El tir¨®n tur¨ªstico del Camino del Cid
Una ruta para seguir los escenarios de un 'best-seller' de ocho siglos
El auge viajero de los caminos que sigui¨® el Cid en su destierro y la repercusi¨®n del octavo centenario del Cantar, que recoge su peripecia guerrera y humana, se ha notado en Vivar del Cid (Burgos). Que aqu¨ª naciera, alrededor de 1048, el infanz¨®n Rodrigo D¨ªaz convierte Vivar, pedan¨ªa del municipio de Quintanilla Vivar, en punto de partida de la ruta cidiana.
En Vivar, a ocho kil¨®metros de Burgos, tuvieron su hogar Rodrigo D¨ªaz y Jimena. Aqu¨ª nacieron sus tres hijos: Diego, el primog¨¦nito, muerto adolescente en la defensa de Consuegra, y las dos hembras, Cristina y Mar¨ªa, transformadas por los juglares en Elvira y Sol
De Medinaceli sali¨® el espectacular cortejo de acompa?amiento de Jimena y sus hijas. El 'Cantar' lo deja claro: el objetivo era "que sopiessen los otros" que las damas abandonaban gloriosamente los territorios reales
Pero no es el Cid quien nos acompa?a en esta ocasi¨®n. El recorrido hasta Molina de Arag¨®n (Guadalajara), pasando por el monasterio de San Pedro de Carde?a (Burgos) y Medinaceli (Soria), lo vamos a hacer de la mano, blanca y firme, de la mujer que comparti¨® su destino: Jimena, noble asturleonesa, con cuyo matrimonio, en 1074, el Cid ascendi¨® un importante pelda?o en la escala social. Un matrimonio que, seg¨²n refleja el contrato de arras guardado en el archivo catedralicio de Burgos, se hizo no a la usanza castellana del contrayente, sino a la asturiana de la desposada, lo cual significaba, adem¨¢s de una sustanciosa diferencia econ¨®mica a favor de do?a Jimena, un t¨¢cito reconocimiento de igualdad.
EL ARC?N DEL 'CANTAR'
Para Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, detr¨¢s de la autor¨ªa del Cantar de m¨ªo Cid habr¨ªa dos juglares: uno, de San Esteban de Gormaz, y el otro, posterior, de Medinaceli, ambos en tierras sorianas. Despu¨¦s, Per Abat, cl¨¦rigo de la tambi¨¦n soriana Fresno de Caracena, le dar¨ªa la forma definitiva, firmando el texto por primera vez: "Quien escrivi¨® este libro d¨¦l Dios para¨ªso, ?am¨¦n!". Y son esa forma, y esa firma, en 1207, las que ahora se conmemoran.
Ese documento se perdi¨®. Por fortuna, una mano an¨®nima lo hab¨ªa copiado entre los siglos XIII y XIV. La joya, custodiada en la Biblioteca Nacional de Madrid, permaneci¨®, por avatares del destino, bajo el amoroso cuidado de las clarisas del monasterio de Nuestra Se?ora del Espino, en Vivar del Cid: para algunos estudiosos, como Timoteo Ria?o, s¨®lo entre 1745 y 1776; otros prolongan la estancia durante m¨¢s de un siglo. En todo caso, proced¨ªa del concejo, a cuyas manos lleg¨® por caminos que se desconocen. Su peripecia, compleja y llena de peligros, culmin¨® cuando en 1960 la Fundaci¨®n Juan March lo adquiri¨®, don¨¢ndolo al Estado.
El monasterio surgi¨® en 1477 como hogar de la comunidad clarisa. De traza g¨®tica, su iglesia es del mismo estilo, con un retablo mayor dorado y barroco, presidido por una diminuta (20 cent¨ªmetros) talla de madera de la Virgen con el Ni?o. En el locutorio del convento, detr¨¢s de las rejas, se exhibe el arc¨®n de madera y hierro, de los siglos XVI y XVII, que guard¨® el tesoro.
En Vivar, a ocho kil¨®metros de Burgos, tuvo su hogar la pareja. Aqu¨ª nacieron sus tres hijos: Diego, el primog¨¦nito, del que nada dice el poema, muerto adolescente en la defensa de Consuegra (Toledo) a las ¨®rdenes de Alfonso VI, y las dos hembras, Cristina y Mar¨ªa, transformadas por los juglares en Elvira y Sol. Aqu¨ª pasaron Rodrigo y Jimena sus siete iniciales a?os de casados -el destierro lleg¨® en 1081 - y aqu¨ª regresar¨ªa el Campeador en el escaso tiempo, entre 1087 y 1089, que dur¨® el perd¨®n real.
