"Conocer a George Clooney fue como empezar de nuevo"
La arcadia gastron¨®mica de Dianne Reeves, cantante excepcional y guardiana de las esencias de las divas del jazz, toma prestado el ex¨®tico nombre de Uglesich's, restaurante croata de marisco de Nueva Orleans que, mucho se teme, a¨²n permanece cerrado dos a?os despu¨¦s del Katrina. "Un buen plato de gambas barbacoa", exclama con los ojos en blanco y las aletas de la nariz desplegadas. "Y ma¨ªz asado. ?El fundamento de la cocina soul!".
La alusi¨®n al recetario de ra¨ªces africanas, sure?o y bien especiado que sirvi¨® de bandera culinaria a la lucha por los derechos civiles en EE UU podr¨ªa resultar injusta ante un cl¨¢sico desayuno buf¨¦ (y su indecisa suma de dulce y salado). No para la entusiasta Reeves. Ha recibido con satisfacci¨®n el modus operandi de la entrevista: "?O sea que debemos comer?", hab¨ªa dicho antes de lanzarse, plato en mano, a elegir.
De vuelta a la mesa, el jam¨®n serrano se mezcla de un modo inesperadamente local con el mel¨®n. Y a estas alturas, la cantante, nacida en Detroit en 1956 y residente en Denver, Colorado ("bien lejos de Nueva York"), ya ha confirmado la fama de buenos comedores de los m¨²sicos de jazz. Ser¨¢ que el af¨¢n autodestructivo desapareci¨® tras la revoluci¨®n bebop de posguerra. "O que viajamos mucho y la ¨²nica forma de conocer gente es alrededor de una mesa y un buen vino", dice Reeves. "Mezclar los sabores es s¨®lo una extensi¨®n m¨¢s del car¨¢cter aventurero preciso para el jazz".
Su imagen de hoy, los enormes anillos de topacio y esos pendientes de aro met¨¢licos, desmiente a la diva de los vestidos de raso que se asoma a las portadas de sus discos (recibidos, desde mediados de los ochenta, con entusiasmo por los amantes del jazz vocal). Tambi¨¦n a la pinta de gran se?ora del macartismo con la que el gran p¨²blico la descubri¨® en Buenas noches y buena suerte. A la pel¨ªcula prest¨® esa voz amplia en la que uno podr¨ªa quedarse a vivir, y su particular forma de afrontar los standards, con la l¨®gica que s¨®lo ampara a las cosas bellas. Del filme, Reeves obtuvo su contrapartida: "Conocer a George Clooney [director] fue comenzar de nuevo. Imag¨ªnese, treinta a?os despu¨¦s un mont¨®n de gente me ve¨ªa debutar".
La elipsis que dibuja con los cubiertos y una carcajada es la historia de una dama del jazz contempor¨¢neo. Un viaje que comenz¨® con el descubrimiento a los 14 a?os de la emperatriz del vibrato Sarah Vaughan ("yo era una chica con una gran voz, y su m¨²sica me ense?¨® los l¨ªmites") y la ha hecho merecedora de cuatro premios Grammy. El ¨²ltimo episodio de esta historia se escribi¨® ayer durante su actuaci¨®n del Festival de Jazz de Madrid, una muestra que visitaba por segundo a?o consecutivo. "Pero de un modo muy distinto", dec¨ªa por la ma?ana de un espect¨¢culo para el que mostr¨® una formaci¨®n casi in¨¦dita en el jazz: dos guitarras y voz. "Funciona de un modo maravilloso. El di¨¢logo entre Russell Malone, int¨¦rprete sure?o pegado a la tierra, y las sutilezas del brasile?o Romero Lubambo, me da alas para un nuevo viaje expresivo", dice, antes de pedir m¨¢s leche para un capuchino que ya tiene la pinta del algod¨®n de az¨²car deste?ido.
Y antes de impartir de nuevo magisterio gastron¨®mico del profundo sur. "?Mi magdalena proustiana? Las verduras de mi madre me llevan a mi infancia. Y la serpiente de cascabel al grill, claro".
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