MESQUIDA, el superpolic¨ªa
Hace unas semanas, despu¨¦s de un intenso d¨ªa de trabajo, Joan Mesquida decidi¨® relajarse, dar un paseo y comprar unas revistas. Se deshizo de la corbata. Baj¨® a la carrera las escaleras de su vivienda oficial y alcanz¨® la calle. Era una agradable tarde de oto?o. En el madrile?o barrio de Arguelles, escenario de sus andanzas universitarias. Avanz¨® unos pasos, dio un respingo y fren¨® en seco. "Me di cuenta de que no hab¨ªa avisado a los escoltas. Se me hab¨ªa pasado. ?Vaya metedura de pata?! Retroced¨ª, volv¨ª a casa, llam¨¦ al jefe de seguridad y le dije que iba a salir. Y se mont¨® el l¨ªo. Me tuve que quedar sentadito media hora en un sof¨¢ del portal hasta que se organiz¨® todo el dispositivo de protecci¨®n. Y entonces, s¨ª, nos fuimos todos a comprar la prensa. Pero claro, ya no fue lo mismo".
-?No es muy duro vivir as¨ª?
-Bueno, te cambia todos los esquemas. No puedes llevar una existencia normal. Est¨¢s rodeado de unas medidas de seguridad tan grandes que te impiden llevar una vida regular. Nunca est¨¢s solo. Y a m¨ª lo que me gusta es la independencia. Soy un tipo solitario. Un jugador de tenis. Pero cuando ves el trabajo de la gente que te cuida; su profesionalidad; que rastrean con perros las calles por donde vas a pasar, no pegan ojo, te das cuenta que no puedes poner en riesgo ese trabajo por un capricho. Y adaptas tu vida a la suya. Aqu¨ª no tienes fines de semanas ni vacaciones.
Aquel d¨ªa, Joan Mesquida, un mallorqu¨ªn de 45 a?os, olvid¨® por unos segundos que es uno de los hombres m¨¢s poderosos de Espa?a. Director general del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil. El primero de la historia que manda sobre los dos grandes cuerpos de seguridad del Estado. El Mando ?nico. Dirige 140.000 hombres en pie de guerra contra el crimen. Centenares de cuarteles y comisar¨ªas; miles de coches, motos, barcos y helic¨®pteros. Sabe en cada momento lo que ocurre en las costas y fronteras espa?olas. En las cloacas. En las embajadas. En el territorio comanche. En el sur de Francia y las costas de Mauritania. El primero en recibir toda la informaci¨®n. El enemigo n¨²mero uno de ETA. La gran pieza a batir por los terroristas.
Antes de que amanezca, el Beechcraft 200 matr¨ªcula EC-GBB est¨¢ calentando motores en un aer¨®dromo emplazado en un punto indeterminado del extrarradio de Madrid. Este reportaje est¨¢ repleto de lugares indeterminados; de datos que no se pueden revelar: horarios, itinerarios, nombres, rostros. Se trata de no dar ni una pista al enemigo. Ni las reuniones ni quien asiste. La de hoy, se llevar¨¢ a cabo en Navarra con los responsables de la informaci¨®n antiterrorista. Rostros an¨®nimos. Han pasado una noche de perros: la direcci¨®n de Batasuna han sido detenida por orden del juez Garz¨®n durante una reuni¨®n clandestina en Segura (Guip¨²zcoa). Las fuerzas de seguridad del Estado esperan una inmediata reacci¨®n de ETA. Hay que seguir trabajando.
Son las 7,00 de la ma?ana en el patio de la acorazada direcci¨®n general de la Guardia Civil, en Madrid. La oscuridad es casi absoluta. Un entorno fantasmal en el que se mueven sombras de paisano y uniforme. Se adivinan las armas. El responsable de la seguridad del director es el teniente M. Un tipo alto, listo y bien vestido que, cuando se camufla tras unas Ray-Ban de piloto, recuerda a Clint Eastwood. "Vamos a tener un d¨ªa movido", saluda. Tiene mirada de halc¨®n. No se le escapa ni una. Reparte ¨®rdenes. Dirige un grupo de polic¨ªas y guardias civiles que se entrenan continuamente en conducci¨®n, tiro, defensa personal y medios de escape y cuya ¨²nica misi¨®n es que no le pase nada al director. Un trabajo duro y mal pagado. 12 horas al d¨ªa. "A medida que las amenazas terroristas van evolucionando nosotros tambi¨¦n nos vamos adaptando con nuevas t¨¦cnicas defensivas. Es el juego del gato y el rat¨®n?"