El solar cidiano se encontrar¨ªa en el barrio de Villentro, en el t¨¦rmino del vecino Sotopalacios. Pero de ¨¦l no quedan restos: "La gente mayor", dice Laura D¨ªez, que acompa?a las visitas guiadas, "recuerda que iban a jugar a unas ruinas de las que fueron cogiendo piedras para construir las nuevas casas".
La iglesia de San Miguel, del siglo XV, se levanta sobre otra del X, dedicada al Salvador. Dej¨¢ndola atr¨¢s saldr¨ªa de Vivar el Cid, seg¨²n relata el Cantar, "de los sos ojos / tan fuertemientre llorando".
Este verso inicial marca la t¨®nica del primer gran libro de la literatura espa?ola y uno de los m¨¢s importantes poemas ¨¦picos del medievo europeo. Un texto recorrido por una mirada, si no femenina (pues varones lo compusieron), s¨ª al menos dotada de algunas de sus m¨¢s valiosas caracter¨ªsticas.
SAN PEDRO DE CARDE?A
Y ese texto, l¨®gicamente, ten¨ªa que recoger las palabras de la esposa del desterrado, sus sentimientos. En el monasterio de San Pedro de Carde?a se produce el encuentro antes de que la hueste cidiana abandone el territorio de Alfonso VI. No es dif¨ªcil, recorriendo la estrecha carretera custodiada por los verdes y amarillos del oto?o, imaginar la llegada del Campeador cuando "apriessa cantan los gallos / e quieren quebrar albores".
Figuras de romance, un ¨®leo (propiedad del Ayuntamiento de Burgos) rebosante de sensualidad, pintado en 1934 por Marceliano Santa Mar¨ªa, recoge el despertar de lo que ser¨ªa, por largo tiempo, la ¨²ltima noche de la pareja. Fuera amanece, mientras Jimena rodea con sus brazos el cuerpo descansado y desnudo del Campeador. Lo que es abandono en el guerrero se convierte en angustia y temor en los ojos de la dama. ?l, seg¨²n el Cantar, le ha dicho a ella: "?Commo a la mi alma / yo tanto vos quer¨ªa!".
Apenas clarea, la pareja se dirige a la iglesia del monasterio. La austeridad y sobriedad del templo actual, del siglo XV, permiten evocar la desgarradora escena, cuando "ech¨®s' do?a Ximena / en los grados delant'el altar".
San Pedro de Carde?a cay¨®, a partir de la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, a mediados del siglo XIX, en el mal uso, la incuria y el abandono. En 1942, la orden cisterciense de la estricta observancia inici¨® una recuperaci¨®n que permite disfrutar de un enclave que se alza a 13 kil¨®metros de Burgos, en plena naturaleza.
Entre sus joyas destaca el claustro rom¨¢nico de los M¨¢rtires, en recuerdo de los 200 monjes que murieron el a?o 953 en la persecuci¨®n desatada por G¨¢lib, gobernador musulm¨¢n de Medinaceli. Trazado en el siglo XII, sus arquer¨ªas en dos tonalidades que se van alternando -motivo que se repite en la fachada del monasterio- traen hasta el coraz¨®n de Castilla los aires de la mezquita cordobesa.
Hasta aqu¨ª trasladar¨ªa Jimena, en 1102, el cad¨¢ver de su esposo, muerto en 1099 en la codiciada, amada y conquistada Valencia. La viudedad no le hizo abandonar el feudo ganado; antes bien, lo defendi¨® pidiendo para ello ayuda a su pariente y soberano, Alfonso VI. Pero el empuje guerrero de los almor¨¢vides hizo que el empe?o resultara imposible. Nada se sabe de los postreros tiempos de Jimena, que vivi¨® al menos hasta 1113, fecha en la que aparece por ¨²ltima vez su nombre en un documento.
El Cantar vuela po¨¦ticamente en la despedida familiar, creando la primera met¨¢fora de la lengua castellana: "As¨ª s'parten unos d'otros / commo la u?a de la carne".
MEDINACELI
El poema habla de nuevo de San Pedro de Carde?a cuando el gran amigo del Campeador, Minaya ?lvar F¨¢?ez, va a buscar a Ximena y a sus hijas para llevarlas hasta Valencia. En Medinaceli (Soria), en el l¨ªmite de las tierras alfonsinas, se produce el encuentro con los guerreros, tanto cristianos como moros, que por orden del Cid llegan para formar la comitiva de acompa?amiento.
En oto?o, a ser posible entre semana, las calles adoquinadas, silenciosas y vac¨ªas (apenas 200 habitantes en el casco antiguo) de la hermosa Medinaceli acompa?an al viajero que deambula entre palacios, plazuelas, galer¨ªas de arte, estrechas callejas en las que los aleros parecen abrazarse en el cielo, piedras blasonadas, restos de murallas y una reconstruida fortaleza ¨¢rabe.
