PNV, anatom¨ªa de una crisis
Ibarretxe ha resuelto la crisis interna del PNV empujando su p¨¦ndulo patri¨®tico hacia las tesis de Lizarra y del Estado Libre Asociado. Su pretensi¨®n de negociar la autodeterminaci¨®n hoy y la territorialidad ma?ana, a trav¨¦s de sendas consultas y referendos en 2008 y 2010, representa una formulaci¨®n a¨²n m¨¢s acabada y extrema que el proyecto de reforma del Estatuto rechazado por las Cortes en febrero de 2005. Como es sabido, esto ha arrastrado a Imaz a su retirada pol¨ªtica personal para evitar una ruptura de su partido.
?Por qu¨¦ ha perdido Imaz con el discurso de renovaci¨®n del nacionalismo al siglo XXI, de pacto autonomista y de construcci¨®n plural de Euskadi? ?Qu¨¦ y qui¨¦nes est¨¢n llevando al PNV a la senda de la naci¨®n ¨¦tnica, hecha por y para los nacionalistas, en el horizonte de la independencia y pendiente in aet¨¦rnum de una imposible integraci¨®n territorial con Navarra e Iparralde?
La aparici¨®n de nuevos Estados en Europa ha dado alas a los nacionalistas vascos
Interesa, y mucho, conocer las razones de un giro tan preocupante como arriesgado del nacionalismo democr¨¢tico vasco, y se me ocurren tres importantes:
1. La decepci¨®n estatutaria. He escuchado miles de veces a mis interlocutores nacionalistas quejarse del desarrollo del Estatuto de Gernika. Desde la LOAPA a las Leyes de Bases, desde las materias todav¨ªa no transferidas a las limitaciones del "caf¨¦ para todos". Siempre he pensado que, m¨¢s all¨¢ de razones puntuales para esas quejas, el argumento es bastante oportunista y se esgrime para justificar una agenda reivindicativa que el nacionalismo, de manera consustancial a su ideario, necesita mantener en permanente agitaci¨®n. La importancia y la entidad del autogobierno vasco es incuestionable, cualquiera que sea el plano en el que se le mida: respecto al pasado, respecto a otras autonom¨ªas, respecto a los modelos federales o confederales m¨¢s avanzados. Y si se le a?aden las inconfesables ventajas del sistema econ¨®mico que disfrutamos, los motivos para la queja son m¨¢s bien ret¨®ricos, o en todo caso menores. Con todo, con raz¨®n o sin ella, es lo cierto que el PNV, pr¨¢cticamente desde que lleg¨® Ibarretxe, ha abandonado la negociaci¨®n estatutaria y se han concentrado en la b¨²squeda de un nuevo modelo de relaci¨®n con Espa?a, mucho m¨¢s parecido a la confederaci¨®n que al modelo auton¨®mico de nuestra Constituci¨®n.
2. La asunci¨®n de la autodeterminaci¨®n. A pesar de que la autodeterminaci¨®n no ha sido un postulado te¨®rico ni ideol¨®gico del PNV -fue expresamente rechazado por sus representantes en el periodo constituyente y preauton¨®mico-, el Partido Nacionalista incorpora esta idea a su doctrina a mediados de los a?os noventa y la implementa en el Pacto de Estella. En 1990 se produjo una sonora votaci¨®n en el Parlamento Vasco en la que el PNV, empujado por EA, se sum¨® a la reivindicaci¨®n de este supuesto derecho, junto a Euskadiko Ezkerra, aunque lo hiciera aludiendo a su consideraci¨®n "meramente doctrinal" e interpret¨¢ndolo como un "ejercicio democr¨¢tico din¨¢mico" y no centrado en una consulta. Lo cierto es que quince a?os m¨¢s tarde, el PNV ha entrado de lleno en esa interpretaci¨®n casi descolonizadora con que se argumenta el derecho y su ejercicio, en gran parte por el fuerte impacto de emulaci¨®n que ha provocado en todos los nacionalismos sin Estado, la emergencia como naciones plenas y soberanas de casi quince nuevos Estados en el continenteeuropeo desde la ca¨ªda del Muro. Es m¨¢s, cabe decir que se han sumado a esta interpretaci¨®n todos los partidos nacionalistas, incluida IU del Pa¨ªs Vasco, aunque lo hagan bajo el eufemismo del "derecho a decidir". Es esto tan evidente, que ETA se ha visto suplantada en esta reivindicaci¨®n y necesita aferrarse a la unidad territorial (otro eufemismo que en este caso expresa la integraci¨®n de Navarra en Euskadi) como ¨²ltima bandera que la diferencia del elenco nacionalista.
