La casa de Salvador Allende en Guardia Vieja, puertas adentro
Las reuniones pol¨ªticas del expresidente, las tertulias culturales de Hortensia Bussi y los almuerzos a la chilena, son algunas de las historias de la residencia, en la controversia por la fallida compra del Gobierno de Boric para que fuera museo
Tras la primera derrota de Salvador Allende en su candidatura presidencial a mediados del siglo pasado, la tuberculosis pulmonar que padec¨ªa su esposa, Hortensia ¡®Tencha¡¯ Bussi, los hizo abandonar su hogar en las faldas del cerro Santa Luc¨ªa, en el centro de Santiago. ¡°Decidieron cambiarse al barrio alto en b¨²squeda de aire m¨¢s puro¡±, recuerda el escritor Eduardo Labarca, autor de Salvador Allende. Biograf¨ªa sentimental (Catalonia) y quien desde ni?o conoci¨® al exmandatario socialista chileno, a quien llamaba t¨ªo. En febrero de 1953 encontraron una casa pareada de dos plantas en la calle Guardia Vieja, en el municipio de Providencia, que compraron con un pr¨¦stamo obtenido por Tencha como funcionara del Servicio Nacional de Estad¨ªsticas. El matrimonio vivi¨® ah¨ª con sus tres hijas hasta 1971, un a?o despu¨¦s de la llegada de Allende a La Moneda (1970-1973). Hoy, sin embargo, quella propiedad, todav¨ªa en las manos de la familia Allende y conservada como un pedazo de historia detenido en el tiempo, se ha transformado en el primer problema del a?o para el Gobierno del Gabriel Boric.
La compra de Guardia Vieja 392 por parte del Ejecutivo, que pretend¨ªa pagar 933 millones de pesos (unos 922.000 d¨®lares) para transformarla en museo, fracas¨® por problemas legales y constitucionales debido a que dos de los cuatro copropietarios son la hija y la nieta de Allende, la senadora socialista Isabel Allende y la ministra de Defensa Maya Fern¨¢ndez Allende. El error termin¨® con la salida de la ministra de Bienes Nacionales, Marcela Sandoval, y con la oposici¨®n evaluando una acusaci¨®n constitucional contra Fern¨¢ndez.
La vivienda mantiene el escritorio-biblioteca donde Allende celebraba las reuniones m¨¢s serias, y su comedor, donde acog¨ªa las reuniones m¨¢s informales con pol¨ªticos y artistas. La obra de la oficina de arquitectura de Fernando Castillo Velasco, amigo de la familia del socialista, es un ejemplo de cuando el dise?o moderno se empez¨® a consolidar en Chile, pero con materiales locales, como la piedra de la precordillerana chilena y la madera nativa para los marcos de las ventanas. Dos d¨¦cadas despu¨¦s de que llegaran a habitarla con su esposa y sus hijas, Allende, ya convertido en presidente, le ofreci¨® a Castillo Velasco liderar el ministerio de Vivienda, pero el consejo de su partido, la Democracia Cristiana, no respald¨® que asumiera dicho cargo, seg¨²n relat¨® el arquitecto.
Entre las paredes de Guardia Vieja sucedieron incontables an¨¦cdotas de Allende. Unas simp¨¢ticas, como la que recordaban sus amigos en una edici¨®n especial de la Revista An¨¢lisis publicado en 1988 originada por el ¡°p¨¢nico¡± que le ten¨ªa el expresidente a los movimiento tel¨²ricos, tan propios de Chile. Para un temblor, sali¨® corriendo de la ducha hacia el jard¨ªn y le tuvieron que lanzar una toalla desde el segundo piso. Hay otras de tinte m¨¢s serio, como cuando en plena campa?a presidencial de 1970, Allende sufri¨® un paro card¨ªaco y la casa se convirti¨® en un ¡°verdadero hospital¡±, algo que solo supo solo su familia y un grupo muy reducido de sus cercanos, seg¨²n cuenta Labarca. ¡°El hecho se mantuvo en secreto absoluto pues habr¨ªa significado el fin de su candidatura. Se dijo que estaba resfriado¡±, comenta el escritor, hijo de Miguel Labarca, un asesor informal y cercano de Allende.
Labarca, comunista desde joven, tambi¨¦n recuerda que, debido a la tuberculosis de Hortensia, estuvo recluida en el segundo piso durante el primer tiempo que habitaron Guardia Vieja. Como era una mujer ilustrada y una gran lectora, su dormitorio se convirti¨® ¡°en una suerte de sal¨®n cultural y literario¡±. Cuando el pintor Nemesio Ant¨²nez, el director de orquesta V¨ªctor Tevah o el escritor Manuel Rojas visitaban a Allende, siempre sub¨ªan donde Tencha. ¡°Hab¨ªa dos ambientes en esa casa, el pol¨ªtico abajo, en la biblioteca, y el cultural arriba¡±, se?ala el autor de la biograf¨ªa del l¨ªder de la Unidad Popular. ¡°Isabel Allende siempre tuvo inquietudes culturales, era muy apegada a Tencha, y disfrutaba asistiendo a las tertulias del sal¨®n en torno a la cama de su madre. Beatriz, en cambio, tomaba distancia y era muy apegada a su padre en lo afectivo y lo pol¨ªtico y sol¨ªa asistir a las reuniones que ten¨ªa Allende¡±, a?ade.