Enmudece. Uno de los guardaespaldas susurra "actividad". El director entra en escena. Todos se ponen tensos. No es muy alto; s¨®lido y ligeramente cargado de hombros; cabello rubio en prematura retirada y un rostro rubicundo que le da cierto aire infantil. Los ojos hinchados por la falta de sue?o. Esboza una m¨ªnima sonrisa. La madrugada ha sido larga. Viste un traje gris de confecci¨®n. Y corbata indefinida. La coqueter¨ªa se adivina en su camisa con las iniciales bordadas en el pecho y un Rolex en la mu?eca. Un teniente en r¨ªgida posici¨®n de firmes le da novedades dentro de la m¨¢s pura tradici¨®n militar. Mesquida se sumerge en su coche blindado, le sigue un comandante que porta un malet¨ªn. Delante y detr¨¢s arrancan con estr¨¦pito coches grises y motocicletas camufladas. Comienza la acci¨®n.
Viajar a bordo de un veh¨ªculo de escolta es una experiencia poco recomendable. Se circula por la ciudad a toda velocidad. Con continuos acelerones y frenazos. Es una guerra de nervios. Se trata de disuadir. Apesta a gasolina. Junto al coche del director, un motorista se va jugando la vida en su BMW. A esta hora las carreteras de Madrid est¨¢n repletas de coches y se trata de que ninguno se acerque a la caravana. Los destellos azulados del prioritario, apartan a los despistados. Uno de los polic¨ªas va describiendo al periodista las distintas modalidades de atentado que podemos sufrir: "Desde la bomba en el techo, al motorista que abre fuego, al coche que explota a tu lado; nadie debe acercarse"; un discurso poco tranquilizador.
En la escalerilla del avi¨®n, los n¨²mero dos de la Polic¨ªa y la Guardia Civil, los directores adjuntos operativos (DAO en la pesada jerga policial), Miguel ?ngel Fern¨¢ndez-Chico y Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Varela, se cuadran ante el director. Su brazo izquierdo y su brazo derecho. Despegamos sin perder un instante. El primer destino es Logro?o. Mesquida repasa papeles. No est¨¢ contento con un discurso que le ha elaborado su Gabinete. En abril de 2006 fue nombrado director de la benem¨¦rita. Cinco meses m¨¢s tarde asumi¨® tambi¨¦n el control de la Polic¨ªa. La fusi¨®n en un Mando ?nico arrastra goteras. La estructura no est¨¢ clara. Dos despachos, gabinetes, equipos, estilos, tradici¨®n, filosof¨ªa. Azul y verde; gorra y tricornio; ?ngel Custodio y la Virgen del Pilar; civil y militar; sindicatos y cornet¨ªn de ¨®rdenes. El trabajo de Mesquida, la coordinaci¨®n de los dos cuerpos, no est¨¢ resultando f¨¢cil. Trabaja una media de 15 horas. "Esto es como tener un segundo hijo, los problemas no se multiplican por dos, sino por tres o por cuatro". Mesquida rezonga con su rasposo acento mallorqu¨ªn. Sus cabreos son sordos. Nunca levanta la voz. No es su estilo.
