El carnaval patri¨®tico
Como si fuese una hoguera que todo lo devora, la crispaci¨®n ha hecho que los incidentes con Marruecos y Venezuela se tomen como una nueva ocasi¨®n para proseguir el enfrentamiento interno cuando, como es obvio, se trata de dos episodios de pol¨ªtica exterior, que requerir¨ªan otro tipo de respuesta.
Mientras el ruido no deja de crecer en torno a lo que pas¨® o no pas¨®, a lo que se dijo o no se dijo, parece olvidarse que lo que corresponde en estos momentos es que el Gobierno elabore una estrategia de soluci¨®n, la comunique a la oposici¨®n parlamentaria y, por parte de ¨¦sta, se haga el esfuerzo de facilitar un espacio de no confrontaci¨®n en el que la diplomacia pueda hacer su trabajo.
Es dif¨ªcil saber la influencia de estos incidentes en las preferencias electorales, puesto que la pol¨ªtica exterior no suele ser decisiva en el voto. Lo que es seguro, sin embargo, es que la posici¨®n internacional de Espa?a y la defensa de sus intereses pueden salir da?adas si no se resuelve la actual tensi¨®n en dos ¨¢reas prioritarias de nuestra proyecci¨®n exterior. Cualquiera que sea el resultado electoral del pr¨®ximo mes de marzo, el problema seguir¨¢ ah¨ª, puesto que el Partido Popular partir¨ªa con el pesado lastre de su pol¨ªtica pasada hacia Marruecos y Venezuela, y el PSOE, por su parte, no podr¨ªa desentenderse de las turbulencias que se han ido produciendo bajo su mandato.
El viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla se ha justificado con el argumento de que el jefe del Estado tiene derecho a visitar cualquier territorio espa?ol. El problema de ese argumento es que olvida que, junto al derecho indiscutible de visitar, est¨¢ la obligaci¨®n inexcusable de proteger, y que la manera en la que se crey¨® durante d¨¦cadas que mejor se proteg¨ªa la condici¨®n de ciudades espa?olas de Ceuta y Melilla era no convirti¨¦ndolas en materia de disputa con Marruecos. Quiz¨¢ existan maneras m¨¢s eficaces de hacerlo, aunque no parece que la infinidad de Gobiernos de todo signo y condici¨®n que se han sucedido entre la visita de Alfonso XIII y del rey Juan Carlos la encontrasen.
En cualquier caso, ha sido seguramente una temeridad prescindir de la estrategia que se hab¨ªa seguido durante un siglo, no para sustituirla por otra estrategia de largo recorrido, sino por un gesto enf¨¢tico pero aislado y desentendido de sus previsibles consecuencias. El mensaje que queri¨¦ndolo o no se ha hecho llegar a Marruecos con esta visita es que Ceuta y Melilla est¨¢n en la agenda de la relaci¨®n, y en ese simple estar en la agenda Espa?a pierde y Marruecos gana. ?Dejar¨¢ Rabat pasar una oportunidad de avanzar sus posiciones cuando se le ha puesto tan f¨¢cil?
Por lo que se refiere a Venezuela, y mientras en Espa?a se consumen todas las energ¨ªas en la querella interna, Hugo Ch¨¢vez va administrando con implacable puntualidad el uso que se propone hacer del incidente en favor de su revoluci¨®n bolivariana, tanto dentro como fuera de Venezuela.
A juzgar por algunas reacciones procedentes de Am¨¦rica Latina, su diplomacia no ha dejado de trabajar para lograr un cierre de filas alrededor de sus exabruptos apoy¨¢ndose, entre otras cosas, en las dificultades de imagen que atraviesa la inversi¨®n espa?ola en el continente. Primero fue el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quien no perdi¨® la ocasi¨®n de mostrar su alineamiento con Ch¨¢vez en la misma Cumbre. Luego salt¨® a escena el inevitable Fidel Castro, siempre dispuesto a sumarse a cualquier b¨²squeda de enemigos exteriores para justificar la realidad de su pa¨ªs.
Si el ¨²ltimo dirigente de la n¨®mina hubiera sido Evo Morales, presidente de Bolivia, habr¨ªa razones para suponer que Ch¨¢vez s¨®lo ha obtenido el respaldo de sus fieles. Pero es que el partido de Lula se ha manifestado tambi¨¦n en estas posiciones y falta por ver qu¨¦ har¨¢ el presidente venezolano en las pr¨®ximas cumbres multilaterales en las que participe, a tenor de lo que ha hecho en la de los pa¨ªses productores de petr¨®leo. Puesto que el incidente con la delegaci¨®n espa?ola en Santiago de Chile tuvo resonancia mundial, no ser¨ªa de extra?ar que Hugo Ch¨¢vez use las citas internacionales para mantenerlo vivo, y explotarlo.
Frente a este horizonte repleto de nubarrones que s¨®lo el temple y el buen hacer pol¨ªtico podr¨ªan despejar, en Espa?a arrecia la ensordecedora disputa de patio de vecinos, con patriotas jaleando desde las ventanas los desplantes taurinos prodigados por el mundo durante las ¨²ltimas semanas, con desfiles de majos y majas proclamando hoy su lealtad a quien ayer vituperaban, con pases cotidianos de chulapos y chulapas contentos de ver que su lenguaje ha terminado por alcanzar las Cumbres internacionales.
En definitiva, el rancio carnaval patri¨®tico se ha echado a las calles y, mientras tanto, seguimos sin preguntarnos qu¨¦ hacer, ni c¨®mo, para salir de donde estamos.
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