"Cervezas, canutos, agua de mar. ?se es el sabor de mi vida"
Viene de Ginebra, donde est¨¢ pintando la c¨²pula de la sala XX de la sede de la ONU, 45 metros de di¨¢metro, 1.500 metros cuadrados. "El espacio es gigantesco, una barbaridad, y all¨ª estamos, patinando sobre hielo", dice entre risas. El humor de Miquel Barcel¨® es irresistible. Breve, directo, ir¨®nico, con su acento medio mallorqu¨ªn, medio franc¨¦s, todo lo que dice demuestra una sabidur¨ªa sencilla, esa facilidad compleja del sabor rural.
"Con ?frica hay una especie de malentendido cr¨®nico"
"La obra de Ginebra es una exploraci¨®n de los l¨ªmites f¨ªsicos de la pintura"
"Ahora estoy en esa fase en que echo mucho de menos el taller"
El pintor de Felanitx, que acaba de hacer 50 a?os, mantiene el esp¨ªritu del ni?o que juega y no se deja abrumar por el peso de su fama y su prestigio. Barcel¨® ha pasado estos d¨ªas en Estoril presidiendo el jurado del I Festival de Cine Europeo, invitado por el productor y organizador Paulo Branco, y ha gozado cada minuto: "Me encanta el cine, me gusta que el festival sea europeo y que haya seleccionado pel¨ªculas que arriesgan. Aunque no tengo mucho tiempo, no me importa nada ver cinco pel¨ªculas diarias. Y me he hecho muy amigo de Don DeLillo y Asia Argento. Y David Lynch nos ha convencido de que los gobiernos deben promover la meditaci¨®n trascendental en los colegios. Me parece honorable. Y malo no debe ser, ?no?".
En esta conversaci¨®n informal, la mitad ante un whisky con hielo en un hotel y la otra mitad en un coche rumbo al Casino de Estoril, Barcel¨® habla de forma distendida sobre algunas de sus pasiones: su obra en curso en Ginebra, el cine, ?frica, y el flamenco. "Camar¨®n era un grand¨ªsimo artista", dice. "No conocer a Camar¨®n es como no conocer a Picasso, o a Pessoa".
Pregunta. ?C¨®mo va la cosa en Ginebra?
Respuesta. Enorme, pero bien. Con mucho fr¨ªo.
P. ?Est¨¢ viviendo all¨ª?
R. Estoy viviendo all¨ª desde hace dos meses y estoy bien instalado, pero montar en bici por la ma?ana es duro. Y el espacio donde pinto es gigantesco, nunca he pintado nada tan grande.
P. He le¨ªdo que piensa tardar bastante en acabar. Si en la catedral de Palma tard¨® seis a?os...
R. Hice la broma de que tardar¨ªa el triple que en Palma y no se lo tomaron bien. Pero en Ginebra no aguanto cinco a?os.
P. ?Est¨¢ con la familia?
R. No, pero vienen mis hijos a verme, y tengo amigos. Par¨ªs est¨¢ cerca y estoy muy bien. En realidad me quejo de vicio. Todas las obras tienen una fase inicial de quejarse mucho. Lo que pasa es que en esta ¨¦poca suelo estar en Mal¨ª, y la verdad es que Ginebra se parece poco. Ahora empieza el fr¨ªo y empiezo a pensar "qu¨¦ hago yo aqu¨ª".
P. ?Ha hecho muchos bocetos para la c¨²pula?
R. He hecho algunos para quitarme los nervios, pero mis bocetos nunca son muy fieles. Lo que he hecho sobre todo es experimentaci¨®n con ingenieros, restauradores, t¨¦cnicos... La obra es una exploraci¨®n de los l¨ªmites f¨ªsicos de la pintura, y est¨¢ muy bien aprender cosas nuevas. Lo malo ahora es que la obra est¨¢ boca abajo y se te cae todo en los ojos. Son cantidades enormes de pintura, 30 toneladas, y la pintura es t¨®xica.
P. ?Coloca?
R. No, conviene estar sobrio para trabajar ah¨ª.
P. ?Lleva mucha protecci¨®n?
R. Guantes, gafas, mascarillas, parecemos submarinistas. Hasta que no he empezado a pintar no me daba cuenta de lo dif¨ªcil que es. Es desmesuradamente grande. Al principio pens¨¦ que no me apetec¨ªa, pero luego pens¨¦ que una cosa tan grande y tan p¨²blica no la haces cuando quieres. Y ahora estoy en esa fase en que echo mucho de menos el taller. Me pas¨® tambi¨¦n en la catedral de Palma, hac¨ªa exorcismos. Pintar fuera del taller siempre es dif¨ªcil. Pero mira, al final lo de Palma lo acab¨¦ y ah¨ª est¨¢.
P. La obra suscita comentarios de todo tipo. Este verano o¨ª a una mujer que dec¨ªa: "Mira que me gusta a m¨ª Gaud¨ª, pero esto no le ha quedado bien".
