El hombre que odiaba el silencio
Hugo Ch¨¢vez es verborreico y parece estar articulando un "totalitarismo 'light", pero su soflama antiimperialista tiene eco entre las clases populares ind¨ªgenas o mestizas de toda Am¨¦rica Latina
Hugo Ch¨¢vez Fr¨ªas, tres veces democr¨¢ticamente elegido presidente de Venezuela, con una megaloman¨ªa que muerde en lo psiqui¨¢trico, lleva a?os trabaj¨¢ndose el personaje con gran fondo de luz y sonido, aunque m¨¢s zarzuelero que oper¨ªstico. Su personalidad no es por ello menos inmutable -salida de la cadena de montaje gen¨¦tico en el molde cl¨¢sico del caudillismo latinoamericano-, aunque ha ido encarn¨¢ndose en sucesivas interpretaciones de s¨ª misma. La ¨²ltima, con su presumible victoria en el refer¨¦ndum del pr¨®ximo 2 de diciembre, le va a permitir presentarse a la reelecci¨®n indefinida, como ¨¦l dice hasta 2021, bicentenario de la batalla de Carabobo, victorioso remate a la guerra por la independencia de Am¨¦rica.
Lleva a?os trabaj¨¢ndose el personaje con un gran fondo zarzuelero de luz y sonido
El l¨ªder bolivariano est¨¢ animado de un sincero deseo de mejorar la suerte de los no favorecidos
El 4 de febrero de 1992, el teniente coronel Ch¨¢vez, mestizo tenue de negro y blanco, hac¨ªa una entrada a¨²n modesta en la historia complotando para derrocar un sistema que llamaba de corruptocracia. La intentona fracas¨® con mucha pena y poca gloria, y el militar permaneci¨® dos a?os entre rejas, hasta que el 24 de marzo de 1994 recobraba la libertad amnistiado por el presidente Caldera. Ch¨¢vez experiment¨® entonces una aparente mutaci¨®n al optar por las urnas para llegar al poder, de lo que se afirma que lo persuadieron sus mentores de la ¨¦poca, el veterano comunista Luis Miquilena y Jos¨¦ Vicente Rangel.
El ex teniente coronel hab¨ªa creado el EBR, Ej¨¦rcito Bolivariano Revolucionario, en cuyas iniciales reside la primera clave de su mitoman¨ªa. La E es de Ezequiel Zamora, un militar del siglo XIX dado tambi¨¦n a la acci¨®n expeditiva contra el poder civil; la B, en el centro como Cristo en la Trinidad, es del gran Bol¨ªvar, y la R de Rodr¨ªguez, Sim¨®n como el anterior, y al que se suele considerar gu¨ªa intelectual del Libertador. Es lo que Ch¨¢vez llama el ¨¢rbol de tres ra¨ªces en que se asienta el porvenir de la patria, met¨¢fora ajardinada que desarrolla en su obra El Libro Azul.
Y a¨²n cabr¨ªa sumar un cuarto personaje, s¨®lo que m¨¢s controvertido: Pedro P¨¦rez Delgado, coronel mutado en guerrillero, en rebeld¨ªa seg¨²n sus admiradores contra el dictador de principios del siglo XX, Juan Vicente G¨®mez, o bandolero depredador, seg¨²n sus cr¨ªticos. Y ocurre que este personaje, conocido como Maisanta -de Madre Santa, su grito de guerra-, era hijo de un coronel de Ezequiel Zamora y a su vez bisabuelo de Ch¨¢vez; mitoman¨ªa personal, sin duda, pero salida de un culebr¨®n. De ah¨ª nace tambi¨¦n un desd¨¦n con que le ningunean sus enemigos: la maisantera, con la que definen la obra de Ch¨¢vez, que es, seg¨²n uno de los oficiales que le abandon¨®, el capit¨¢n Luis Valderrama, "una acci¨®n con prop¨®sito de poder, sin base ideol¨®gica o pol¨ªtica, ni escala de valores que le d¨¦ sentido, contenido y trascendencia".
El paso siguiente ser¨ªa crucial: las presidenciales de 1998. El EBR que hab¨ªa pasado a llamarse Movimiento Bolivariano Revolucionario, se convert¨ªa el 19 de abril de 1997 en Movimiento V Rep¨²blica, siempre atento Ch¨¢vez a un fetichismo de siglas, con la intenci¨®n de mantener la pronunciaci¨®n de MBR a MVR. Y al frente de esa formaci¨®n el 6 de diciembre de 1998, quien s¨®lo unos meses antes no pasaba del 5% en las encuestas, derrotaba al candidato de la oligarqu¨ªa Henrique Salas R?mer, con algo m¨¢s del 56% de sufragios. La victoria ten¨ªa numerosos progenitores: el hartazgo ante un sistema turnante entre supuestos socialdem¨®cratas de AD, y probables democristianos de COPEI, que ni tiraban del petr¨®leo para industrializar el pa¨ªs ni combat¨ªan la corrupci¨®n en la que chapoteaban; pero tambi¨¦n, la evidencia de que a Ch¨¢vez le quer¨ªa la televisi¨®n, de que era un formidable candidato cat¨®dico con su lenguaje directo, exaltado y exaltante para quien no perd¨ªa nada probando suerte con aquella especie de Zelig tropical; una voz que tronaba, susurraba, y tanto parec¨ªa de animador de discoteca como del arc¨¢ngel san Miguel blandiendo el espad¨®n de la justicia. Aquellos a los que el sol ya no pod¨ªa broncear, hab¨ªan hallado a un campe¨®n, que en los ¨²ltimos a?os ha inventado un programa, Al¨®, Presidente, donde canta, recita -es un gran lector de poes¨ªa, pero la que escribe es mala y patri¨®tica-, y apostrofa a todo lo que le exaspera. Se dir¨ªa que Ch¨¢vez tiene horror vacui al silencio. Si no se oye hablar a s¨ª mismo, deja de existir.
