Noviembre
En algunos pueblos marineros existe la costumbre de arrojar flores en alta mar el d¨ªa de difuntos en homenaje a todos sus n¨¢ufragos. El mar tiene memoria y puede que ese d¨ªa recuerde el nombre de todas las almas que se ha tragado. Me gustan los cementerios marinos porque en ellos el aire azul cargado de sal parece penetrar como un don hasta el fondo de las tumbas m¨¢s cerradas. En el cementerio de la isla de Str¨®mbroli los muertos oyen los ca?onazos que emite el volc¨¢n cuando vomita fuego con una cadencia medida desde el fondo de los siglos; sienten tambi¨¦n el oleaje del mar que eleva montes de espuma hacia sus despojos; perciben igualmente el silencio de los halcones que para cazar atraviesan el espacio, cerrados como una navaja, hasta sumergirse en el agua donde atrapan el pez que han avistado y luego se elevan llev¨¢ndolo entre las garras para devorarlo sobre una tumba arruinada. En las salvajes islas de Aran, al oeste de Irlanda, contra las losas mortuorias corro¨ªdas por el salitre y coronadas con la cruz ga¨¦lica, el ventarr¨®n lleno de lluvia dobla sobre los muertos las briznas de an¨ªs de forma peremne. En el cementerio de Rabat todas las creencias acaban por diluirse en el mar convertidas en una sola fe, porque las olas azules son todos los dioses al mismo tiempo, que cambian continuamente de forma y s¨®lo exigen ser navegados. El d¨ªa de difuntos la gente lleva flores a sus muertos. En algunas culturas se establece el rito de ir con comida al cementerio y abrir las cazuelas sobre las l¨¢pidas para compartir con los deudos guisos de carne, bu?uelos y huesos de santo. Aparte del poema de Paul Val¨¨ry, si tuviera que elegir un cementerio marino entre todos los que conozco escoger¨ªa el mar en s¨ª mismo, que es el que m¨¢s horizontes abarca. Ayer, d¨ªa de difuntos, fui a la orilla del mar y lo contempl¨¦ como un inmenso ser vivo que alberga las cenizas y la memoria de seres que he amado. Record¨¦ sus nombres. Estos muertos se han convertido en oscuros e invisibles navegantes cuyo esp¨ªritu flota sobre las aguas. En la playa hab¨ªa mucha gente desnuda tomando el sol de noviembre y desde el chiringuito llegaba hasta el alma de los muertos un olor de calamares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.