China saca el l¨¢tigo en ?frica
Miles de obreros enviados por Pek¨ªn trabajan protegidos por el Ej¨¦rcito - La polic¨ªa sudanesa reprime a los que se oponen a una gran presa en el Nilo
Miles de obreros chinos trabajan sin descanso para que la gran presa de Merowe, que triplicar¨¢ la capacidad energ¨¦tica de Sud¨¢n, entre en funcionamiento en 2008, seg¨²n lo previsto. Algunos llevan casi cinco a?os aqu¨ª, aunque sin haber pisado nunca las calles de esta humilde ciudad a orillas del Nilo, 350 kil¨®metros al norte de Jartum. Viven api?ados dentro del mismo recinto de la presa y no salen del cord¨®n de seguridad montado por la polic¨ªa sudanesa, que reprime sin contemplaciones a los que se oponen a la fara¨®nica obra. As¨ª trabajan, como si estuvieran en casa, las empresas chinas que han desembarcado en ?frica: con obreros chinos, a toda velocidad y amenazando con el l¨¢tigo.
Empresas europeas participan en una obra censurada por la ONU en Sud¨¢n
"El papel de China es m¨¢s positivo que el de Occidente", afirma un pol¨ªtico
La presa de Merowe es una de las obras m¨¢s emblem¨¢ticas de China en ?frica y laboratorio de lo que se avecina tras la firma de decenas de contratos para construir carreteras, embalses, aeropuertos, l¨ªneas f¨¦rreas y refiner¨ªas. Toda ?frica est¨¢ patas arriba por las obras en marcha ejecutadas por empresas chinas, que emplean a 750.000 trabajadores llegados de Pek¨ªn, seg¨²n la agencia Xinhua. Pero en Merowe los resultados ya son visibles y las compuertas que detendr¨¢n el agua del Nilo pueden observarse a lo lejos. Acercarse es sin embargo imposible: hombres armados lo impiden.
La obra ha provocado el desplazamiento forzoso de 60.000 personas y otras 3.000 se preparan para marcharse cuando el agua empiece a anegar sus cultivos. El a?o pasado se atrevieron a organizar una marcha de protesta. Entonces, lleg¨® un hombre armado, dispar¨® a la multitud y mat¨® a tres manifestantes. No hay detenidos. Naciones Unidas ha puesto el grito en el cielo por las violaciones de derechos humanos sobre las comunidades que tendr¨¢n que abandonar su hogar a la fuerza y sin apenas compensaciones y pide que se frenen las obras. Pero los obreros chinos siguen trabajando a destajo.
"Es una verg¨¹enza, pero seguir¨¦ luchando hasta el final. Si nos echan, al menos que nos compensen con buenas casas y buenas tierras y no con la miseria que ofrecen", explica Al Khaier Mohamed Abdul¨¢, 56 a?os, siete hijos, barba frondosa y mirada severa. Vive en una choza aislada junto al Nilo, muy cerca de donde est¨¢ enterrado su padre. En marzo, todo estar¨¢ bajo el agua. "Lo que m¨¢s temo es a la polic¨ªa, que nos hostiga para que nos vayamos", a?ade.
La pista de tierra que conecta su casa con Merowe est¨¢ bloqueada por un control policial, que impide el paso. Antes, estaba a cinco kil¨®metros de la ciudad. Ahora tiene que dar un rodeo de 40 kil¨®metros por el rocoso desierto. Lo mismo les sucede a los 70 habitantes que resisten en Al Gamra, atrincherados pese a la presi¨®n. El pueblito, de casas bajas de color tierra que se confunden con el desierto, ten¨ªa hasta hace poco una escuela. Ya no: la furia del agua la destroz¨® durante unos ensayos de la presa. "En pocos meses, estar¨¦ muerto o ser¨¦ un refugiado", vaticina Osman, de 64 a?os.
"El gran problema con China es que no exige que se respeten los est¨¢ndares m¨ªnimos de derechos humanos. Quiere seguridad para sus trabajadores y nada m¨¢s", explican fuentes de una organizaci¨®n internacional en Jartum. Pero bajo este paraguas se cuelan empresas occidentales, que se benefician de la situaci¨®n y miran para otro lado. En el proyecto de Merowe participan tambi¨¦n la francesa Alstom, la alemana Lahmeyer International y la suiza ABB.
La falta de transparencia de estos contratos hace que nadie sepa en qu¨¦ condiciones trabajan los obreros chinos. S¨®lo en Merowe hay 2.500, pero muy pocos les han visto. Un occidental que tuvo la ocasi¨®n de avistarlos dentro de la presa relata que viv¨ªan "en condiciones lamentables" que le recordaba a la de los campos de refugiados. Nunca salen de all¨ª. Llegan en vuelos ch¨¢rter desde China, sin parada en Jartum. Y el secretismo ha disparado las especulaciones: en medios diplom¨¢ticos se apunta que se trata de presos, lo que explicar¨ªa la extrema competitividad de las ofertas chinas. Nadie ha podido probarlo.
La oposici¨®n sudanesa ha empezado a alertar ante la dependencia respecto a China. Pero todos defienden su trabajo al considerar que ?frica va a dar en pocos a?os un salto en infraestructuras vital para salir de la pobreza. Yassir Arman, vicesecretario del Movimiento Popular de Liberaci¨®n de Sud¨¢n (SPLM), muy cr¨ªtico con el Gobierno islamista, es contundente: "El balance es muy positivo. Hacen lo que necesitamos y barato. Su papel es mucho mejor que el de los occidentales".
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