A pesar de que Allende era mas¨®n, ten¨ªa una figura en la entrada de la casa que rezaba Detente, Jesucristo te ama, para complacer a su madre, una cat¨®lica devota, a quien el socialista llevaba los domingo hasta la puerta de la iglesia. Despu¨¦s celebraba sagradamente almuerzos con empanada en la casa. Durante la semana, el men¨² sol¨ªa ser comida chilena: cazuelas, charquic¨¢n, pantrucas. Allende se sentaba en la cabecera dando la espalda al jard¨ªn trasero, y su esposa, en el otro extremo.
Uno de los vecinos de Allende era el matrimonio de Enrique Ropert y Mar¨ªa Payita Contreras. En un reportaje de las periodistas Patricia Verdugo y M¨®nica Gonz¨¢lez en P¨¢gina 12, publicado en 2002, describen la amistad inicial que surgi¨® entre ambas parejas, que a veces compart¨ªan comidas en sus casas. Otras, Allende sal¨ªa a pasear a su perro despu¨¦s de cenar, ve¨ªa luces en el living de los Ropert y tocaba el timbre. Payita termin¨® siendo la ¨ªntima secretaria del presidente socialista.
Labarca, quien adem¨¢s de escritor es periodista, recuerda que un d¨ªa fue a la casa de Guardia Vieja para reportar las primeras 40 medidas del Gobierno de la Unidad Popular. ¡°En un momento, la Payita me viene a buscar y me dice: ¡®te quiero mostrar algo¡¯. Vamos al fondo del pasillo y hab¨ªa abierto una puerta entre la casa de Allende y la suya¡±, relata. ¡°As¨ª todo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil¡±, escrib¨ªa Pedro Lemebel en una cr¨®nica sobre la Payita: ¡°Las reuniones, las cartas, las noticias de ¨²ltima hora, las visitas de amigos comunes. As¨ª tambi¨¦n nos evitamos los adioses en la vereda y los comentarios de los vecinos, dec¨ªa ella con sus ojos claros mirando en derredor. Eso es lo que menos importa compa?era, recuerde que el amor y la resoluci¨®n van de la mano en el mismo verso. Lo que realmente me preocupa, es que la lucha y las empanadas no se enfr¨ªen de una casa a otra, le contestaba Allende con su risa libre que chispeaba encantador los albores del cambio¡±.
El arquitecto Igor Rosenmann, especialista en restauraci¨®n patrimonial, es un gran conocedor de la casa de Guardia Vieja. En 2023, cuando la residencia abri¨® sus puertas para el D¨ªa del Patrimonio, Rosenmann, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Humanismo Cristiano, organiz¨® junto a un grupo una visita guiada para dar cuenta del valor de la que en su tiempo se conoci¨® como La Moneda chica. En su relato destaca el living donde el expresidente segu¨ªa por radio, y despu¨¦s por televisi¨®n, los resultados de las elecciones en las que particip¨® durante ese periodo, incluida la que le dio el triunfo en 1970. Tambi¨¦n el antejard¨ªn, que en aquella ¨¦poca no ten¨ªa rejas, donde llegaron sus seguidores a festejar la victoria. Hizo lo propio su contrincante en aquellos comicios, Radomiro Tomic, y el presidente saliente, Eduardo Frei Montalva (1964-1970), ambos democratacristianos.
La residencia a¨²n conserva la colecci¨®n de c¨¢ntaros incas de Allende, las obras de arte y libros en su biblioteca, y la mesa de comedor dise?ada por el destacado mueblista chileno Carlos Landea. Tambi¨¦n los muebles de los sesenta de la terraza y su amplio jard¨ªn. Actualmente, la senadora Isabel Allende reside en esa casa y contin¨²a recibiendo presidentes, primeros ministros y otras autoridades. En 2017, por ejemplo, fue el entonces presidente franc¨¦s Francois Hollande, en 2018, el presidente del gobierno espa?ol, Pedro S¨¢nchez, y en 2023 un grupo de congresistas estadounidenses, entre ellos la dem¨®crata Alexandria Ocasio-Cortez. ¡°Lo particular es que la dictadura no toc¨® esa casa¡±, plantea Rosenmann. ¡°Hoy tiene varios edificios al lado, pero tiene un valor patrimonial e hist¨®rico que hay que conservar¡±, agrega.
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