Afganist¨¢n, ?hacia el abismo?
El reciente atentado de Baghlan, en el que murieron 70 personas, confirma que la situaci¨®n afgana se deteriora a marchas forzadas, al tiempo que Pakist¨¢n entra en plena zona de turbulencias
El atentado terrorista que el pasado 6 de noviembre mat¨® a 70 personas, entre ellas 59 escolares, en la provincia de Baghlan, en el norte de Afganist¨¢n, simboliza la situaci¨®n en la que se encuentra hoy el pa¨ªs: los avances que hab¨ªa hecho en los ¨²ltimos a?os corren grave peligro a causa del deterioro de la seguridad.
La comisi¨®n econ¨®mica de la C¨¢mara Baja de la Asamblea Nacional hab¨ªa ido all¨ª, procedente de Kabul, para celebrar la reestructuraci¨®n de una f¨¢brica de az¨²car de propiedad estatal. Es un proyecto para el que hab¨ªan prestado ayuda t¨¦cnica tanto el Gobierno alem¨¢n como varias empresas alemanas. La Organizaci¨®n de la ONU para la Agricultura y la Alimentaci¨®n hab¨ªa contribuido a organizar a los agricultores con el fin de garantizar el abastecimiento constante de las materias primas. Un programa financiado por USAID hab¨ªa ayudado al Gobierno a reestructurar la empresa para su privatizaci¨®n.
Los renacidos combatientes talibanes se encuentran ya a menos de una hora de Kabul
El enfrentamiento entre Washington y Teher¨¢n contribuye a desestabilizar Afganist¨¢n
Esta f¨¢brica es el tipo de empresa que el Gobierno afgano considera fundamental para escapar de las garras de la pobreza, la inseguridad, el desempleo y el narcotr¨¢fico. La f¨¢brica de az¨²car crea puestos de trabajo porque a?ade valor a una cosecha comercial, la remolacha azucarera, con lo que garantiza a los campesinos unos ingresos l¨ªcitos estables.
En la delegaci¨®n de Kabul figuraban varios de los m¨¢s destacados l¨ªderes de la Asamblea Nacional afgana, elegida en el oto?o de 2005 despu¨¦s de m¨¢s de tres decenios en los que el pa¨ªs ha vivido pr¨¢cticamente sin ning¨²n ¨®rgano electo. El presidente de la comisi¨®n econ¨®mica, Sayed Mustafa Kazemi, que muri¨® en el atentado, era un dirigente pol¨ªtico de la minor¨ªa chi¨ª del pa¨ªs. Perteneciente a un grupo cuyos miembros ni siquiera hab¨ªan disfrutado de igualdad como ciudadanos durante gran parte de la historia de Afganist¨¢n, se convirti¨® en destacado portavoz de la oposici¨®n. Fue a Baghlan acompa?ado de parlamentarios de todas las regiones y todos los grupos ¨¦tnicos de la zona.
Al comenzar su visita, la delegaci¨®n fue recibida por funcionarios locales y por ancianos de todas las comunidades de esta provincia. Ni?os vestidos con el traje nacional se reunieron para darle la bienvenida con cantos patri¨®ticos. La expansi¨®n del sistema escolar es uno de los logros de los que m¨¢s se enorgullece el pa¨ªs. Este a?o se han inscrito en los colegios m¨¢s de seis millones de ni?os. Por primera vez en la historia, esa cifra constituye m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n en edad escolar. Pero cuando los ni?os se dispon¨ªan a cantar, se produjo una explosi¨®n, seguramente causada por un terrorista suicida, que mat¨® a Kazemi, a otros cinco parlamentarios y a 59 ni?os y profesores. Fue el mayor atentado terrorista desde la instauraci¨®n del nuevo Gobierno afgano, a finales de 2001.
?Qui¨¦n llev¨® a cabo el atentado? La primera sospecha recay¨® sobre los talibanes, los antiguos gobernantes, que han establecido bases seguras en las ¨¢reas tribales de Pakist¨¢n y su provincia de Baluchist¨¢n. Junto al l¨ªder de Al Qaeda, Osama bin Laden, y otros grupos islamistas afganos, han aprovechado la desatenci¨®n de Washington y la connivencia de Islamabad para reestablecer gran parte de la base log¨ªstica que pose¨ªan en Afganist¨¢n. Seg¨²n un reciente informe de la ONU, algunos talibanes han establecido bases de entrenamiento para cometer atentados suicidas en zonas tribales de Pakist¨¢n, donde reciben ayuda de Al Qaeda. Efectivamente, Pakist¨¢n se ha convertido, m¨¢s que en un ¨¢rea para actuar en Afganist¨¢n, en un nuevo escenario de una guerra regional.
Mientras el presidente paquistan¨ª, Pervez Musharraf, lucha contra las que considera las principales amenazas para su poder personal -el sistema legal y judicial del pa¨ªs, los pol¨ªticos de la oposici¨®n, los medios independientes y la sociedad civil-, en las zonas tribales de su pa¨ªs est¨¢ asent¨¢ndose un emirato isl¨¢mico, dirigido por talibanes afganos y paquistan¨ªes, que gana cada vez m¨¢s terreno.
