Santidad devaluada
Vivimos tiempos de descreimiento. Hay libros bien documentados que cuestionan la canonizaci¨®n de un religioso tan popular y medi¨¢tico en Italia como fue el capuchino Francesco Forggione, m¨¢s conocido como el padre P¨ªo, o las buenas obras de Karol Wojtyla. ?Habr¨¢ que esperar, entonces, mucho m¨¢s a que se haga realidad ese clamor de "santo subito" proferido por la multitud durante el funeral de Juan Pablo II? Ahora incluso circula el rumor de que Teresa de Calcuta perdi¨® la fe antes de morir. La jerarqu¨ªa cat¨®lica no ha tardado en sacar un ment¨ªs. Vaya, que podr¨ªa ocurrir que la madre Teresa fuera santificada como aquel descre¨ªdo san Manuel Bueno de la novela de Unamuno, pese a haberse apartado de la doctrina de la Iglesia romana. Sea o no cierto, resulta hasta coherente que la misionera albanesa se avergonzara de la pompa vaticana.
En Italia, un libro sobre el padre P¨ªo, del historiador de origen jud¨ªo Sergio Luzzatto, nos explica algo que ya muchos otros, incluidos varios Papas, se?alaron antes: que la figura del fraile meridional es bastante controvertida. Juan XXIII escribi¨® que el famoso capuchino era origen de una "dolorosa y vast¨ªsima infatuaci¨®n religiosa". Y sobre sus llagas en manos y pies, Luzzatto revela que al menos en una ocasi¨®n recurri¨® al ¨¢cido f¨¦nico, un compuesto qu¨ªmico capaz de provocar tales estigmas. Ha habido otros estigmatizados con llagas similares a las de Cristo, pero ¨¦ste ser¨ªa el primero del que se conoce la receta.
En el mundo de hoy no deja de ser chocante que se admita como probado que el monje italiano tuviera el don de la ubicuidad; o al menos el de la bilocaci¨®n: su celda y el espacio en busca de enfermos o pecadores a quienes salvar. Entre esos impuros hay quien asegura que no faltaban mujeres con las que el imp¨ªo de Francesco se olvidaba de la castidad.
Pero no hace falta ce?irse al ¨¢mbito de los milagros. Hay personas poderosas que aseguran ser ubicuas gracias a su inteligencia y se comportan con el resto de los mortales como si ¨¦stos fueran est¨²pidos. Lo cierto es que el pueblo del m¨ªtico padre P¨ªo se ha convertido en un lugar de masivo peregrinaje. Por no faltar, adem¨¢s de un megasantuario dise?ado por el famoso arquitecto Renzo Piano y de un hospital, hay incluso un bingo donde dar rienda suelta al lado l¨²dico de la pioman¨ªa. ?Qu¨¦ gran vac¨ªo para los italianos si el mito se cae!
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