Usted miente
Hay sistemas que buscan enga?os en 'e-mails'. Londres somete a quien pide subsidios a un detector. Y en Espa?a la gente recurre a los pol¨ªgrafos para asuntos de 'cuernos'
Raquel quer¨ªa la verdad. Hac¨ªa tiempo que sospechaba que su novio ten¨ªa relaciones con otras mujeres que encontraba v¨ªa Internet, pero necesitaba ofrecer a sus padres una evidencia de que era hora de devolver la entrada del piso y abandonar los planes de boda. Se present¨® ante la poligrafista Roc¨ªo Molina, en la oficina de la empresa malague?a Omnis, contando una espiral de episodios que ol¨ªan a cuerno quemado: 1) El paquete de preservativos segu¨ªa en la guantera del coche, pero estaba vac¨ªo. Excusa de Mario: "No, es que vino un amigo y me los rob¨®". 2) Mario no llega a casa, m¨®vil apagado, qu¨¦ raro, se presenta a las tantas, ?d¨®nde estuviste? Excusa de Mario: "No, es que estuve en el lavacoches, una persona se sinti¨® mal y le tuve que dar los primeros auxilios". Al d¨ªa siguiente, Raquel va al lavacoches y comprueba que no hubo tal incidente y que Mario no hab¨ªa estado all¨ª. 3) Raquel se hace pasar por otra y le tiende una trampa en la Red -"Le estuvo calentando durante cinco d¨ªas, teniendo cibersexo por Internet", cuenta la poligrafista Molina-. Le manda una foto de otra. Queda con ¨¦l en un bar. Mario acude, se encuentran de bruces. Excusa de Mario: "No, ven¨ªa a explicar que no puedo seguir adelante porque tengo novia".
Raquel quer¨ªa saber la verdad. Hac¨ªa tiempo que sospechaba que su novio ligaba con otras mujeres por Internet "Los estudios m¨¢s fiables dan un 80% de seguridad al pol¨ªgrafo", asegura el experto Juan Jes¨²s Mu?oz
Una c¨¢mara graba nuestros gestos y un programa inform¨¢tico los analiza: es el sistema Silent Talker Se abre la puerta de la trastienda del Harrow Council, en Londres: aqu¨ª usan el 'analizador de estr¨¦s en la voz'
"Sali¨® mentiroso en casi todas las preguntas menos en su nombre", cuenta Roc¨ªo Molina, poligrafista mexicana que trabaja en Madrid en una desangelada oficina en tonos beis -dicen que cuanto m¨¢s neutro sea el espacio, mejor para la prueba poligr¨¢fica-. "Pero yo ya se lo dije a ella, ?para qu¨¦ quieres el pol¨ªgrafo, si t¨² ya tienes las pruebas?".
Raquel abandon¨® la consulta diciendo que quer¨ªa recuperar la entrada del piso. Su nombre y el de Mario son ficticios, por petici¨®n expresa de la poligrafista. Ella tiene 28 a?os, y ¨¦l, 30.
Los pol¨ªgrafos se utilizan en Espa?a para asuntos privados. Tambi¨¦n se pueden ver en la tele: all¨ª est¨¢ Pocholo desquiciando a un poligrafista en directo, pero, espect¨¢culos televisivos aparte, se usan para dirimir asuntos de cuernos, peque?os robos en oficinas, traiciones. No tienen validez como prueba pericial en el sistema jur¨ªdico, as¨ª que encuentran su hueco en la esfera privada. Pero no son el ¨²nico sistema de detecci¨®n de la mentira que existe. La investigaci¨®n en este campo avanza, la tentaci¨®n de querer leer nuestra mente es una inmensa tentaci¨®n para determinados gobernantes.
El 60% de las personas que acuden a Omnis lo hacen por temas de infidelidades. A 700 euros la prueba. El mensaje del contestador de esta empresa asegura, como la mayor¨ªa de las que ofrecen estos servicios, que el ¨ªndice de efectividad es de un 95%. "Los estudios m¨¢s fiables dan un 80% de seguridad al pol¨ªgrafo", asegura sin embargo Juan Jes¨²s Mu?oz, doctor en Psicolog¨ªa legal y forense y autor del estudio Evaluaci¨®n de la credibilidad mediante indicadores psicofisiol¨®gicos, conductuales y verbales. "Y esos porcentajes son en laboratorio", a?ade Mu?oz; "sobre el terreno, cuando los usa personal menos experimentado que los investigadores, descienden".
Visto de cerca, el pol¨ªgrafo pierde. En la tele se utilizan a menudo los antiguos, los que funcionan con agujas, que son m¨¢s vistosos, pero ahora la cosa se ha informatizado. Dos cinchas con un punto sadomaso en torno al pecho para registrar la respiraci¨®n, el tradicional y familiar brazalete para la toma de pulsaciones, dos soportes de plata que con velcro se atan a tus dedos para medir la sudoraci¨®n y un ordenador. Hasta aqu¨ª, todo bien. La primera sorpresa llega cuando uno se va a sentar en la silla, donde descansa una esterilla verde. "Es un nuevo accesorio para medir las contracciones del culo", avisa la poligrafista. Glups. Habr¨¢ que sentarse.