R. S¨ª, yo tambi¨¦n he o¨ªdo cosas muy graciosas. Este verano fui con mis hijos y hab¨ªa un hombre que dec¨ªa: "Dicen que hay pescaos pero yo no veo ning¨²n pescao". No s¨¦ d¨®nde mirar¨ªa. Y otro preguntaba: "?Esto qu¨¦ es, cart¨®n?". Por suerte, hay otra gente que me llama y me dice que se ha emocionado al verlo.
P. Lo cual debe de ser bonito para un ateo.
R. No era cuesti¨®n de fe, ni de religi¨®n, ni de creencias. Menos mal.
P. ?C¨®mo ha sido lo de venir de jurado a Estoril?
R. Este verano me vio Paulo Branco en la performance Paso-doble y me dijo que viniera. Pens¨¦ que no podr¨ªa venir por lo de Ginebra, pero luego me pareci¨® agradable venir porque est¨¢ al borde del mar.
P. ?Le ha gustado lo visto?
R. Hay de todo, pero en general son pel¨ªculas exigentes, radicales, algunas son fallidas pero todas tienen riesgo.
P. ?Qu¨¦ cine le gusta?
R. ?ltimamente, el rumano y el asi¨¢tico. Cuatro meses, tres semanas, dos d¨ªas es fant¨¢stica, y he visto un corto rumano el otro d¨ªa estupendo. Hay otra buen¨ªsima, que es la del t¨ªo que est¨¢ ingresado en el hospital y ve toda su vida. Es tan buena como El cochecito o El verdugo.
P. Curioso, lo del cine rumano.
R. No s¨¦ por qu¨¦ ser¨¢. Tienen a Dr¨¢cula y a Brancusi, pero poca tradici¨®n de cine y, en cambio, hacen un cine buen¨ªsimo... Alguna raz¨®n habr¨¢ que no conocemos. Jap¨®n, Corea y Hong Kong est¨¢n haciendo tambi¨¦n un cine espl¨¦ndido. Y ?frica ha dejado de hacerlo, aunque en los a?os ochenta tuvieron un cine muy prometedor. Seguramente han tenido problemas de producci¨®n, porque no hay un duro, pero tienen ese plat¨® natural fant¨¢stico, un elenco enorme de actores naturales, esa cosa oral... Lo tienen todo para hacer grandes cosas en el cine.
P. Pero el continente no sale adelante. ?Ha visto lo de Chad?
R. S¨ª, es como Mal¨ª cuando fui por primera vez en 1988, estaba reci¨¦n descolonizado y era una sinraz¨®n total. ?frica es un tema del que no se puede hablar en tres l¨ªneas en un peri¨®dico. Pero es un continente riqu¨ªsimo. Mal¨ª tiene oro, diamantes, petr¨®leo, gas, algod¨®n, un r¨ªo estupendo. Pero hay algo en las relaciones Occidente-?frica que se debe revisar profundamente. Es f¨¢cil echar la culpa a los blancos, pero hay un error de base, una especie de malentendido cr¨®nico. El caso de Chad es muy expresivo: ni?os sanos disfrazados de ni?os heridos, ONG disfrazada de ONG, todo es un disfraz. Y ya sabemos que todo se resuelve como se resuelve.
P. ?Corrupci¨®n?
R. Bueno, eso lo han aprendido de los franceses y los ingleses. Su sistema patriarcal es muy sencillo, pero el contraste con el nuestro no se puede resumir en un rato. Siempre hablamos de ?frica como si fuese un planeta lejano, pero lo tenemos aqu¨ª al lado, y dependemos mucho de ellos. Cada d¨ªa llegan, vivos o muertos, cantidad de africanos a nuestras costas.
P. Ha estado en Angola hace poco.
R. S¨ª, fui a la Trienal de Luanda y luego a la Bienal de Venecia con el pabell¨®n africano. Luanda es impresionante, una ciudad construida sobre la basura, pero tiene una enorme potencia, es muy din¨¢mica, y hay muchos artistas j¨®venes interesantes. Una gran m¨²sica, una literatura estupenda... Es la primera vez que tienen paz desde hace un mont¨®n de tiempo. Estuve en el sur, cerca de Namibia, y vi a los hombres marcados con las cicatrices, y a los mutilados. Es muy fuerte, otra ?frica. Me pidieron hacer un seminario con artistas de all¨ª e hicimos una obra ef¨ªmera, tambi¨¦n hice la performance, ten¨ªa la sensaci¨®n de tener 20 a?os otra vez.
P. Por cierto, ?c¨®mo le han ca¨ªdo los 50 tacos?
R. No me he dado ni cuenta. En Angola vi que los j¨®venes est¨¢n todo el d¨ªa fumando canutos, bebiendo cervezas y ba?¨¢ndose en el mar. Pens¨¦: "Joder, ¨¦se es el sabor de toda mi vida". Cervezas, canutos, agua de mar. Pero esto no deber¨ªamos decirlo en el peri¨®dico, a los peri¨®dicos no les gusta hablar de la mala vida.
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