Pero el momento clave de su carrera se dio en abril de 2002, desde el 11, en que fue depuesto, al 14, cuando, tambi¨¦n el Ej¨¦rcito, lo repon¨ªa en el cargo; fueron tres d¨ªas en el curso de los cuales Bush padre y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lograron dar signos inequ¨ªvocos de su satisfacci¨®n por el golpe. Entonces, dice Milagro Socorro, columnista de El Nacional de Caracas, "Ch¨¢vez comprendi¨® que lo que lo sosten¨ªa no era el fervor de las masas, sino la fuerza. Y ah¨ª acentu¨® su autoritarismo y el acoso a la disidencia que discut¨ªa su legitimidad".
Otras dos elecciones victoriosas, la ¨²ltima el 3 de diciembre de 2006, parec¨ªan haberlo instalado en la cota del 60%, sin necesidad de pucherazo. Teodoro Petkoff, ex marxista, ex guerrillero, ex ministro de Caldera, socialdem¨®crata activo y l¨ªder de la oposici¨®n, aunque a sus 75 a?os ya no quiera ser candidato, afirma que "Ch¨¢vez siempre ha ganado con un grado normal en Venezuela de irregularidades". Y, mientras se envolv¨ªa en el santo sudario bolivariano e invocaba un socialismo del siglo XXI, que, cautelosamente, s¨®lo quer¨ªa definir mientras se fuera implantando, no paraba de acumular poder. ?se es el hombre que hace unos diez d¨ªas llegaba a la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, sobre la que hay quien en Venezuela se pregunta: ?mordi¨® Ch¨¢vez el anzuelo que le tend¨ªan los p¨¦rfidos espa?oles?, o ?acaso el Rey le brind¨® el pretexto que buscaba el bolisocialista?
La oposici¨®n venezolana tiene el coraz¨®n dividido. Por un lado, celebra que don Juan Carlos mandara callar a un Ch¨¢vez que no dejaba hablar al presidente Zapatero y hab¨ªa llamado "fascista" a Aznar, pero respaldar a un jefe de Estado rega?¨®n de la antigua metr¨®poli es demasiado. Milagros Socorro celebra lo primero, pero habla de "la rudeza del Monarca, m¨¢s emparentada con el hooliganismo espa?ol que nos trata de sudacas que con su metabolismo temperamental". Otro intelectual de oposici¨®n, Rafael Poleo, estima que Ch¨¢vez "casi cay¨® en la trampa de los europeos que se propusieron exhibirle como un irresponsable", para a?adir que sus cicerones culturales le hab¨ªan descubierto s¨®lo d¨ªas antes la existencia de Las Casas y su vituperio contra la conquista, y como el d¨ªa anterior ya hab¨ªa porfiado con la delegaci¨®n espa?ola, el Rey, dice el autor, "llam¨® al jefe de Gobierno socialista para cuadrar el modo de pararle las patas a aquel b¨²falo suelto en cristaler¨ªa". As¨ª, el Ch¨¢vez que esperaba "excusas por los cr¨ªmenes hist¨®ricos de Espa?a", o, como sigue Socorro, "daba por sentado que Zapatero le iba a juntar la cabeza para murmurar con ¨¦l del ex mandatario espa?ol (Aznar)", se vio defraudado. Y entonces, "se entreg¨® a la pataleta".
Pero aunque Ch¨¢vez no fue apoyado convincentemente ni siquiera por el cubano Carlos Lage, o el boliviano Evo Morales, su discurso s¨ª impresiona a las clases populares, ind¨ªgenas o mestizas. Le?a a Espa?a es un leitmotiv que los tiempos amenazan convertir en estribillo o jaculatoria de a diario.
El l¨ªder bolivariano, que est¨¢ animado de un sincero deseo de mejorar la suerte de los no favorecidos y que, probablemente, no dejar¨¢ de nunca de respetar alg¨²n grado de pluralismo pol¨ªtico, lo que pretende es moldear un r¨¦gimen en el que haya partidos, elecciones y gran parte del habitual atrezo democr¨¢tico, pero en el que el chavismo domine los resortes internos de la sociedad, como el cr¨¦dito bancario con que se ganan las elecciones, los think-tank de ingenier¨ªa social y a una boliburgues¨ªa deudora del poder. El "totalitarismo light", que dijo Petkoff.
Ese presidente venezolano al que ha sacado de un relativo aislamiento su par colombiano, ?lvaro Uribe, invit¨¢ndole a mediar con las FARC, est¨¢ ahora visitando Teher¨¢n y Par¨ªs, acompa?ado de un dispendio de 500 edecanes. Y su soflama antiimperialista tiene eco en toda Am¨¦rica Latina.
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