El Villarreal baja de la nube a un Atl¨¦tico sin defensa
En un gran choque, Nihat firma la remontada del cuadro de Pellegrini, que aprovech¨® los enormes fallos de su rival
En otra juerga de partido, fren¨¦tico, maravilloso, lleno de goles, de momentos m¨¢gicos, incluso de errores, el Villarreal conquist¨® el estadio Calder¨®n y baj¨® a la tierra a un Atl¨¦tico que viv¨ªa en ¨¦xtasis. Una jugada de tiral¨ªneas, perfecta, culminada por Nihat tras un pase de dibujos animados de Cani, dict¨® sentencia contra un Atl¨¦tico que no mereci¨® tama?o castigo, pero que pag¨® cara su gran lacra: la endeblez de la defensa, que es una ruina.
El Atl¨¦tico es puro espect¨¢culo. Para bien y para mal, en su grandeza y en sus miserias, con esas pifias defensivas que producen sonrojo y a las que el equipo logra sobreponerse (casi siempre) porque le sobra metralla en el ataque. Pero ayer no pudo. Y eso que mand¨®, como es costumbre, desde el inicio.
ATL?TICO 3 - VILLARREAL 4
Atl¨¦tico: Leo Franco; Seitaridis, Pablo, Perea, Pern¨ªa; Ra¨²l Garc¨ªa, Maniche; Reyes (Luis Garc¨ªa, m. 76), Maxi, Simao (Jurado, m. 76); y Ag¨¹ero. No utilizados: Abbiati; Z¨¦ Casrto, Antonio L¨®pez, Valera y Eller.
Villarreal: Viera; ?ngel, Fuentes (Cygan, m. 46), God¨ªn, Capdevila; Cani, Senna, Bruno, (Josico, m. 57) Pir¨¨s; Rossi (Nihat, m. 46) y Guille Franco. No utilizados: Diego L¨®pez; Cazorla, Tommason y Mati.
Goles: 1-0. M. 9. Pablo. 2-0. M. 25. Simao. 2-1. M. 31. Rossi. 2-2. M. 42. Fuentes. 3-2. M. 62. Ag¨¹ero. 3-3. M. 70. Nihat. 3-4. M. 90. Nihat
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a Pablo, Cani, R. Garc¨ªa, Perea, Pern¨ªa y Maniche.
Unos 53.000 espectadores en el Calder¨®n. Maxi lanz¨® fuera un penalti (m. 48).
El Atl¨¦tico es puro espect¨¢culo. En sus grandezas y en sus miserias
El Villarreal es un equipo de altos vuelos que apuesta por el buen f¨²tbol
Entre la algarab¨ªa general de una afici¨®n que se lo est¨¢ pasando pipa, el Atl¨¦tico comenz¨® golpeando duro a un Villarreal que tard¨® en encontrar su sitio. Ni diez minutos se llevaban cuando Pablo se asom¨® al ¨¢rea rival y cabece¨® con habilidad el env¨ªo de Pern¨ªa. El Atl¨¦tico, por en¨¦sima vez, se vio con el viento a favor. No le import¨®, m¨¢s bien al contrario, que el Villarreal se adue?ara del bal¨®n. Tiene tanta pegada que cualquier aparici¨®n de su gente de ataque se convierte en un acontecimiento.
Confuso se hab¨ªa mostrado Sim?o hasta ayer, cuando por fin se hizo grande. Dej¨® un gol para enmarcar. Contact¨® con la pelota en el costado izquierdo, se fue hacia dentro, desri?on¨® a ?ngel y solt¨® un zapatazo hacia el palo contrario al que no lleg¨® Viera.
Pero la defensa del Atl¨¦tico tiene momentos delictivos. Y, adem¨¢s, sus componentes son capaces de solidarizarse en el error. Vol¨® largo el bal¨®n hacia Rossi y se arm¨® el l¨ªo. Pablo midi¨® mal y se comi¨® el env¨ªo, Perea no lleg¨® a rectificar a su compa?ero y Leo Franco se pens¨® si sal¨ªa o no sal¨ªa. Y, mientras lo pensaba, Rossi elev¨® la pelota lo suficiente para mandarla dentro.
El Atl¨¦tico se ech¨® a temblar. Y tembl¨® en aquel c¨®rner al que Leo Franco, negado ayer, ni pudo ni supo llegar. Y que Ra¨²l Garc¨ªa ni pudo ni supo despejar. Visto lo visto, a Fuentes no le qued¨® m¨¢s que fusilar.
El Villarreal se vino arriba. Es ¨¦ste un equipo de altos vuelos cuya apuesta por el buen f¨²tbol es descarada. Aun as¨ª, el m¨¢ximo culpable de que el Villarreal ganara fue el Atl¨¦tico con ese mal end¨¦mico que le aqueja y que convierte cada acci¨®n de su defensa, la m¨¢s inocente, en un disparate.
El partido empezaba de cero. Y se encontr¨® el Atl¨¦tico, a la vuelta del descanso, con la oportunidad de marcar de nuevo distancias. Lleg¨® el bal¨®n a Maxi, en el v¨¦rtice del ¨¢rea grande, y el capit¨¢n se puso fant¨¢stico, invent¨¢ndose un centro de rabona. El bal¨®n golpe¨® en el brazo de Bruno, en una acci¨®n que pareci¨® involuntaria para todos menos para el ayudante del ¨¢rbitro, que decidi¨® que aquello era penalti. El propio Maxi lanz¨® la m¨¢xima pena, que se fue fuera.
No se inmut¨® el Atl¨¦tico, sabedor de que su pegada tiene que darle r¨¦ditos s¨ª o s¨ª, por mucho que alguno de sus atacantes se mueva en la m¨¢s absoluta oscuridad, como le ocurri¨® a Reyes.
Echaba de menos Ag¨¹ero a su socio favorito, el lesionado Forl¨¢n, pero el chico dej¨® su sello. Sim?o lanz¨® una falta y Ag¨¹ero cabece¨® de forma primorosa, saltando m¨¢s que nadie, respetando todos los tiempos, giro de cuello incluido, para cabecear el bal¨®n pegado al poste.
El Villarreal estaba obligado a un nuevo sobreesfuerzo y se puso a la tarea. Con paciencia, ocando una y otra vez, busc¨® su oportunidad.
Lleg¨®, por supuesto, pues no hay defensa con m¨¢s afici¨®n al regalo que la del Atl¨¦tico. Nada promet¨ªa aquel centro largo con destino a Nihat, pero Perea se encarg¨® de que lo prometiera todo. El colombiano fue incapaz de despejar. Leo Franco, de nuevo, se qued¨® en tierra de nadie, perdido en un mar de dudas, y Nihat marc¨®.
Otro error, otro desastre, otro gol recibido. Pero lo mejor estaba por llegar. Se viv¨ªan los instantes finales cuando el Villarreal enhebr¨® una jugada de museo en la que toc¨® y toc¨®, veinte veces quiz¨¢. Lleg¨® el bal¨®n a la banda derecha, donde Cani se puso genial para enviarlo raso, con el empeine, a la otra, rumbo a Nihat, el m¨¢s listo de la clase, que super¨® al vendido Leo Franco.
Era el tanto del triunfo, la puntilla para un Atl¨¦tico roto en su defensa, donde anda titiritero, donde tiene un socav¨®n, capaz como es de recibir siete goles en dos partidos en el m¨ªnimo margen de cuatro d¨ªas, dilapidando a golpe de error su fuerza en el ataque, convertido, en fin, en un gigante con la mand¨ªbula de cristal al que el Villarreal baj¨® de la nube.
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