Perejil coloc¨® a Madrid y Rabat al borde de la guerra
Hace seis a?os, una crisis m¨¢s grave quebr¨® las relaciones de ambos pa¨ªses
La noticia de que un pu?ado de marroqu¨ªes -mojaznis o agentes de las Fuerzas Auxiliares- hab¨ªan plantado una tienda de campa?a e izado una bandera de su pa¨ªs en un islote deshabitado llamado Perejil corri¨®, el 11 de julio de 2002, como un reguero de p¨®lvora por los despachos del Gobierno espa?ol, aunque nadie sab¨ªa exactamente d¨®nde estaba y muchos altos funcionarios ni siquiera hab¨ªan o¨ªdo hablar de ¨¦l.
La toma del islote por los marroqu¨ªes fue la culminaci¨®n de una larga crisis hispano-marroqu¨ª que salt¨® a la palestra hace ahora seis a?os con la llamada a consultas del embajador de Marruecos, Abdesalam Baraka.
El S¨¢hara "colm¨® la paciencia" de Rabat en 2001, asegura su titular de Exteriores
Al Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le pill¨® desprevenido la decisi¨®n de Mohamed VI de retirar a su embajador el 27 de octubre de 2001. El entonces ministro de Exteriores, Josep Piqu¨¦, se enter¨® indirectamente de la medida por la llamada de un periodista.
"En Espa?a se est¨¢ satanizando a Marruecos", explic¨® entonces Baraka a este peri¨®dico cuando iba camino del aeropuerto madrile?o. Su aclaraci¨®n fue escueta, pero dio alguna pista m¨¢s que la nota verbal que horas antes hab¨ªa entregado al Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol. En ella no daba motivo alguno que justificase su repentina marcha de Madrid.
A?os despu¨¦s, los responsables marroqu¨ªes han sido m¨¢s expl¨ªcitos. "La gota de agua que hizo desbordar entonces el vaso de la paciencia marroqu¨ª fue la posici¨®n de Espa?a sobre el S¨¢hara", declar¨® a este corresponsal, en 2005, Taieb Fassi-Fihri, hoy en d¨ªa ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar impidi¨®, en buena medida, que prosperase la primera versi¨®n del llamado plan Baker para el S¨¢hara que daba satisfacci¨®n a Marruecos.
"En lugar de tener en cuenta que los marroqu¨ªes acab¨¢bamos de tirar del timbre de la alarma", se lament¨® Mohamed VI en su entrevista con EL PA?S, en enero de 2005, "las autoridades espa?olas fingieron estar sorprendidas y continuaron por la misma senda hasta el estallido del conflicto de Tourah" (Perejil), nueve meses despu¨¦s.
Marruecos se adue?¨® del islote, sobre el que Espa?a no posee ning¨²n t¨ªtulo, pero puso a Aznar ante el hecho consumado. Coloc¨® al borde de la guerra a los vecinos del Estrecho.
"De aqu¨ª a ma?ana exijo una explicaci¨®n y una rectificaci¨®n", le advirti¨® ese d¨ªa Aznar a su hom¨®logo marroqu¨ª, Abderrahman Yussufi. "Si lo hac¨¦is", continu¨® al tel¨¦fono, "nosotros olvidaremos el incidente, pero, cr¨¦eme, es una situaci¨®n que el Gobierno de Espa?a no aceptar¨¢".
La explicaci¨®n se la dio al d¨ªa siguiente Mohamed Benaissa, entonces ministro de Exteriores, a su colega Ana Palacio. Le asegur¨® que estaban persiguiendo a contrabandistas y terroristas en el Estrecho como la hac¨ªa EE UU en Afganist¨¢n. "D¨ªgame cosas serias", le respondi¨® la ministra espa?ola.
El Gobierno espa?ol envi¨® mensajes apaciguadores a Mohamed VI para tapar el ruido de los tambores de guerra que retumbaban en la Pen¨ªnsula. S¨®lo cuando, el 16 de julio de 2002, el embajador Fernando Arias-Salgado fue, a su vez, llamado a consultas, el palacio real comprendi¨® que Aznar hab¨ªa dado la orden de atacar.
"Al alba y con tiempo duro de levante...", fueron las primeras palabras de Federico Trillo cuando, el 17 de julio, describi¨® ante el Congreso el asalto de los boinas verdes a Perejil y el desalojo que la media docena de marroqu¨ªes all¨ª atrincherados.
La relaci¨®n hispano-marroqu¨ª no se recompuso hasta la llegada del PSOE al poder, en 2004. La anunciada visita real a Ceuta y Melilla ha quebrado de nuevo la relaci¨®n bilateral, pero la vulneraci¨®n es m¨¢s superficial que hace cinco a?os.
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