Un viaje de ida y vuelta de la celda al escenario
Un actor cubano preso representa 'La pasi¨®n seg¨²n el verdugo'
Ra¨²l Alfonso cumple condena por tr¨¢fico de drogas en Soto del Real. Lleva cuatro a?os encerrado y le quedan, seg¨²n cuenta, "un poco menos de cuatro". La c¨¢rcel, dice, "es un infierno", que esta semana ha podido abandonar durante cinco d¨ªas para representar La pasi¨®n seg¨²n el verdugo, una adaptaci¨®n suya de El verdugo, del premio Nobel sueco P?r Lagerkvist. Durante una hora de desgarradora actuaci¨®n, Alfonso olvida su condici¨®n de condenado para representar en solitario a un narrador, un verdugo y a un barquero (Caronte) cuya misi¨®n es transportar a las almas ante Dios. A lo largo de la pieza asoman conceptos como la culpa, el remordimiento y la imposibilidad de alcanzar la redenci¨®n. Como casi siempre, lo ¨²ltimo que queda es la esperanza.
"He intentado atrapar la desesperaci¨®n de los seres m¨¢s all¨¢ de sus cr¨ªmenes y tambi¨¦n las aspiraciones de redenci¨®n, aunque para muchos criminales la redenci¨®n no existe; es una utop¨ªa", se?ala el director. "Ya hice esta obra hace 11 a?os, cuando era inocente, con un punto de vista m¨¢s ingenuo. Ahora tengo una visi¨®n m¨¢s concreta del horror", cuenta a sus 41 a?os.
Despu¨¦s de la representaci¨®n, y despu¨¦s de un sonoro aplauso del p¨²blico -entre el que se hallaban muchos amigos emocionados de Ra¨²l Alfonso a los que no ve¨ªa desde hace siete a?os-, el actor dec¨ªa estar muy contento: "Aqu¨ª recupero lo ¨²nico que me pertenece de verdad y a lo que me he dedicado desde los 20 a?os, el teatro".
En el proceso de creaci¨®n de la obra -oscura, dura, en la que el actor-director ha incorporado numerosas referencias personales- han colaborado los directores de la propia sala Janagah, Gustavo L¨®pez y Gustavo Montes, Xavier Ca?o y Teresa Medina, voluntarios de prisiones de la ONG Solidarios para el Desarrollo, y dos compa?eros presos de Soto del Real, Carlos Giovani y Vicente Isabel Burgos.
El propio Ra¨²l Alfonso dirige en la c¨¢rcel un taller esc¨¦nico, en el que pretende que sus compa?eros de presidio "si no aprenden a actuar, al menos aprendan a valorar una actuaci¨®n. Hay gente muy talentosa", asegura. "Los presos se acercan al taller por vocaci¨®n y tambi¨¦n por necesidad de variar el mundo en el que viven. El mundo del prisionero es triste, mon¨®tono, mediocre, y con mucha enfermedad mental", cuenta Alfonso. A fin de cuentas, "se trata de encontrar un poco de poes¨ªa en la c¨¢rcel", se?ala. ?Es el teatro una terapia para los presos? "Yo no dir¨ªa que es una terapia, porque la palabra terapia indica que somos enfermos, y no lo somos. Como mucho, somos culpables. Para m¨ª, el teatro es un consuelo; y una manera de ajustar cuentas conmigo mismo", dice.
El lunes, Ra¨²l Alfonso volver¨¢ a la c¨¢rcel. En principio, la representaci¨®n de ayer es ¨²nica, pero ¨¦l conf¨ªa en lograr los permisos y el espacio para continuar con m¨¢s actuaciones. Y ya ha demostrado que tablas no le faltan.
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