Para que nos quede claro en qu¨¦ consiste una experiencia poligr¨¢fica, Molina propone una prueba que sirve para comprobar la eficacia del artilugio. Pide que escribamos un n¨²mero del dos al nueve en un papel que le ocultamos. Luego nos ir¨¢ preguntando uno a uno, si fue el dos, el tres, el cuatro, etc¨¦tera. Nosotros debemos decir a todos que no, es decir, debemos mentir cuando llegue nuestro n¨²mero. Se registrar¨¢ una alteraci¨®n de nuestros ritmos.
Nos disponemos a escribir el n¨²mero en el papel, pero la poligrafista pide que si es un dos, repasemos el n¨²mero dos veces, que si es un tres, tres veces, mientras ella ajusta el ordenador a nuestro lado. Resulta rara la petici¨®n: parece que eso pudiera ser para ella una manera de ver de reojo cu¨¢ntas veces repasamos, es decir, cu¨¢l es el n¨²mero. Escribimos el dos.
Terminada la prueba, la poligrafista nos muestra en pantalla que hay una variaci¨®n al decir el dos, pero que se puede deber a que era el primer n¨²mero por el que pregunt¨®, que hay otra variaci¨®n en el cinco, y una m¨¢s en el siete, a lo que sigue su pregunta: "?Qu¨¦ n¨²mero escribi¨® usted?". Se supone que eso era lo que ella nos iba a decir.
El pol¨ªgrafo es el m¨¢s conocido de los m¨¦todos de detecci¨®n de la mentira, pero hay otros. El Silent Talker, desarrollado por la Manchester Metropolitan University, se basa en nuestros gestos: una c¨¢mara nos graba mientras un programa inform¨¢tico analiza nuestros movimientos de ojos, cejas, labios, as¨ª hasta recoger m¨¢s de veinte par¨¢metros. Funciona en tiempo casi real (lo que lo convierte en apropiado para aeropuertos, por ejemplo) y se le atribuye cerca de un 80% de fiabilidad. Hay un sistema, basado en hacer una resonancia magn¨¦tica de nuestro cerebro, que detecta las zonas que se activan al mentir. La termograf¨ªa facial busca recoger las ondas infrarrojas que emite el rostro humano. Y luego est¨¢n los sistemas que analizan lo que decimos, como el An¨¢lisis del Contenido Basado en Criterios (CBCA, siglas en ingl¨¦s). Un sistema que, cosa que no ocurre con el pol¨ªgrafo, s¨ª se admite como prueba judicial, cuando es usado por un perito (no hay cuerpo de peritos poligrafistas, en cambio).
El CBCA se reconoce como t¨¦cnica muy ¨²til en los casos de menores que han sido objeto de abusos sexuales. ?Qu¨¦ elementos indican que un ni?o est¨¢ mintiendo, una vez se analizan sus palabras? El experto Juan Jes¨²s Mu?oz responde: "Si no dan detalles y van directos al grano, suele indicar que est¨¢n mintiendo". Discurso estructurado, palabras de adulto intercaladas, eso indica falsedad: "Si dicen la verdad, dan detalles y dicen cosas superfluas".
En la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, Jeff Hancock trabaja desde hace un a?o en un sistema que detecta mentiras en correos electr¨®nicos. Un programa inform¨¢tico rastrea el lenguaje utilizado y lo clasifica en funci¨®n de la probabilidad de que contenga una mentira. "No creo que exista ya ning¨²n sistema de detecci¨®n de la mentira de confianza, a pesar de que hace 40 a?os que se investiga seriamente en este campo", dice en conversaci¨®n telef¨®nica. "Pero vamos a asistir a grandes avances en los pr¨®ximos tres o cinco a?os, seg¨²n se desarrolle la clasificaci¨®n estad¨ªstica con ordenadores". Conclusiones de su investigaci¨®n: cuando se miente por mail, se usa poco la palabra "I" (yo, en ingl¨¦s), hay pocos posesivos ("para distanciarse de la mentira"); hay m¨¢s emociones negativas, negaciones; "y exceso de explicaciones". Sit¨²a la fiabilidad de su sistema en el 70%.
Curioso lo que se deriva de las investigaciones en curso: de ni?os, cuando mentimos, no damos detalles; de mayores, damos detalles a mansalva.
La investigaci¨®n avanza con la gasolina que ponen determinadas administraciones. El Reino Unido ha abierto la veda en Europa, siempre m¨¢s recelosa con estas cuestiones que los norteamericanos -la CIA y el FBI siempre han usado el pol¨ªgrafo, aunque ahora menos-, y ha iniciado desde mayo un programa piloto para detectar el fraude en subsidios que piden sus habitantes: en el distrito de Harrow, al norte de Londres, los que reclaman ayudas para la vivienda se enfrentan a una m¨¢quina que graba su conversaci¨®n telef¨®nica y a un programa inform¨¢tico que, en tiempo real, va diciendo si lo que uno dice es potencialmente verdadero o falso.
