El atentado complica la tarea de reconstrucci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica
La OTAN ha detectado una creciente presencia de extremistas extranjeros
La OTAN conden¨® ayer "en los m¨¢s duros t¨¦rminos" el atentado suicida en la norte?a localidad de Bahglan. El ataque, que tambi¨¦n fue condenado por los talibanes, confirma que la situaci¨®n en el pa¨ªs asi¨¢tico es m¨¢s compleja de lo que parece.
La violencia ha obligado a cerrar el 40% de las escuelas en el sur del pa¨ªs
El propio secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, esperaba anoche poder hablar con el presidente afgano para tener informaci¨®n y valoraci¨®n de lo ocurrido. Lo incuestionable es que el atentado se produjo en el relativamente tranquilo norte del pa¨ªs, no exento de ataques contra las fuerzas occidentales (mayoritariamente alemanas all¨ª), pero en nada comparables a la situaci¨®n de guerra abierta que se vive en el sur y este del pa¨ªs.
Hasta ahora, la versi¨®n oficial de la OTAN es que el recurso a ataques suicidas como el de Bahglan, que causan m¨¢s estragos entre la poblaci¨®n civil que entre los soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), es una muestra de la desesperaci¨®n de los talibanes, quienes, incapaces de hacer mella en el despliegue militar aliado, optan por una actividad de guerra asim¨¦trica ciega.
"El ataque muestra una vez m¨¢s la verdadera cara de nuestros enemigos en Afganist¨¢n", insisti¨® en se?alar Scheffer, mientras fuentes de su entorno hablaban de "golpe muy duro porque al asesinar a parlamentarios han atacado al coraz¨®n de la democracia".
El hecho es que m¨¢s all¨¢ de las declaraciones ret¨®ricas, las tareas de desarrollo y reconstrucci¨®n que constituyen una de las caras de la moneda de la misi¨®n afgana ("no puede haber reconstrucci¨®n sin seguridad, pero tampoco puede haber seguridad sin reconstrucci¨®n", es la consigna) se ven gravemente da?adas por estos golpes de mano de los talibanes y de sus aliados.
Cuando entran por sorpresa en una aldea, la escuela es lo primero que destruyen los extremistas, cuyas simples amenazas de acci¨®n han servido para cerrar el 40% de ellas en el sur del pa¨ªs, seg¨²n el ministro de Educaci¨®n. Una reciente evaluaci¨®n de Naciones Unidas da cuenta de la muerte este a?o de 34 trabajadores contratados locales para las tareas de reconstrucci¨®n, del secuestro de otros 76 y de asaltos de distinto tipo contra un centenar de instalaciones o equipos de ayuda avalados por Naciones Unidas. El grueso de estos ataques se ha producido en el sur del pa¨ªs, pero tambi¨¦n ha habido operaciones disuasorias de la cooperaci¨®n en la capital, Kabul, y sus inmediaciones.
Una fuente diplom¨¢tica occidental que acaba de visitar Afganist¨¢n atribu¨ªa ayer el ataque a alg¨²n militante enviado desde el sur, la tierra past¨²n en la que se desarrolla el grueso de la resistencia talib¨¢n y se inquietaba por la intratable porosidad de la frontera con el vol¨¢til Pakist¨¢n.
Especialistas en seguridad de la OTAN sobre el terreno detectan una creciente presencia en Afganist¨¢n de extremistas llegados de otros pa¨ªses (desde Turqu¨ªa a China, pasando por Uzbekist¨¢n, Chechenia y diversos pa¨ªses ¨¢rabes, adem¨¢s del propio Pakist¨¢n) para librar la guerra predicada por el l¨ªder de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden.
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