El PNV decidi¨® ya hace tiempo incorporar a su ideario este objetivo porque quiere liderar la familia nacionalista. Una familia demasiado dividida, en cuatro y hasta cinco opciones pol¨ªticas y entre las cuales, la disputa electoral sigue atravesada por el "qui¨¦n es m¨¢s nacionalista". El PNV parece decidido a conservar su hegemon¨ªa en esta clave, y ha formalizado as¨ª su abandono estatutario y su propuesta soberanista.
3. Una nueva estrategia para el final de la violencia. A finales de los noventa, el PNV inici¨® una nueva estrategia en relaci¨®n con ETA. Se pas¨® de Ajuria Enea a Lizarra para ofrecer a ETA la gesti¨®n de sus reivindicaciones desde la pol¨ªtica, con base en la "acumulaci¨®n de fuerzas nacionalistas" y a cambio del abandono de la violencia. Lizarra fracas¨®, pero Ibarretxe sigue, erre que erre, con el mismo esquema. Su propuesta de septiembre de 2007 sigue pretendiendo, en el fondo y en la forma, hacer in¨²til la violencia porque sus objetivos son alcanzables mediante la mayor¨ªa nacionalista del Parlamento Vasco. Obs¨¦rvese que el lehendakari, en el "cuarto paso" de su ¨²ltima propuesta, establece que, antes del refer¨¦ndum resolutivo de 2010, todas las fuerzas pol¨ªticas vascas tienen que alcanzar un "acuerdo de normalizaci¨®n pol¨ªtica sobre el derecho a decidir del pueblo vasco, las relaciones de territorialidad (sic) y por supuesto... otras cuestiones". Es decir, autodeterminaci¨®n y Navarra en el coraz¨®n del tortuoso camino que nos propone.
De manera que este PNV que dirigen Ibarretxe, Egibar, Gerenabarrena y otros, ha decidido pilotar el fin de ETA desde la gesti¨®n de sus reivindicaciones, bas¨¢ndose en las mayor¨ªas nacionalistas, por reducidas que ¨¦stas sean. Su c¨¢lculo es doble. Al PNV le permite conservar el poder y liderar el conjunto del movimiento nacionalista vasco que fund¨® Sabino, y al Pa¨ªs Vasco le proporciona un bander¨ªn de enganche, "el derecho a decidir", para una sociedad sin ETA, en la que sea posible alg¨²n d¨ªa una expresi¨®n mayoritaria a favor de la independencia. De ah¨ª la calculada estrategia de reivindicar un derecho cuyo ejercicio se traslada al momento que m¨¢s convenga para mantener la llama nacionalista encendida y para alcanzar una voluntad identitaria de la comunidad vasca, hoy inexistente.
El nacionalismo vasco dise?a as¨ª una salida de la violencia en clave de m¨¢s nacionalismo que evite precisamente, la tesis contraria, es decir, el desinfle nacionalista de la sociedad vasca, liberada de la coacci¨®n terrorista.
A esta breve anatom¨ªa del giro nacionalista se le pueden a?adir elementos personales y argumentos complementarios que no puedo desarrollar aqu¨ª, pero el n¨²cleo de lo que pasa en el razonamiento nacionalista del conflicto vasco es ¨¦ste. Caben muchas respuestas, diferentes estrategias y formas de dilucidar estas pulsiones, pero todas ellas nos conducen a un mismo escenario: las elecciones. Son los ciudadanos los que pueden y deben evaluar este giro radical.
Me consta que medio PNV no comparte los enormes riesgos de esta estrategia. Un 40% del electorado del PNV fluct¨²a con su voto hacia PSE y PP entre elecciones auton¨®micas y generales y viceversa. Las encuestas sobre sentimientos identitarios de los vascos no han variado en Euskadi desde 1980 y, por cierto, una gran mayor¨ªa de votantes del PNV se sienten tan vascos como espa?oles. ?Qu¨¦ tenemos que hacer? Ganarle las elecciones a este PNV. Y afirmo: ahora es m¨¢s posible que nunca, si lo hacemos bien.
Ram¨®n J¨¢uregui es portavoz del PSOE de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso de los Diputados.
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