Esta mimada joya alberga algunas sorpresas, como el beaterio de San Rom¨¢n, un enorme y abandonado edificio de piedra rojiza, ventanas enrejadas y una iglesia rematada por espada?a. "Estas beatas", recuerda Miguel Moreno, cronista de Soria, "conviv¨ªan en comunidad, no dedicadas expresamente a la vida de oraci¨®n. Eran de clase media-alta, y su alojamiento comunitario no era precisamente conventual, sino residencial. Viv¨ªan de sus propios bienes y algunas ten¨ªan hasta servidoras. No ten¨ªan reglas ni constituciones monacales". Esta situaci¨®n no dur¨® mucho, ya que a mediados del siglo XVI "interviene alg¨²n obispo, y con el acuerdo de los duques fundadores se adscriben a la orden de San Jer¨®nimo". Aqu¨ª permanecieron hasta 1952, cuando las jer¨®nimas se repartieron por otras comunidades y el edificio inici¨® su ruina.
Popularmente eran conocidas como monjas ricas, en contraposici¨®n con las monjas pobres del convento g¨®tico de Santa Isabel, fundado en 1528 y habitado actualmente por una peque?a comunidad de clarisas.
El beaterio de San Rom¨¢n custodi¨® en tiempos los Cuerpos Santos de los patronos de Medinaceli, m¨¢rtires en ?frica, en cuyo honor se celebran fiestas que alcanzan precisamente esta noche uno de sus momentos culminantes: el Toro Jubilo (la fiesta se celebra en noviembre el fin de semana m¨¢s cercano al d¨ªa 13).
Medinaceli tiene una espectacular plaza Mayor, uno de cuyos lados cierra el renacentista palacio Ducal, del siglo XVI, al que se trasladaron los mosaicos romanos sacados a la luz por diversas excavaciones; y la alh¨®ndiga, de la misma ¨¦poca, sede en su d¨ªa del concejo, con un mosaico de cer¨¢mica que recuerda los versos de Gerardo Diego: "Ciudad del Cielo, Medina...".
La villa exhibe adem¨¢s una colegiata g¨®tica ojival, construida entre 1520 y 1540, con un dorado retablo barroco y un restaurado ¨®rgano. Delante del altar, una r¨¦plica del famos¨ªsimo Jes¨²s de Medinaceli y un crucificado del siglo XVI. Desde la villa se contemplan, con un poco de suerte, inenarrables atardeceres de oto?o, con todas las gamas del rojo, del naranja, del azul, del amarillo..., y el algod¨®n de las nubes pre?ado de color.
Pero Medinaceli tiene, sobre todo, un espectacular arco romano, el ¨²nico de triple arquer¨ªa existente en Espa?a, libre ahora de los andamiajes que durante a?os soportaron tareas de restauraci¨®n y consolidaci¨®n. Tal vez (so?ar no exige comprobaciones) saliera por aqu¨ª el espectacular cortejo de acompa?amiento de Jimena y sus hijas. El Cantar lo deja claro: el objetivo era "que sopiessen los otros" que las damas abandonaban gloriosamente los territorios reales.
MOLINA DE ARAG?N
Molina es lugar de paso entre la meseta castellana y las aguas del Mediterr¨¢neo valenciano. All¨ª, Avengalb¨®n (existi¨® un gobernador, Ibn Galbun, en el que algunos han visto la inspiraci¨®n del personaje) les agasaj¨®: "?A Minaya e a las due?as, / Dios, c¨®mmo las ondrava!". La evocaci¨®n viene reforzada por la s¨®lida presencia de las piedras: en este caso, las rojizas (especialmente al atardecer) del recinto amurallado de primitiva traza ¨¢rabe y los cuatro torreones, que se levantan como una aparici¨®n en medio del horizonte. Separada del conjunto, altiva, hermosa y como enfadada, la Torre de Arag¨®n tiene su propio contorno defensivo.
Dos damas pasaron a la historia con el apellido de Molina: Blanca de Molina, quinta y ¨²ltima se?ora aut¨®noma, a cuyo antiguo Cabildo de Caballeros est¨¢n ligados los or¨ªgenes de la hermandad de la Virgen del Carmen -sus componentes, vestidos con una especie de frac bicolor y tocados con un morri¨®n alto de piel negra, acompa?an la imagen en procesi¨®n por las se?oriales calles el 16 de julio-, y su hermana de padre, Mar¨ªa de Molina, tres veces reina por los avatares del destino.
