De Pedro Rico y Rafael Henche a Mayalde y Arias Navarro
La Casa de la Villa de Madrid ha sufrido, casi siempre, los efectos de la damnatio memoriae, la condena al olvido de cu?o senatorial romano aplicada a los gobernantes antecesores por quienes, al poco, les suceden. As¨ª, poca gente bajo el franquismo supo qui¨¦n fue Pedro Rico, el orondo primer edil del Madrid republicano (1931-1934) a quien correspondi¨® entregar al pueblo el predio real de la Casa de Campo un memorable Primero de Mayo. El franquismo neg¨® a Rico y al alcalde del Madrid sitiado entre abril de 1937 y marzo de 1939, Rafael Henche, toda cita.
Por otra parte, y pese a haber mandado, mucho, por designaci¨®n de Franco, los alcaldes Alberto Alcocer (1939-1946), desescombrador del Madrid destruido; Jos¨¦ Moreno Torres (1946- 1952), fulminado tras el accidente de tranv¨ªa del puente de Toledo en 1952, con 15 muertes; Jos¨¦ Finat, antes embajador de Franco ante Hitler, anfitri¨®n del primer lord de Londres, 12 a?os alcalde; Carlos Arias Navarro, creador de los pasos elevados de Atocha y Cuatro Caminos, mentor de la M-30, las operaciones asfalto y alumbrado, reformador de la administraci¨®n municipal y abridor de plazas de las que evacu¨® mercados...
Casi todos ellos permanecen hoy semiolvidados. Su recuerdo ha sufrido desmemoria, aunque menos intensa de la padecida por Rico y Henche. Todos, sin embargo, sesionaron en la Casa de la Villa.
Quiz¨¢ la decisi¨®n cultural m¨¢s singular de las adoptadas en la Casa de la Villa fue, en 1963, el entierro de Ram¨®n G¨®mez de la Serna, exiliado en Argentina tras la Guerra Civil y all¨ª fallecido; tras regate¨¢rsele la Medalla de Plata de la ciudad, le fue concedida la de Oro.
Episodio se?ero en los a?os sesenta fue la desestabulaci¨®n domiciliaria de las vacas de Madrid, m¨¢s de 12.000, dispersas en vaquer¨ªas por toda la ciudad. Vino tambi¨¦n la erradicaci¨®n de los traperos. Acometi¨® ambas medidas el periodista, hoy Primer Cronista de la Villa, Enrique de Aguinaga, delegado de Mercados durante 12 a?os.
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