Rapados por fuera, rojos por dentro
Los cabezas rapadas 'antifascistas' claman "venganza contra los nazis"
Madrid es una ratonera. Cada esquina oculta una emboscada. Viven en una batalla perpetua. "?Hay miles de nazis!", advierten. "Esto es muy serio", insisten oscureciendo el tono de voz. Son grupos m¨¢s bien an¨¢rquicos de j¨®venes muy j¨®venes que se autodefinen como antifascistas. Chicos, como Carlos Javier P., de 16 a?os, muerto tras recibir una pu?alada el pasado domingo en Legazpi. La mayor¨ªa va vestida a su aire, con preponderancia de las mallas ajustadas y un cierto recuerdo a la est¨¦tica punk. Pero "los m¨¢s alterados", seg¨²n un simpatizante, son skinheads. Sobre todo, Sharps (Skin Heads Against Racial Prejudices, cabezas rapadas contra los prejuicios racistas). Tambi¨¦n Rash (Red and Anarchist Skin Heads, cabezas rapadas rojas y anarquistas). En total, estos, los m¨¢s "aguerridos", son unos 500, seg¨²n estimaci¨®n policial.
"Los 'skins' de izquierdas no crean alarma social", dice un polic¨ªa
"Hay much¨ªsimos nazis y hay que combatirlos", afirma un 'sharp'
Cinco centenares de muchachos calzados con zapatillas Adidas, embutidos en vaqueros estrech¨ªsimos, abrigados por las cl¨¢sicas cazadoras bomber o por chaquetas con forro de cuadritos escoceses. Todos, con el cr¨¢neo al descubierto. Es decir, muy parecidos en su aspecto a los neonazis. La diferencia es el mensaje de las camisetas o las chapas con la estrella de cinco puntas. Detalles esenciales para ser reconocidos mutuamente y que comience, o no, la pelea.
Son parecidos por fuera. Pero no son iguales. "Los skins de izquierdas no son tan peligrosos, porque su espectro violento no es la gente normal. No crean alarma social", explica un experto policial. Hay m¨¢s disimilitudes, al margen de la ideol¨®gica. Los skins antifascistas no est¨¢n jerarquizados. Su propia naturaleza tendente al "anarquismo" hace que funcionen sin l¨ªderes. Se juntan por proximidad geogr¨¢fica, por barrios y "de vez cuando hacen asambleas", recuerda un miembro. Adem¨¢s, como su media de edad es muy baja (en torno a los 18 a?os) no hay miembros con estudios superiores o mayores recursos econ¨®micos que organice. Tambi¨¦n el que en el entorno antifascista cada vez se ven m¨¢s chicos inmigrantes.
Miguel, sin embargo, tiene ya 26 a?os. No quiere hablar. En esta ocasi¨®n s¨ª hay consignas: "No se puede hablar con los medios burgueses porque se est¨¢n portando mal equipar¨¢ndonos a los nazis", arguye. La "orden" es un circular mensaje propagado a trav¨¦s de Internet, el principal arma de comunicaci¨®n y coordinaci¨®n de estos grupos.
Miguel se toma muy en serio la "lucha". Tanto, que est¨¢ en libertad vigilada por ir a una manifestaci¨®n ilegal. Tambi¨¦n tiene antecedentes por una trifulca con la polic¨ªa. Ha participado en muchas reyertas "con los nazis". Pero, sin embargo, esos encuentros son casi siempre fortuitos y no pasan de ser anecd¨®ticos.
Casi todas las detenciones de los antifascistas se producen en altercados p¨²blicos con las fuerzas de seguridad. No consta ning¨²n asesinato, ninguna agresi¨®n con resultados irreversibles de estos chicos hacia sus antagonistas. A pesar de los mensajes de venganza: ?Ojo por ojo!, claman.
El Sunny, apodo en recuerdo de un anuncio televisivo de una marca de zumos de frutas, s¨ª habla abiertamente de sus actividades como "antifascista". Lo hace junto a una botella de un litro de cerveza en el Retiro. Est¨¢ locuaz porque la conversaci¨®n fue muy anterior a la muerte de Carlos Javier P. "Hay que usar la violencia porque es la ¨²nica manera de responder a los nazis. Hay que combatirlos", argumenta mientras se mira la puntera de las botas. En su opini¨®n "hay much¨ªsimos nazis" y su poder de convicci¨®n se extender¨ªa si no hubiera luchadores conscientes de ese peligro.
Su preocupaci¨®n no es defender el sistema. "Vivimos en una falsa democracia", aclara. Se?alan al modelo capitalista por usar a los neonazis como "fuerza de choque contra la juventud obrera y revolucionaria". Una opini¨®n compartida por ellos, ocasionales militantes de formaciones de izquierda, caso de Izquierda Castellana.
La Coordinadora Antifascista de Madrid, una de las voces m¨¢s destacadas en el caso de Carlos Javier P., es un ente bastante virtual que agrupa a algunas de estas formaciones. No creen en las organizaciones. De hecho, Miguel s¨®lo accede a explicar el modo en que transmiten sus ideas: "A trav¨¦s del boca a boca".
Otro asunto que les irrita es que la est¨¦tica skin se relacione indisolublemente a los "fascistas". Reivindican que el movimiento, derivado de los mods, surge en los suburbios obreros de Inglaterra adoptando los ritmos jamaicanos, el Ska, y con marcado car¨¢cter izquierdista. Y todo eso es verdad.
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