Los ni?os con dislexia carecen de atenci¨®n especial en los centros
M¨¢s de 70.000 alumnos andaluces tienen trastorno de comprensi¨®n
Si su hijo es inteligente pero posee dificultades de lectura y comprensi¨®n en el colegio, quiz¨¢s deba descartar la pereza o la desatenci¨®n voluntaria en clase. Es muy probable que padezca dislexia sin saberlo. Entre un 5% y un 10% de los alumnos padecen alg¨²n tipo de esta discapacidad muy com¨²n.
La cifra resulta alarmante: m¨¢s de 70.000 alumnos andaluces.
"No soy tonto, s¨®lo necesito otra manera para aprender las cosas" "La soluci¨®n no est¨¢ en machacar al ni?o con hasta 11 horas de clase"
"?Pero qu¨¦ me pasa? Recuerdo que antes era de los mejores de la clase. ?Acaso me vuelvo tonto? Ahora no me sale nada bien. Estudio mucho pero no funciona. Leo las cosas una y otra vez y no me entero de nada", confiesa Daniel. Los chicos relatan su frustraci¨®n con ejemplos transparentes. "Lees caballo pero piensas en el animal. Cuando te enfrentas a palabras abstractas que no representan im¨¢genes, te pierdes. A otros le bailan las letras o las ven al rev¨¦s, dependiendo del grado", relata Jos¨¦ Gallego.
A pesar del abultado n¨²mero de alumnos afectados en las aulas y las continuas denuncias por parte de los padres, la Junta a¨²n no ha puesto remedio a este grave problema que se traduce en un alto ¨ªndice de fracaso escolar evitable.
La paciencia de la Asociaci¨®n Andaluza de Dislexia se agota y la semana pasada ha dirigido una carta abierta a la consejera de Educaci¨®n, C¨¢ndida Mart¨ªnez, para que atienda sus reclamaciones tras a?os de retraso. "La Administraci¨®n va por una parte y nosotros por otra. La actual Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n recoge las dificultades espec¨ªficas del aprendizaje dentro de las necesidades educativas especiales. Los ni?os no deben sentirse frustrados y discriminados a diario dentro del sistema educativo andaluz", denuncia el presidente de la asociaci¨®n y psic¨®logo, Jes¨²s Gonzalo.
Comunidades aut¨®nomas como Baleares ya ofrecen a los alumnos un examen de selectividad diferenciado. Disponen de m¨¢s tiempo, un profesor para preguntar conceptos concretos y una sala aparte para facilitar su concentraci¨®n. "A finales de a?o entregaremos al ministerio y a las comunidades un protocolo ¨²nico para aprender a detectar la dislexia en la atenci¨®n primaria. S¨®lo hace falta voluntad pol¨ªtica", se?ala I?aki Mu?oz, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Dislexia.
Entre los 600 cursos y las m¨¢s de 15.000 horas de docencia que ofertan en la comunidad los Centros del Profesorado para formar a los docentes, no existen ninguno dedicado a la dislexia, denuncian los padres.
"As¨ª parece l¨®gico que todav¨ªa haya profesores que nieguen, por puro desconocimiento, la existencia del problema", critica Gonzalo.
La Consejer¨ªa de Educaci¨®n reconoce que no ha puesto en marcha medidas concretas para que los maestros aprendan a detectar esta incapacidad de aprendizaje, pero esgrime que los centros pueden disponer de programas de acompa?amiento escolar como refuerzo del estudio del alumno, y de ampliaci¨®n horaria de los centros para la recuperaci¨®n de la "lectoescritura". Adem¨¢s, existen 990 especialistas para audici¨®n, lenguaje y tareas de apoyo, aunque no est¨¢n especializados y su utilidad es nula, seg¨²n denuncian los padres.
"La soluci¨®n no est¨¢ en machacar al ni?o con hasta 11 horas de clases, sino en transformar su aprendizaje. No se trata de revolucionar la escuela, sino de reajustar la formaci¨®n y metodolog¨ªa del profesorado", apunta Gonzalo.
La respuesta no parece un gran esfuerzo a los profesores. Las t¨¦cnicas incluyen ense?ar al alumno a estudiar con esquemas, en vez del subrayado tradicional. Hacerle pensar y comprender de otro modo y ofrecerle la posibilidad de explicar los conceptos de manera oral. Potenciar su capacidad visual y no empezar la lecci¨®n por los detalles, como muchos profesores hacen. Cuando los padres conocen la condici¨®n neurobiol¨®gica de sus ni?os, el entorno familiar se vuelca con el hijo por norma. "La zozobra desaparece y las cosas se colocan en su sitio", explica Gonzalo.
Los ni?os con dislexia, una discapacidad hereditaria, son acusados de vagos e ineptos en los peores casos. Repiten curso a pesar de ser inteligentes y muy creativos. "Conozco una bi¨®loga que no sabe multiplicar porque padece discalculia, pero es un as en su trabajo", recuerda Gallego. Daniel concluye su reflexi¨®n: "Ya s¨¦ lo que me pasa: No soy tonto, s¨®lo necesito otra manera para aprender las cosas".
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