Enclaves
Amaina el ruido provocado por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Como incidente, supongo que se solventar¨¢ en los mullidos sillones de las canciller¨ªas, y como casus belli, no parece haber movilizado a mucha gente, fuera de los interesados de oficio o por razones empresariales o personales.
Conclusi¨®n: la era colonial, la de la conquista, dominio y vasallaje, que se remonta a los asirios, ya es cosa del pasado. Hoy las relaciones entre pa¨ªses son otras y otra la noci¨®n de independencia, la forma de penetraci¨®n; otros vientos agitan otras banderas.
Ceuta y Melilla, como Gibraltar, pueden ser un residuo colonial, pero en la pr¨¢ctica son lugares de poco inter¨¦s estrat¨¦gico, enclaves virtuales de car¨¢cter administrativo y, sobre todo, extraterritorial, aut¨¦nticas estaciones espaciales con un sistema gravitatorio que permite andar con los pies arriba y la cabeza abajo, si esto tiene alguna utilidad, cosa que dudo. En este sentido, tienen menos en com¨²n con una plaza fuerte que con algunas urbanizaciones de la costa o algunas estaciones de esqu¨ª.
El problema, claro est¨¢, reside en su origen: un hecho de armas que culmin¨® en derrota y detrimento para uno de los contendientes. Un bald¨®n, porque la memoria hist¨®rica de las naciones se cimienta en las palizas propinadas al vecino. Tal como est¨¢n las cosas, no s¨¦ si esta tendencia es reversible, al menos por ahora, por m¨¢s que la globalizaci¨®n, la facilidad de comunicaci¨®n y la permeabilidad de todo tipo de fronteras no la justifica. Y es l¨¢stima, porque si pudi¨¦ramos olvidar el patriotismo, se podr¨ªa sacar mucho partido de estos enclaves, e incluso crear otros nuevos que sirvieran para lo que han de servir: puntos de encuentro, islotes culturales, foros de intercambio, objetivos tur¨ªsticos, centros de contrabando, juego y blanqueo de dinero. ?O no hacen falta?
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