El avi¨®n oscila como una hoja al viento. Este aparato fue incautado en 2003 a una organizaci¨®n de narcos y puesto a disposici¨®n de las fuerzas de seguridad del Estado. Aqu¨ª se transportaron toneladas de coca¨ªna. Hoy desplaza a la c¨²pula de la seguridad del Estado. Tiene capacidad para siete personas. Se utiliza para las extradiciones de terroristas, el transporte de detenidos especiales (como Arnaldo Otegui) y las necesidades del director. "En realidad, es un aut¨¦ntico ¨®rgano de coordinaci¨®n policial: m¨¢s juntos no podemos estar", explica con tono socarr¨®n el comisario principal Fern¨¢ndez-Chico, director adjunto de la Polic¨ªa. Su perfil, incluso su fisonom¨ªa; su barba cana, escaso aire marcial y ojillos brillantes tras el sempiterno humo de un purito holand¨¦s, se adapta al mil¨ªmetro al de un polic¨ªa de carrera. Al igual que Garc¨ªa Varela, r¨ªgido, marcial e imperturbable, al de un oficial sangre azul de la Guardia Civil. La relaci¨®n entre los dos es fr¨ªa y correcta. Personifican la vieja, tensa, incluso a veces desleal, competencia entre la Polic¨ªa y la Guardia Civil. Ninguno muestra sus cartas. Al menos, todas sus cartas. La informaci¨®n es poder. "Por eso nunca se fusionar¨¢n los cuerpos y fuerzas de seguridad, porque a ning¨²n Gobierno le interesa que un solo organismo concentre toda la informaci¨®n", reflexiona un general. Garc¨ªa Varela y Fern¨¢ndez-Chico se ven a diario por exigencias del gui¨®n. Comparten jefe. Y puede que un d¨ªa lleguen a ser amigos. "Los dos Cuerpos son muy diferentes, pero est¨¢n m¨¢s cerca que nunca porque comparten por primera vez en la historia un mismo director. Es un paso adelante inmenso", reflexiona Mesquida.
Fern¨¢ndez-Chico, de 54 a?os, pertenece al sector m¨¢s progresista de la Polic¨ªa. Milit¨® en la izquierda durante la transici¨®n; fue comisario de Algeciras, inmejorable observatorio en cuestiones de crimen organizado, narcotr¨¢fico, inmigraci¨®n ilegal y movimientos islamistas. Durante el ¨²ltimo gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, ocup¨® la Comisar¨ªa General de Seguridad Ciudadana, una de las cinco patas sobre las que reposa la estructura del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Dos a?os m¨¢s tarde, en 1996, el Partido Popular, tras ganar las elecciones le envi¨® al ostracismo de una comisar¨ªa de barrio. Esa nefasta tradici¨®n en la polic¨ªa, donde cada cambio de Gobierno supone la defenestraci¨®n del equipo anterior. "Un momento en que muchos de los represaliados prefieren marcharse a la actividad privada", explica un comisario madrile?o, "aprovechando los numerosos contactos sociales que vas trabando a lo largo de tu carrera, no como los guardias civiles que son m¨¢s cerrados". Sin embargo, Fern¨¢ndez-Chico no se march¨®; supo estar a las duras y a las maduras. Aguant¨® en la Polic¨ªa. Quiz¨¢ por eso, el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, cercano a su entorno, apost¨® por ¨¦l. La siguiente pregunta que se ocurre a uno es si esa pr¨¢ctica de cortar la cabeza a los comisarios no afectos al nuevo r¨¦gimen, es el resultado l¨®gico de la politizaci¨®n del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Dos respuestas contrapuestas. La primera, de un inspector jefe de tinte progresista. "Por supuesto, m¨¢s politizada a¨²n que la Ertzaintza, que ya es decir. Y si uno es realmente profesional, no se le puede exigir una condici¨®n pol¨ªtica". Mesquida apaga el fuego de esa respuesta incendiaria: "La Polic¨ªa no est¨¢ politizada, lo que tiene es un movimiento sindical muy fuerte".
-?Es m¨¢s dif¨ªcil dirigir a la Polic¨ªa que a la Guardia Civil?
-Cada cuerpo tiene su punto de dificultad.
-?A qui¨¦n quiere m¨¢s?
-Esto es como con los hijos: a los dos igual.
Politizada o no, la c¨²pula del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, envidia el estricto orden establecido en la Guardia Civil, donde un general es un general y es inamovible gobierne la izquierda o la derecha.