Murallas y torres se asoman desde casi todas las perspectivas: desde el convento de San Francisco (hoy Casa de Cultura), fundado por do?a Blanca en el siglo XIII, cuya torre barroca est¨¢ rematada por una veleta, El Giraldo; desde el restaurado puente rom¨¢nico sobre el r¨ªo Gallo; desde la iglesia de San Pedro y el contiguo convento de las ursulinas, con fachada esgrafiada, o desde la recogida y silenciosa plaza de la iglesia cisterciense de Santa Clara, con un desnudo interior de piedra y un anejo convento de clarisas. Este conjunto monumental est¨¢, adem¨¢s, salpicado de templos, fachadas palaciegas renacentistas, balcones con flores, tejados de teja y humeantes chimeneas.
Desde Molina parti¨® de nuevo la comitiva del reencuentro familiar en Valencia. El caballero musulm¨¢n amigo del Cid acompa?¨® a las damas hasta "tres leguas contadas" del feudo conquistado por el Campeador que, tras la muerte de su esposo, tan bravamente defender¨ªa Jimena.
GU?A PR?CTICA
VIVAR DEL CIDCOMER- Mes¨®n Molino del Cid (947 29 20 16). Carnes rojas, cordero asado por encargo y pollo de corral. Unos 15 euros.- La Cantina Camino del Destierro (947 29 20 58). Merluza a la Jimena y pollo de corral al destierro. Men¨² del d¨ªa, 9.DORMIR- Casas rurales Caminos del Cid y Do?a Sol (687 59 28 30). Habitaci¨®n doble en la primera, desde 45 euros m¨¢s IVA. La segunda, Do?a Sol, entera, los fines de semana, desde 300 euros.COMPRAS E INFORMACI?N- Reposter¨ªa artesana del convento de monjas clarisas.- Ayuntamiento de Quintanilla (947 29 21 07).SAN PEDRO DE CARDE?ADORMIR- Hospeder¨ªa del monasterio (947 290 033). 29 euros por persona. Hospeder¨ªa mixta; estancia m¨ªnima, tres d¨ªas.COMPRAS- Los monjes cr¨ªan y embotellan el vino Valdeveg¨®n. Tizona del Cid, licor de hierbas dulce y seco. Patatas y otros productos de la huerta.MEDINACELICOMER- El Rinc¨®n (975 32 61 61). Marimedrano, 14. No tienen men¨² del d¨ªa. Carta, de 30 a 35 euros. Su especialidad es el cabrito.DORMIR- Hotel Nico (975 326 011). N-II, km 151. Tiene restaurante. Habitaci¨®n doble, 76 m¨¢s IVA. Men¨² del d¨ªa, 20 euros.- Casa rural La Cer¨¢mica (975 32 63 81). Abierto los fines de semana, Semana Santa, puentes y verano. Se alquila por habitaciones. Son 12 con ba?o. Cada habitaci¨®n, 52 euros m¨¢s IVA.- Hostal Bavieca (975 32 61 06). Habitaci¨®n doble con desayuno, 69,55 euros. Alojamiento, desayuno y cenaa la carta (previa reserva), habitaci¨®n doble, 112 euros m¨¢s IVA.COMPRAS- Exquisita reposter¨ªa artesana en el convento de Santa Isabel.- Horno De Diego (975 32 61 03). Plaza de la Colegiata. Pan, bollos caseros, mantequilla, embutidos y morcillas.INFORMACI?N- Oficina de turismo de Medinaceli (689 73 41 76).MOLINA DE ARAG?NCOMER- El Castillo (949 83 05 19). San Felipe, 1. Men¨², 25 euros; carta, a partir de 40.DORMIR- Hotel rural El Molino del Bat¨¢n (949 83 11 11). Carretera Castilnuevo, s/n. Habitaci¨®n doble, a partir de 49 euros. Apartamentos para dos personas, 67; para 4 personas, 79, siempre m¨¢s IVA.- Apartamentos Casona de Santa Rita (949 83 05 30). Paseo de la Alameda, s/n. De dos a cuatro personas, desde 90 euros con desayuno.INFORMACI?N- Oficina de turismo de Molina de Arag¨®n (www.molinadearagon.es; 949 83 20 98). Visitas al castillo (en la Torre de Arag¨®n hay un museo) y a la ciudad.
Informaci¨®n y bibliograf¨ªa
- Turismo de Soria (975 22 05 11; www.sorianitelaimaginas.com).- Turismo de Burgos (947 27 94 32; www.burgosturismo.com).- Turismo de Guadalajara (www.dguadalajara.es/turismo).- Consorcio Camino del Cid (www.caminodelcid.org).- 'Do?a Jimena D¨ªaz de Vivar'. Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Burgos, 1999.- 'Do?a Jimena'. Magdalena Lasala. Temas de Hoy. Madrid, 2006.
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