist¨®rica, etc¨¦tera, sino, lisa y llanamente, de la ausencia de un proyecto compartido que resulte atractivo. Puede que los que quieran irse sean mayor¨ªa, puede que no; pero hay que saberlo. Y, en cualquier caso, lo que nunca debe hacerse es estructurar el marco constitucional de convivencia con la ¨²nica aspiraci¨®n de que se queden los que quieren irse, porque, si tal se hace, resultar¨¢ que los que quieran marcharse terminar¨¢n y¨¦ndose y los que se queden habr¨¢n destruido su Estado.
9. Una m¨ªnima decencia obliga a contemplar las serias objeciones que pueden hacerse:
a) Es ceder al chantaje de ETA. No: el desaf¨ªo nacionalista m¨¢s grave es el catal¨¢n, y en Catalu?a no existe nada equiparable a ETA.
b) La situaci¨®n en que quedar¨ªan, en caso de secesi¨®n, los espa?oles del Pa¨ªs Vasco y Navarra. Es una objeci¨®n tr¨¢gica, frente a la que no hay argumentos. S¨®lo cabe a?adir que quiz¨¢ no sea mejor su situaci¨®n actual, ya que el objetivo ¨²ltimo del nacionalismo vasco es la nacionalizaci¨®n -la "vasquizaci¨®n"- de los espa?oles que viven all¨ª, con independencia y sin ella.
c) La oposici¨®n cerrada de la Espa?a espa?ola a la admisi¨®n de la autodeterminaci¨®n. Hay nacionalistas perif¨¦ricos -incluso cultivados- que presentan a los espa?oles como unos tipos -mitad iluminados, mitad interesados- que defienden con arrogancia insufrible un concepto unitario de Espa?a, al que ensalzan con ret¨®rica huera y del que viven con avidez prosaica. Pero ?es ¨¦sa la Espa?a actual?
d) La inviabilidad econ¨®mica del Estado espa?ol sin Catalu?a. Es cierto que la participaci¨®n catalana en el PIB espa?ol se acerca al 20%. Es real la aportaci¨®n del esfuerzo fiscal catal¨¢n al desarrollo de Espa?a. Tambi¨¦n es cierta la contrapartida que ha significado, para las empresas catalanas, la existencia de un mercado cautivo espa?ol durante d¨¦cadas. Pero si la ¨²nica raz¨®n para mantener la relaci¨®n entre Espa?a y Catalu?a -al parecer insatisfactoria para ambas partes- es la conveniencia econ¨®mica, mal vamos. Carece de futuro.
10. Por consiguiente, espa?oles, catalanes, vascos, gallegos y navarros han de asumir sus responsabilidades y preguntarse qu¨¦ es lo que quieren. Y terminar con esta situaci¨®n de incertidumbre y desorden, que tanto perjudica a todos, al impedir que se afronten las graves cuestiones de nuestra ¨¦poca.
11. Ha llegado el tiempo de la palabra veraz. Los pol¨ªticos tienen que hablar sin tab¨²es. Pero, al igual que la guerra es demasiado seria para dejarla en manos de los militares, la pol¨ªtica es demasiado importante para dejarla en manos de los pol¨ªticos. Y, precisamente por ello, la gente tiene que decir lo que de veras piensa, sin miedo a quebrar el canon dominante, sosteniendo en p¨²blico lo mismo que dice en privado. S¨®lo la palabra libre nos har¨¢ a todos libres.
12. Cabe pensar que con la disyuntiva Estado federal sim¨¦trico o autodeterminaci¨®n se precipita la desintegraci¨®n de Espa?a. No es as¨ª por estas razones: a) Lo letal ser¨ªa -a medio plazo- seguir con las concesiones particularizadas, arrancadas en un debate bilateral por las comunidades con vocaci¨®n de independencia y sin un plan de conjunto; b) Desde el preciso momento en que se admitiese el derecho de autodeterminaci¨®n, el problema dejar¨ªa de ser un problema de Espa?a para convertirse en un problema de la comunidad que quiera autodeterminarse, ya que ¨¦sta se dividir¨ªa en dos partes enfrentadas; c) Es duro que un viejo Estado, con mucha historia a sus espaldas, admita el derecho a separarse de una de sus partes; pero todo Estado que reconoce tal derecho sale reforzado por un motivo: ya no se ver¨¢ nunca m¨¢s sometido al chantaje continuado de aquella comunidad que intenta arrancar ventajas y conseguir una situaci¨®n de privilegio, bajo la presi¨®n de que, si no se le concede lo que pide, se ir¨¢.
13. Todo cuanto antecede parece hoy un delirio. Pero llegar¨¢ el d¨ªa en que se lamentar¨¢ constatar que no se afront¨® cuando a¨²n era tiempo.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol, notario, es miembro de Ciutadans pel Canvi.
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