Y m¨¢s a¨²n si luce tres estrellas de teniente general, como Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Varela, de 61 a?os, Pep¨ªn Varela para sus compa?eros, Director Adjunto Operativo de la Guardia Civil. Garc¨ªa Varela es un duro; un gallego inteligente, callado y sutil. Un hombre de informaci¨®n que conoce todos los secretos de los ¨²ltimos 15 a?os de lucha antiterrorista. Tras la ca¨ªda del general Enrique Rodr¨ªguez Galindo, salpicado por los cr¨ªmenes del GAL, que hab¨ªa manejado durante m¨¢s de una d¨¦cada todas las claves de ETA desde su feudo guipuzcoano de Intxaurrondo, Varela tomaba el relevo desde su despacho madrile?o de la calle Guzm¨¢n el Bueno. Desde all¨ª ascender¨ªa sin pausa en la escalilla. Con el PP alcanzar¨ªa la jefatura del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil. En ese puesto le sorprender¨ªa el 11-M. Sin embargo, con la llegada del PSOE al poder, saltar¨ªa a la c¨²pula de Guardia Civil. Y ser¨ªa el primer guardia civil en obtener el empleo de teniente general. "Es un hombre del que ning¨²n Gobierno puede prescindir", asegura un compa?ero. Hoy, cuando se le sugiere al general Varela la descoordinaci¨®n en materia de informaci¨®n entre los distintos cuerpos de seguridad del Estado, salta como una pantera: "?Coordinaci¨®n para qu¨¦? Lo tiene que conocer el que lo hace y punto. Y que no lo sepa ni su general".
-Siempre se ha dicho que la Guardia Civil maneja mucha informaci¨®n pero no sabe convertirla en inteligencia. Que la Polic¨ªa es m¨¢s efectiva en el estudio de la estructura y financiaci¨®n del terrorismo y ustedes se limitan a tirar la puerta?
-Eso es una tonter¨ªa. Nuestro Servicio de Informaci¨®n fue organizado por el general Andr¨¦s Cassinello que era el que m¨¢s sab¨ªa de inteligencia de este pa¨ªs en los 70 y 80. Nosotros estuvimos detr¨¢s de la ilegalizaci¨®n de Batasuna. Hacemos inteligencia, somos un servicio de inteligencia con varios miles de agentes que proporcionan a la c¨²pula del Estado todos los papeles necesarios para tomar una decisi¨®n antiterrorista. Y eso es inteligencia.
Son los dos hombres en que se apoya Joan Mesquida para dirigir las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado. Dos hombres con poder. En algunos c¨ªrculos dicen que incluso m¨¢s que ¨¦l. ?Teme que le hagan la cama? Responde una alta personalidad del Gobierno socialista: "El que manda es Mesquida. S¨®lo tiene que ver a Varela cuando est¨¢ el director delante, est¨¢ cortado. En la Guardia Civil el director es dios". ?Y qu¨¦ opina Mesquida de esos rumores? "El respeto te lo ganas con tu trabajo, tu dedicaci¨®n y la lealtad al subordinado. Y, en correspondencia, los directores adjuntos son leales y eficaces. Yo exijo m¨¢xima lealtad. Y, adem¨¢s, saben quien manda".
-"Pero es capaz de controlar todo ese inmenso flujo de informaci¨®n?
-No se me escapa nada pero es imposible estar en todo. No se me escapa ninguna l¨ªnea maestra. En el dise?o organizativo, ETA o el terrorismo internacional estoy al tanto de todo. Repito, de todo.
