La p¨¢lida dama de Barcelona
En la novela Madame Bovary, Gustave Flaubert compar¨® a su c¨¦lebre protagonista con una enigm¨¢tica p¨¢lida mujer de Barcelona. Investigando un poco, result¨® ser el t¨ªtulo de un cuadro del padre del realismo, Gustave Courbet. Pintado en 1854 y tambi¨¦n conocido como Retrato de una espa?ola. En ¨¦l, una mujer, de tez desva¨ªda y vestido azul, se recuesta melanc¨®licamente en una especie de div¨¢n. As¨ª pues, el misterio no estaba en Flaubert sino en Courbet -autor de los famosos retratos de Baudelaire y Proudhon-, al que no encontr¨¦ vinculaci¨®n alguna con nuestra ciudad. ?Se trataba de una de tantas espa?oladas, tan populares en la vecina rep¨²blica? ?Era la modelo alguna amiga del pintor, nacida aqu¨ª? Qui¨¦n lo sabe. Por eso, hasta que alguien tenga otra mejor, yo propongo una posible candidata.
La historia bien pudo empezar en 1818, en la ciudad de Nueva York. All¨ª viv¨ªa uno de los catalanes m¨¢s ricos del siglo XIX. Se llamaba Josep Xifr¨¦ y hab¨ªa amasado una gran fortuna en Cuba. Hac¨ªa poco que hab¨ªa llegado a la metr¨®poli estadounidense para controlar sus finanzas e iba a casarse con la se?orita Judith Downing, hija de su agente de Bolsa. Cuentan que la muchacha -veintitantos a?os m¨¢s joven que su novio cuarent¨®n- era de una belleza espectacular, muy del estilo de la ¨¦poca. Triunfaba el romanticismo y las mujeres cultivaban el rubor l¨ªvido en la piel y el gesto l¨¢nguido.
Al principio, no parece que las cosas fuesen mal. Se mudaron a Cuba, tuvieron un hijo -Jos¨¦ Pepito Xifr¨¦- y el negocio sigui¨® viento en popa. Pero, 11 a?os despu¨¦s, el veterano empresario siente la llamada del hogar y decide volver a Barcelona. Para ello, encarga un enorme bloque de apartamentos -conocido como Porxos d'en Xifr¨¦- junto a la plaza de Palau. Se trata de un inmueble con vida propia -plagado de alegor¨ªas al comercio y a la masoner¨ªa- que cobija locales tan emblem¨¢ticos como el Caf¨¦ de les Set Portes. Pero en 1829 es tan s¨®lo un edificio en construcci¨®n. As¨ª que, mientras tanto, los Xifr¨¦ se dan un periplo por Europa. El problema es que a ella no le gusta la Ciudad Condal, por lo que abandona a su marido y se instala en Par¨ªs.
Una vez en la capital francesa, Judith Xifr¨¦ se abre paso en los mejores salones. Se hace amante del escritor Henri Beyle Stendhal, que unos a?os despu¨¦s realiza una corta visita a nuestra ciudad (una noche en el hotel Quatre Nacions, contada en sus Memorias de un turista, obra premonitoria en la que inventa el t¨¦rmino turista). Para despu¨¦s convertirse en amante de Prosper M¨¦rim¨¦e, autor de la novela Carmen y que tambi¨¦n vendr¨ªa a Barcelona, entre noviembre y diciembre de 1846.
El drama final se produce cuando el joven Gustave Courbet, en el Sal¨®n de 1853, presenta su provocador lienzo Las ba?istas, que desata las burlas de T¨¦ophile Gautier y -sobre todo- de M¨¦rim¨¦e. Meses despu¨¦s, un resentido Courbet pinta su P¨¢lida mujer de Barcelona, quiz¨¢ como sutil venganza hacia su principal cr¨ªtico. Justo el mismo a?o que la se?ora Xifr¨¦ regresa a la capital catalana, junto a su familia, donde pasar¨¢ el resto de su vida. Su marido, convertido en un magnate del comercio, morir¨¢ dos a?os despu¨¦s, tras haber patrocinado el submarino de Monturiol, el canal de Suez o el Cuerpo de Bomberos barcelon¨¦s.
Si la historia fue as¨ª, Courbet habr¨ªa pintado el retrato de una norteamericana, casada con un pr¨®cer catal¨¢n, amante de dos genios de la literatura francesa y en la que se habr¨ªa inspirado Gustave Flaubert para su Emma Bovary. Lo cual -est¨¦ o no en lo cierto- bien merece una visita a los Porxos d'en Xifr¨¦. ?No les parece?
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