Inalterables al paso del tiempo
El Auditori se llen¨® para asistir al nuevo concierto de Manhattan Transfer en Barcelona. Si todos los que estaban all¨ª la noche del martes sab¨ªan lo que iban a ver, seguro que se lo pasaron en grande porque el cuarteto ofreci¨® todo, absolutamente todo, lo que pod¨ªa esperarse de ¨¦l: Manhattan Transfer al cien por cien.
?sa es tambi¨¦n la ¨²nica pega que se le puede poner a su nuevo concierto barcelon¨¦s: en cosa de 30 a?os la banda no ha cambiado ni un ¨¢pice. A lo largo de casi dos horas todo fue absolutamente previsible, desde sus portentosas armon¨ªas vocales y sus sorprendentes scats hasta los arreglos instrumentales, los movimientos esc¨¦nicos y las canciones que cantaron (las hab¨ªa recientes, pero no se notaba). Eso era lo que el p¨²blico esperaba y de ah¨ª el ¨¦xito total. Tim Hauser, Cheryl Bentyne, Janis Siegel y Alan Paul conservan, a pesar del paso de los a?os, todo su carisma esc¨¦nico y unas voces magn¨ªficas que les permiten afrontar las mayores osad¨ªas sin el menor problema, incluso llenar de fuegos artificiales cualquier interpretaci¨®n sin que parezcan gratuitos. As¨ª sucedi¨® en el Auditori: recuperaron lo m¨¢s popular de su repertorio en versiones calientes en las que el swing m¨¢s contagioso se daba la mano con un perfecto sentido del show business en la mejor acepci¨®n del t¨¦rmino.
Manhattan Transfer.
Auditori. Barcelona, 6 de noviembre.
?xito absoluto de Manhattan Transfer con su buen 'swing' de siempre
Los homenajes a Count Basie, Miles Davis o Ella Fitzgerald se sucedieron y permitieron al cuarteto mostrar todas las posibilidades del vocalese (cantar con palabras fragmentos musicales inicialmente instrumentales) que ellos dominan a la perfecci¨®n. En uno de esos recuerdos, exactamente el A-Tisket, A-Tasket de Ella, Janis Siegel simul¨® un incre¨ªble solo de trompeta que levant¨® los ¨¢nimos del personal.
Los cuatro cantantes tuvieron sus momentos en solitario y acabaron su espect¨¢culo con un recuerdo para Desmond Tutu cantando el tema que Miles Davis dedic¨® al arzobispo surafricano y, ya en la recta final, dos de sus m¨¢s emblem¨¢ticas melod¨ªas: la brasile?a Soul food to go, Tickle Tickle y la terriblemente swingante Boy from New York City. ?xito apote¨®sico coronado con una corta pero caliente tanda de bises: el primero Speak Up Mambo, cantada por Paul en un incomprensible idioma que se asemejaba al castellano, y para concluir, ?c¨®mo no!, Java Jive.
A la salida, en todas las caras se esbozaba una sonrisa.
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