El Beechcraft 200 toma tierra en Logro?o. Primera escala. Mesquida tiene fama de viajar a matacaballos "dicen que soy como la vicepresidenta, lo que ya es mucho decir, porque no para un segundo". Odia las reuniones extensas, las comidas de trabajo, la vida social. En su entorno le definen como "gris, opaco, eficaz y muy ambicioso". En su Mallorca natal dicen que "ha supeditado hasta su vida personal a la pol¨ªtica". Saltamos del avi¨®n en el aeropuerto de Agoncillo en direcci¨®n a un helic¨®ptero donde aguarda en uniforme de campa?a, boina verde y autom¨¢tica al cinto, el coronel I, un cl¨¢sico de la lucha antiterrorista. Llueve a c¨¢ntaros. La visibilidad es nula. Un vuelo r¨¢pido sobre el pol¨ªgono de adiestramiento antiterrorista; el helic¨®ptero toma tierra. Encuentro con los artificieros de la Guardia Civil y la Polic¨ªa; reuni¨®n con los expertos antiterroristas de la Unidad de Acci¨®n Rural (UAR) y con los expertos de la Polic¨ªa (todo tiene que hacerlo por duplicado). Mesquida escucha mucho y habla poco. No pierde un segundo. Vuelta al helic¨®ptero y de ah¨ª al avi¨®n. Ha pasado una hora en Logro?o. Aterrizamos en Pamplona.
En un punto indeterminado de la ciudad, el director y los dos DAO se re¨²nen con los dos m¨¢ximos responsables de informaci¨®n antiterrorista de la Polic¨ªa (el comisario principal Miguel Valverde), y de la Guardia Civil (el teniente general Atilano Hinojosa), y sus colaboradores en el Pa¨ªs Vasco. Se desprenden de chaquetas y guerreras. Los comisarios Fern¨¢ndez-Chico y Valverde encienden sendos cigarros. El ambiente se carga con una cortina de humo. Huele a sudor. Ni una sonrisa. Es una de las primeras veces que se re¨²nen los cerebros de la inteligencia de los dos cuerpos. Y que comparten con sus rivales sus secretos. En realidad, aqu¨ª todo es secreto.
Coordinar a la Polic¨ªa y la Guardia Civil fue la gran apuesta del PSOE en su programa electoral de 2004. Y se ha avanzado mucho. No solo con el nombramiento de Joan Mesquida, tambi¨¦n con la creaci¨®n del CEMU (Comit¨¦ Ejecutivo para el Mando Unificado), el CICO (Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado) y el CNCA (Centro Nacional coordinaci¨®n antiterrorista). Y una base conjunta de datos. Una sopa de letras que tiene como gran objetivo evitar otro desastre repleto de lagunas de informaci¨®n como el 11-m. "Hemos estado tradicionalmente a la gre?a, pero cuando la delincuencia y el terrorismo son globales, cuando hasta Sarkozy se ha convertido en nuestro mejor aliado porque sabe que el terrorismo ya no para en los Pirineos, no tiene sentido que nosotros nos mantengamos en compartimentos estancos", reflexiona un responsable antiterrorista. "Ya no existe un terrorismo ideol¨®gicamente puro; ahora esta unido a la delincuencia com¨²n; se nutre en el mercado del crimen de documentos falsos; armas y explosivos; se financia con el narcotr¨¢fico, robos y extorsi¨®n; Todo est¨¢ mezclado como pudimos ver el 11-m. Y quiz¨¢ las dos organizaciones, Polic¨ªa y Guardia Civil, sean muy diferentes, pero la gente que trabaja en ellas, no. Sobre todo en las escalas b¨¢sicas. El problema es que arriba hay bofetadas por las medallas".
Han pasado seis d¨ªas desde nuestro ¨²ltimo encuentro. Mesquida est¨¢ contento. Unas horas antes ha dado un revolc¨®n en el Congreso a la agresiva diputada del PP Alicia S¨¢nchez-Camacho. "La seguridad no es un monopolio de la derecha, nosotros, los socialistas, queremos seguridad porque sin ella no hay derechos ni desarrollo. El PP no lo hizo peor porque no pudo. S¨®lo entre 2002 y 2003 se perdieron 7.000 efectivos por fallecimiento y jubilaci¨®n. Por contra, nosotros hemos ofertado esta legislatura 41.000 plazas. Los polic¨ªas y guardias est¨¢n mejor dotados y pagados que nunca. Con m¨¢s derechos. Y una mejor cobertura legal. Y hemos destinado diez veces m¨¢s de miembros para combatir el terrorismo internacional. ?Me van a decir entonces que la seguridad es un valor de la derecha?"
