Los grandes no lloran

Al f¨²tbol le sobran incendios innecesarios. M¨¢xime si son atizados desde la ¨¦lite, ya que por su grado de influencia siempre resultan m¨¢s contaminantes y da?inos. Bernd Schuster fue un futbolista tan brillante como volc¨¢nico y conflictivo, tan indomable en la selecci¨®n germana como en las Ramblas, tan capaz de cortar sus mangas azulgrana al Real Madrid en una final de Copa como de sostener en su imaginario que el ¨¢rbitro del pasado s¨¢bado en Sevilla perjudic¨® a su equipo por ser catal¨¢n. Una excusa impropia de un profesional con el vuelo de Schuster, que ha madurado con excelencia en los banquillos, que defiende un ilusionante ideario, que dirige al club m¨¢s reconocido del universo, que tiene el cr¨¦dito de la hinchada y de sus rectores, que presenta unos n¨²meros excelentes en la Liga y en la Champions. Nada parece ser disuasorio para el alem¨¢n, empe?ado en una cruzada in¨²til, ya sea contra el entorno -como le dijo en una entrevista a Beckenbauer-, la prensa -a la que tacha de analfabetismo futbol¨ªstico- o los ¨¢rbitros -a los que parece etiquetar seg¨²n su partida de nacimiento-. "Es especial", se le defiende desde la instituci¨®n madridista sin que nadie se atreva a susurrarle que no hay conspiraci¨®n alguna. En sus injustificadas cr¨ªticas a ?lvarez Izquierdo, el ¨¢rbitro del S¨¢nchez Pizju¨¢n, Schuster pas¨® por alto el penalti de Diarra a Navas, o el codazo del maliense a Crespo. El Madrid perdi¨® porque su adversario, que no es un telonero cualquiera, hizo dos dianas en tres minutos. No hubo brujer¨ªa alguna, pero Schuster parece empecinado en distraer al personal cuando su obra, quiz¨¢ ¨¦l no lo sepa, resulta interesante. El Madrid no ha construido su leyenda enfocando a los ¨¢rbitros.

Mientras el alem¨¢n se destempla, el Bar?a se ha situado ya a un punto del Madrid tras ganar 3-0 a un paliducho Betis. Por ahora le basta su fiabilidad como local y la punter¨ªa de Ronaldinho con la pelota detenida. Las se?as que el a?o pasado le hicieron perder el hilo al t¨ªtulo.