La mirada de los ausentes

Hay una joven que el primer d¨ªa del juicio acudi¨® a la sala de vistas de la Casa de Campo con la foto de su padre, muerto, en el bolsillo del pantal¨®n. Cada vez que se quedaba sin ¨¢nimo para seguir el interrogatorio agarraba el papel, lo estrujaba y miraba para adelante. El mi¨¦rcoles, el ¨²ltimo d¨ªa de ese juicio interminablemente doloroso para los familiares de las v¨ªctimas, la misma joven se encontraba en la misma silla: hab¨ªa aguantado, hab¨ªa conseguido tirar para adelante. Y hay una mujer que perdi¨® a su marido que casi grita de dolor cuando su hija le pregunt¨®, el 19 de marzo pasado, a qui¨¦n entregar¨ªa el regalo del D¨ªa del Padre de ese a?o del colegio. Cada una de las familias de las v¨ªctimas del 11-M tiene un drama y una historia particular detr¨¢s que se repite cada d¨ªa. La ma?ana del 11 de marzo de 2004 se quedaron 191 personas para siempre en los trenes de cercan¨ªas de Madrid en los que viajaban camino del trabajo o del instituto. Un polic¨ªa, la v¨ªctima 192, falleci¨®, casi un mes despu¨¦s, cuando intentaba apresar a los culpables de la matanza en un piso de Legan¨¦s. Todos ellos son los muertos del 11-M.