A Mesquida se le escapa un ramalazo pol¨ªtico. Es un pol¨ªtico. Desde siempre. Ingres¨® con 17 a?os en las Juventudes Socialistas de Mallorca. Era un jovencito estudioso, piadoso y de familia conservadora. ?l apost¨® por la izquierda. Quiz¨¢ por un compromiso de justicia social. Luego vendr¨ªan los estudios universitarios de Derecho y Pol¨ªticas en Madrid con 20 matr¨ªculas de honor. Tiempos de misa diaria en un colegio mayor del Opus Dei. Luego el trabajo en la empresa privada. Y las oposiciones a t¨¦cnico superior en el ayuntamiento de Calvi¨¤, uno de los municipios m¨¢s ricos de Espa?a. El matrimonio y los dos hijos. "Sub¨ª todos los pelda?os sin saltarme uno: la formaci¨®n universitaria, la estabilidad laboral, ya era el momento de dar el salto a la pol¨ªtica". Lo har¨ªa en la d¨¦cada de los 90 organizando el Partido en las Islas Baleares. Y convirti¨¦ndose en un adicto al marketing electoral. Siempre a su aire; sin adscripci¨®n; sin familia pol¨ªtica; con el marchamo de "socialdem¨®crata y moderado". Y muy buenas relaciones entre las grandes familias mallorquinas. Los sectores m¨¢s radicales del partido le colgaron el apelativo de beautiful people. ?l no se inmut¨®. En 1999, entraba en el Gobierno de Progreso de las Islas como conseller de Hacienda y Presupuestos. Y se convert¨ªa en la gran v¨ªctima de la Ecotasa, el fallido proyecto del Gobierno socialista balear de cobrar un peque?o impuesto por cada pernoctaci¨®n hotelera destinado a la sostenibilidad medioambiental del archipi¨¦lago. Las fuerzas m¨¢s reaccionarias hicieron lo imposible por cargarse el proyecto y, de paso, al disperso Gobierno de Progreso. Lo conseguir¨ªan. Tras la derrota socialista en las auton¨®micas de 2003, Mesquida se quedaba compuesto, sin despacho ni esca?o: "Y triste, porque era el mejor momento intelectual de mi vida; el momento con m¨¢s experiencia y energ¨ªa que aportar a un proyecto pol¨ªtico. Recuper¨¦ tiempo para mi familia y el deporte. Y esper¨¦".
Por fin, en 2004, tras la victoria electoral del PSOE en las generales, Jos¨¦ Bono rescataba del olvido al pol¨ªtico mallorqu¨ªn. "Bono siempre me pareci¨® un valor seguro dentro del Partido. Me identificaba con ¨¦l. Hab¨ªa ganado durante 21 a?os en Castilla-La Mancha y reun¨ªa las caracter¨ªsticas para ilusionar a un electorado amplio; le pod¨ªan votar no s¨®lo socialistas, sino atraer un voto de centro por su cercan¨ªa al ciudadano y su eficacia pol¨ªtica. Y yo siempre he pensado que si los votantes que en otra ocasi¨®n han votado al PP apuestan por m¨ª porque les genero confianza, bienvenidos sean. No hubi¨¦ramos gobernado en el 82 si s¨®lo nos hubieran votado los socialistas. Total, que le ped¨ª a Bono trabajar con ¨¦l. Enseguida me llam¨® a Madrid para ocupar la direcci¨®n general de Infraestructuras del ministerio de Defensa. Algunos pensaban que era un retroceso en mi carrera. Yo lo ve¨ªa como una forma de continuar mi trabajo pol¨ªtico en Madrid despu¨¦s de haber estado en la administraci¨®n local y la auton¨®mica. Aprender y disfrutar. Me vine sin pens¨¢rmelo. Era un equipo s¨®lido con un l¨ªder claro"
En Madrid, Mesquida regres¨® a sus tiempos de estudiante. Se vino solo. Coloc¨® una cama plegable en un anexo de su despacho y trabaj¨® duro. Y conoci¨® a los militares. (?l que no hab¨ªa hecho la mili.) Algo que le vendr¨ªa bien al frente de la Guardia Civil. Y esper¨®. "Dos a?os m¨¢s tarde, una noche, son¨® el tel¨¦fono; ya estaba en pijama en mi despachito de Defensa; era el nuevo ministro de Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba; me dijo que me sentara, que ten¨ªa algo que decirme algo importante. Yo le dije que cuando me llamaba un ministro, siempre me pon¨ªa de pie".