Se abre la puerta de la trastienda de las dependencias del Harrow council y seis empleados est¨¢n realizando los controles telef¨®nicos; es el centro de llamadas. El sistema ha sido bautizado como analizador de riesgo en la voz, un eufemismo para decir analizador de estr¨¦s en la voz, dicen los conocedores. Chris Mote, concejal conservador al frente del council, oste¨®pata de profesi¨®n, recuerda con orgullo lo que le dijo su asistente el d¨ªa que anunci¨® que implantar¨ªan el sistema: "Eres el primero que ha tenido pelotas para hacerlo".
Una mujer de mediana edad dispara preguntas de un gui¨®n que le aparece en pantalla y cuyo contenido no se nos permite reproducir. Indaga en la situaci¨®n econ¨®mica del demandante. En la pantalla del ordenador, una ventanita negra en la que se reproduce la se?al de la voz: se ve una onda en verde y unas iniciales, LW, low risk, o sea, bajo riesgo. De pronto, ante una pregunta, la onda se altera y se pone en rojo, HR, high risk, alto riesgo.
"El sistema simplemente nos sirve para se?alar cu¨¢ndo es preciso investigar m¨¢s a fondo", se defiende Mike Carney, coordinador de este programa piloto que ya se ha extendido a otros seis councils (concejos) del Reino Unido. Se basa en analizar el estr¨¦s de la voz, y en particular, peque?as variaciones que se producen cuando mentimos. Ha permitido, dicen sus responsables, identificar 126 casos dudosos en los tres primeros meses y reducir las peticiones de subsidio en un 2%, con el consiguiente ahorro de 110.000 libras. "Las aseguradoras brit¨¢nicas llevan us¨¢ndolo cinco a?os", defiende Mote, el concejal conservador.
La Asociaci¨®n de aseguradoras brit¨¢nicas (ABI) lo confirma. La compa?¨ªa de seguros brit¨¢nica Esure admite mediante su portavoz que lo usa desde 2003. El portavoz de Unespa, patronal del seguro espa?ol, asegura que en Espa?a no se usan estos sistemas.
Lior Koskas, director de desarrollo de la empresa Digilog, la que comercializa el sistema en el Reino Unido, habla de una eficacia de entre el 85% y el 95%. Asegura que "es virtualmente imposible enga?ar a la m¨¢quina". Jaume Masip, profesor de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Salamanca, discrepa: "El sistema de los analizadores de estr¨¦s vocal, mejor tirarlo a la basura". Autor de m¨¢s de 30 publicaciones sobre la detecci¨®n de mentiras, a?ade: "Parte de una premisa falsa, que cuando el entrevistado est¨¢ tenso, desaparecen unos microtemblores en su voz: si partes de datos basura, consigues basura".
Los sistemas de detecci¨®n de la mentira ganan terreno, y dos empresas espa?olas est¨¢n ya dispuestas a utilizar el pol¨ªgrafo en selecciones de personal. Eso cuentan desde la firma malague?a Omnis, una empresa hotelera y una promotora ("al pr¨®ximo jefe de obras, lo pasamos por el pol¨ªgrafo, por el tema comisiones", comentaba el cliente). Jeremy Barret, poligrafista brit¨¢nico, defiende que la ventaja es que disuaden a la gente de mentir o de inflar el curr¨ªculo. "Es il¨ªcito que te hagan decir algo que no quieres decir, algo que pueda generar una discriminaci¨®n contra ti", zanja categ¨®rico Pedro Mart¨ªnez, teniente fiscal del Tribunal Superior de Madrid. "Someter al pol¨ªgrafo para una entrevista de trabajo, viola la intimidad de la persona". Mart¨ªnez sostiene que ser¨ªa f¨¢cil abrir un procedimiento si una persona denuncia por coacci¨®n a una empresa que le obliga a pasar por el detector de mentiras. Otra cosa, dice, es que se haga de forma consentida, en el ¨¢mbito privado. "El pol¨ªgrafo no tiene validez cient¨ªfica", asegura, "y por eso no ha sido admitido por el derecho". En Espa?a no tiene valor procesal.
Todo el mundo miente. Todos los d¨ªas. Por correo electr¨®nico, por tel¨¦fono, en persona. En mayor o menor medida. Es lo que dicen los expertos. La mentira forma parte del entramado social desde que a uno le obligan a decir lo ricas que estaban las espinacas de la t¨ªa.
Jeff Hancock, el investigador norteamericano que busca mentiras en los mails, reconoce los peligros que entra?an los avances en el campo de la detecci¨®n de la mentira. "La implantaci¨®n de todos estos sistemas puede tener grandes implicaciones. Nuestra sociedad se basa en la confianza. Nos comunicamos sobre la base de que creemos en lo que nos dice el de enfrente. Cuando la confianza desaparece, el lenguaje no funciona; cuando el lenguaje no funciona, la sociedad tampoco". -
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