Vocaci¨®n por conocer la verdad
Una vez que finalice el plazo para recurrir el fallo ante el Tribunal Supremo, el trabajo realizado como fiscal por los atentados terroristas cometidos en Madrid y Legan¨¦s en 2004 habr¨¢ terminado para siempre. En el largo tiempo transcurrido desde aquel triste 11 de marzo de 2004, muchos acontecimientos, demasiados, han sucedido en la vida de Espa?a llenando de incertidumbre y desasosiego las vidas de los que sobrevivieron.
Las diferentes instituciones del Estado que hemos participado en la investigaci¨®n de lo ocurrido (Juez Instructor, Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, Guardia Civil y Ministerio Fiscal) hemos soportado con mucho estoicismo el ataque virulento que diariamente se ha llevado a cabo por medios de comunicaci¨®n de todos conocidos, que a la postre siempre obedec¨ªan intereses privados. Los ataques procedentes de algunos representantes de la soberan¨ªa popular o aspirantes a ello, democr¨¢ticamente elegidos en las urnas, eran del todo punto inadmisibles.
Hay "plumillas de est¨®mago agradecido" que hacen bandera del insulto
"Seguiremos con las v¨ªctimas en su recuperaci¨®n f¨ªsica y an¨ªmica"
El tiempo pone a cada uno en su sitio: v¨¦ase la sentencia sobre los atentados
Los que se fueron no morir¨¢n del todo mientras les tengamos en nuestros corazones
M¨¢s all¨¢ de apoyar a las instituciones del Estado que trabajan por y para todos los espa?oles, estos representantes de la soberan¨ªa han tenido una visi¨®n min¨²scula y partidista de la labor que hemos realizado, con numeros¨ªsimas dificultades -que no es cuesti¨®n de enumerar en este momento-, en una soledad casi da?ina, sin pensar nunca que nuestra ¨²nica meta -el ¨²nico fin de nuestro trabajo- era conocer la verdad judicial. No la pol¨ªtica, period¨ªstica o medi¨¢tica, que interesara a unos pocos, porque no es ¨¦se nuestro trabajo ni responsabilidad. Nuestro objetivo siempre fue recuperar la memoria de las personas que quedaron para siempre en el camino. Nuestro pensamiento siempre estuvo puesto en la cantidad de familias rotas por el dolor, su dolor.
Como en parte tuve ocasi¨®n de decir al final del juicio, la dignidad de los afectados y la memoria de las v¨ªctimas no han sido merecedoras del tratamiento dado en algunos medios de comunicaci¨®n por personas que, a lo mejor, en su momento, pudieron aprobar la carrera de periodismo, pero que no tienen la altura y grandeza de una profesi¨®n tan importante en una sociedad democr¨¢tica como la nuestra.
Estas personas han escrito o hablado a trav¨¦s del micr¨®fono, sobre aspectos de la investigaci¨®n que se pueden calificar de insultantemente espurios, con un inter¨¦s cremat¨ªstico ilimitado, con pretensiones de moralidad cuando ignoran el significado de esta palabra, con un desconocimiento preocupante de los datos jur¨ªdicos que alegremente utilizaron.
Son habladores o "plumillas de est¨®mago agradecido" que han hecho bandera del insulto y la descalificaci¨®n hacia algunos de los que hemos tenido el honor de servir a nuestros conciudadanos, todos funcionarios p¨²blicos, que desde aquel d¨ªa hemos trabajado hasta el desvelo por y para la sociedad en general. Un d¨ªa, aquel 11 de marzo, de gente abrumada y con una pena infinita por la masacre que acababa de ocurrir, por el terror sin l¨ªmites que se ensa?¨® con los inocentes. Un d¨ªa terrible de caos, de colapso circulatorio. Desde entonces hemos venido realizando nuestro trabajo de forma honesta.
Y ha sido una labor incesante, con demasiadas renuncias desde la comisi¨®n de aquellos hechos execrables, por nadie buscados (nadie de bien) y por todos encontrados de forma tremendamente abrupta.
Como dice nuestro refranero, que es muy sabio, la "ignorancia es muy atrevida y normalmente da la mano a la osad¨ªa", y se habla, opina, debate, discute y analiza con frecuencia de lo que se desconoce con una ligereza preocupante. Si bien, siguiendo con la sabidur¨ªa popular, "el tiempo pone a cada uno en su sitio, y da y quita razones". V¨¦ase el contenido y fallo de la sentencia n.? 65/07 de 31-10-07.
Ha sido algo absolutamente repugnante, nauseabundo y mezquino. En ¨²ltima instancia, la investigaci¨®n de aquella atrocidad, penosa no s¨®lo por la carga de trabajo sino emocional, ha servido para poder desentra?ar parte de lo ocurrido y dar la respuesta correspondiente a la sociedad del trabajo que se realiza en los tribunales, aqu¨ª dentro -en estrados- y no fuera, en otras instancias. Y, sobre todo, ha sido una satisfacci¨®n trabajar y luchar con y por personas que merecen la pena, compartir con ellos buenos y malos momentos, aproximar la frialdad de nuestras togas -que muchos as¨ª perciben- a los perjudicados-afectados-v¨ªctimas... Intentar explicarles, de la manera m¨¢s sencilla, que a las personas hoy condenadas que cometieron y participaron en aquella felon¨ªa, se les exigen las responsabilidades correspondientes establecidas en nuestra legislaci¨®n, sin venganza, s¨®lo y ¨²nicamente con la aplicaci¨®n estricta de la ley, aprobada democr¨¢ticamente por los representantes en nuestro Parlamento. ?sa es nuestra diferencia y nuestra grandeza; pero sobre todo, y como ya dije al finalizar mi exposici¨®n en el juicio, transmitir a cada uno de los familiares de los fallecidos "que sus seres queridos, los que se fueron, no morir¨¢n del todo mientras los tengamos en nuestros corazones y no los olvidemos". Desde la peque?a Patricia Rzaska hasta el m¨¢s veterano de los fallecidos, don Rafael Serrano L¨®pez. Y al resto de los afectados -heridos no s¨®lo en el alma, todav¨ªa hoy aquejados de secuelas tan terribles- decirles que seguiremos con ellos en su recuperaci¨®n f¨ªsica y an¨ªmica. Es hora, finalmente, de que el respeto y la tolerancia, base de nuestra convivencia, se instalen para siempre entre todos los espa?oles. Probablemente con ello se eviten otras agresiones.
Nuestro trabajo (el del juez, la Polic¨ªa, la Guardia Civil, los funcionarios del juzgado), mi trabajo, vocacional, siempre merecer¨¢ la pena, aunque ni siquiera, ante tanto exabrupto, nuestros propios compa?eros -en mi caso s¨®lo de escalaf¨®n-, algunos asociados, se hayan acordado de nosotros.
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