En cuanto a Afganist¨¢n, los combatientes talibanes se encuentran ya a menos de una hora de la capital. Para poder construir nuevas torres de telefon¨ªa m¨®vil, necesarias por el r¨¢pido crecimiento que est¨¢ teniendo dicho sector, las empresas tienen que llegar a acuerdos con los talibanes en todo el sur, el este y gran parte del oeste del pa¨ªs.
Las compensaciones por la telefon¨ªa m¨®vil no son la ¨²nica fuente de ingresos de los talibanes. Este a?o, la producci¨®n de opio ha crecido un 40% y se ha asentado, sobre todo, en zonas controladas por ellos. Las presiones de Estados Unidos para implantar un programa como el de Colombia, de fumigaci¨®n a¨¦rea de las cosechas en las zonas controladas por los rebeldes, ha suscitado pol¨¦mica con las autoridades y entre los gobiernos aliados. En especial, los brit¨¢nicos afirman que esa pol¨ªtica represiva no detendr¨ªa realmente a los talibanes y har¨ªa que los agricultores dieran la espalda al Gobierno y se aliaran con los rebeldes.
Sin embargo, un portavoz de los talibanes ha negado que su organizaci¨®n tuviera que ver con la matanza de Baghlan. En general, los antiguos gobernantes, cada vez m¨¢s sensibles a la opini¨®n p¨²blica, y envueltos en un intento de di¨¢logo con el Gobierno, no suelen realizar atentados contra grandes concentraciones de gente. Han utilizado a sus terroristas suicidas contra el ej¨¦rcito y la polic¨ªa, as¨ª como contra contingentes militares de la OTAN. Este incidente, en cambio, recuerda m¨¢s a las t¨¢cticas empleadas por los extremistas sun¨ªes asociados con Al Qaeda en Irak.
Hace un a?o, un funcionario iran¨ª me advirti¨® de que estaban yendo ¨¢rabes de Irak a Pakist¨¢n y Afganist¨¢n para entrenar a afganos y paquistan¨ªes en esas t¨¢cticas. Quer¨ªa transmitir esa informaci¨®n al Gobierno de EE UU pero, debido a la escalada del conflicto entre Washington y Teher¨¢n, s¨®lo pod¨ªa hablar conmigo, que era un ciudadano particular. El objetivo de esos atentados ser¨ªa desencadenar luchas ¨¦tnicas y sectarias en Afganist¨¢n.
Por desgracia, es posible que lo consigan. Despu¨¦s del atentado, los partidarios de Kazemi han denunciado que ¨¦l era el objetivo principal y que los responsables son los miembros de otro grupo enfrentado al Gobierno, el Hizb-I Islami (Partido Isl¨¢mico) de Gulbuddin Hikmatyar, viejo cliente de Pakist¨¢n, que en otro tiempo cont¨® con el s¨®lido respaldo de la CIA y ahora es aliado de Al Qaeda. Algunos de los jefes de este grupo apoyaron a los talibanes, pero luego se incorporaron al Gobierno de Karzai.
Algunos seguidores de Kazemi aseguran que su asesinato forma parte de un plan m¨¢s amplio. Las conversaciones entre el Gobierno y los talibanes, dicen, forman parte de un plan para formar una alianza pasht¨²n, apoyada por Pakist¨¢n y Estados Unidos, con el fin de desplazar a la Alianza del Norte, mayoritariamente no pasht¨²n y que ha recibido ayuda de Ir¨¢n. Kazemi estaba considerado como uno de los parlamentarios afganos m¨¢s pr¨®ximos a Ir¨¢n, sobre todo por parte de los servicios de seguridad.
El enfrentamiento creciente entre Estados Unidos e Ir¨¢n contribuye a desestabilizar Afganist¨¢n. Estos dos pa¨ªses respaldaron la coalici¨®n de la Alianza del Norte con el presidente Karzai y otros dirigentes pashtunes en 2001. A medida que se avecina el choque entre Washington y Teher¨¢n por el programa nuclear iran¨ª y la situaci¨®n en Irak, cada una de las partes est¨¢ tratando de consolidar sus alianzas en Afganist¨¢n. El responsable de la Guardia Revolucionaria iran¨ª ha advertido que, si Estados Unidos ataca, Ir¨¢n llevar¨ªa a cabo una serie de atentados devastadores en Irak y Afganist¨¢n.
Los afganos tienen cada vez m¨¢s miedo de que tambi¨¦n est¨¦ en juego la supervivencia de su pa¨ªs. En 2001, daba la impresi¨®n de que todas las potencias regionales y mundiales estaban de acuerdo sobre unas nuevas condiciones pol¨ªticas para estabilizar la situaci¨®n, que inclu¨ªan el apoyo a una amplia coalici¨®n. Ahora, esa coalici¨®n est¨¢ a punto de romperse, tanto dentro de Afganist¨¢n como en el ¨¢mbito internacional. Si se desintegra, ni las f¨¢bricas de az¨²car ni los tel¨¦fonos m¨®viles podr¨¢n salvar el pa¨ªs.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Barnett R. Rubin es director de Estudios del Centro para la Cooperaci¨®n Internacional de la Universidad de Nueva York.
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