Y efectivamente, en nuestra tercera cita, cuando llama Rubalcaba directamente por uno de sus muchos tel¨¦fonos oficiales, Mesquida salta como un resorte. ETA ha robado una f¨¢brica de productos qu¨ªmicos en Francia. Mesquida se pierde a media voz en un rinc¨®n.. El despacho es enorme, fr¨ªo, feo e impersonal. Imposible sacar alguna conclusi¨®n sobre la personalidad de su inquilino a trav¨¦s de su burocr¨¢tica decoraci¨®n. Tampoco es posible deducir pistas sobre su personalidad a trav¨¦s de sus gestos o palabras. Mesquida es un hombre sin sombra.
Cuelga el tel¨¦fono. Muestra un rostro sombr¨ªo. "Cuando hay un atentado, lo duro es la primera llamada; la informaci¨®n inicial siempre es confusa; va cambiando fren¨¦ticamente a lo largo de los minutos. Cuando el atentado del otro d¨ªa contra Gabriel Gines, el escolta de Galdakao, le dimos al principio por muerto. Al principio siempre hay mucha confusi¨®n. Por eso, en este puesto vas desarrollando una cierta habilidad para diseccionar la informaci¨®n que te llega; hay que tener paciencia, porque cuando ocurre algo tienes un ansia de contar con toda la informaci¨®n en el acto, pero debes tener claro que al principio todo es confuso. Y no hay que tomar decisiones precipitadas.
-?Nunca se pone nervioso?
-Intento sujetar el estr¨¦s. Y me viene bien enfriar las decisiones; madurarlas, rumiarlas. La serenidad y la templanza son b¨¢sicas en este trabajo.
-Todas esas carpetas contienen informaci¨®n secreta. ?C¨®mo se siente al ser el primero en conocerla?
-En torno a este puesto hay mucha parafernalia, pero yo soy un tipo sencillo. No tengo v¨¦rtigo, en serio. Eso s¨ª, tengo conciencia de que lo que tengo entre manos es sensible y de ello depende la seguridad de mucha gente.
En nuestro ¨²ltimo encuentro, compartimos su men¨² habitual, un s¨¢ndwich fr¨ªo y un botell¨ªn de agua, junto a sus tres ayudantes personales, los comandantes M y F y el inspector jefe J. Tras un caf¨¦, de camino al helic¨®ptero que le conducir¨¢ a un acto de la polic¨ªa en ?vila, Mesquida abre levemente su coraz¨®n: "Llegas a vivir intensamente cada d¨ªa la vida de 140.000 personas, sus penas y alegr¨ªas. Los atentados, las muertes de toda tu gente te afectan mucho; te cambian el car¨¢cter. Lo peor fue la explosi¨®n de la T-4: yo ni celebr¨¦ la nochevieja. La suerte es que tambi¨¦n vives en primera persona las buenas noticias: cuando hay una buena operaci¨®n policial; cuando salvamos vidas. Pero cuando muere gente? Es duro y yo siempre he sido un sentimental. Y tienes que aguantarte para que no te caigan las l¨¢grimas. Sabes lo que es cuando los compa?eros de un agente muerto llevan el f¨¦retro cubierto por la bandera y alguno de ellos, un tiarr¨®n, se echa a llorar como un ni?o? Te das cuenta de que tienes la misma motivaci¨®n que ellos. Est¨¢s en el mismo equipo y no te vas a rendir".
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