Absoluto
A diferencia de la t¨¦cnica, el arte negocia con la ineficacia, porque mientras aqu¨¦lla explota el mundo, ¨¦ste s¨®lo pretende explorarlo. Y es que al verdadero conocimiento le es imprescindible el errar del error, porque, para saber, hay que arriesgarse a probar hasta casi lo que parece improbable. Estas reflexiones me han sido suscitadas por el documental titulado Absolute Wilson (2006), de Katharina Otto-Bernstein, en el que esta cineasta alemana, de formaci¨®n y residencia estadounidenses, nos relata la vida y la obra del gran director, escen¨®grafo y dramaturgo Robert Wilson (Waco, Tejas, 1941), hoy universalmente aclamado, pero nacido en una de las localidades m¨¢s rec¨®nditas del profundo sur americano, en una ¨¦poca violentamente segregacionista, de religiosidad fan¨¢tica y de un extremo puritanismo moral. En dicho desalentador contexto social, el origen familiar de Wilson hizo de ¨¦l comparativamente un privilegiado -su padre era un abogado, que lleg¨® a ser alcalde de Waco, y su madre, una culta y reinada mujer-, pero ¨¦l naci¨® y se desarroll¨® con las peores limitaciones: tartamudo, con graves problemas de retraso escolar y homosexual. A partir de estos antecedentes, no sabemos qu¨¦ habr¨ªa podido ser de ese ni?o discapacitado y desviado, aunque las conjeturas no invitaban al optimismo. Sin embargo, y casi por casualidad, una modesta profesora de danza cl¨¢sica local supo comprender el maravilloso potencial de su "diferencia" e invit¨® al acomplejado infante a asumirla y explorarla. Como quien se agarra a un clavo ardiendo, es lo que hizo Robert Wilson, aunque no sin esfuerzo y dolor, como se corrobora en el intento de suicidio que ensay¨® al volver a su casa tejana, tras estudiar arte y arquitectura en Nueva York. Superada esta grave crisis, Wilson fund¨®, en 1968, una compa?¨ªa de teatro experimental y, a partir de ah¨ª, no ha parado de trabajar con progresivo reconocimiento internacional.
En cualquier caso, lo m¨¢s fascinante que nos revela el documental biogr¨¢fico de Otto-Bernstein es c¨®mo Robert Wilson no s¨®lo se encontr¨® art¨ªsticamente a s¨ª mismo a trav¨¦s de lo que socialmente se consideraban sus deficiencias, sino tambi¨¦n c¨®mo convirti¨® despu¨¦s cualquier tipo de minusval¨ªa en fuente de inspiraci¨®n creativa, como si estuviera convencido de que lo que la sociedad contempor¨¢nea considera in¨²til, discapaz, desviado o marginal es precisamente el principal abono para que el conocimiento y el arte fructifiquen, la mejor senda para la exploraci¨®n de la naturaleza y el hombre.
De manera que lo genuinamente absoluto de ese Wilson absoluto no ha sido su talento para el espect¨¢culo total, sino su voluntad de meter la totalidad en escena y as¨ª hacerla maravillosamente operativa. Ver m¨¢s all¨¢ de lo que habitualmente se ve y contar con lo que socialmente se considera inservible es, sin duda, la ¨²nica forma de entrar en contacto con el misterio, que se oculta entre lo aparente y cotidiano. Tal es la absoluta fuerza del arte frente a esa abrumadora muchedumbre de alineada gente "normal", muy pagada de s¨ª, porque se pegan a lo establecido, aunque los explote. Este extra?o absoluto art¨ªstico no se cansa, en fin, de palpar la verdad, aunque ¨¦sta sea, como lo saben los Wilson que hay en el mundo, tan relativa como nuestra fragilidad. -
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