Un pasqu¨ªn
La literatura es un avance laborioso a trav¨¦s de la propia estupidez. Lo dijo Rodolfo Walsh y declaro no conocer una definici¨®n mejor sobre el oficio de escribir. Opinaron de ¨¦l que era el anti-Borges, tal vez porque muri¨® joven y rebelde, incapaz de vivir la vida con "frialdad proporcionada", despu¨¦s de redactar la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Estos pocos folios de su pasqu¨ªn siguen siendo la mejor descripci¨®n de la infamia indescriptible. Walsh fue un exigente estilista, incluso en sus despachos militantes para Prensa Latina. Su pasi¨®n ajedrec¨ªstica y su inter¨¦s por la novela policiaca le permitieron descubrir los preparativos de la invasi¨®n de Cuba en un mensaje criptogr¨¢fico interceptado a una supuesta agencia de viajes. Pero la gran obra de Walsh se titul¨® Operaci¨®n Masacre y con ella se inaugura el nuevo periodismo antes que A sangre fr¨ªa de Capote. Ocurre que Walsh es latinoamericano y su exploraci¨®n del crimen no se detiene en los c¨ªrculos de entretenimiento del infierno. Va a la jefatura. Es un Hammett y no un Chandler. Ca¨ªdo Per¨®n, sus seguidores m¨¢s honestos fueron eliminados en una guerra sucia, premonici¨®n de lo que ocurrir¨¢ a?os despu¨¦s. Walsh era entonces antiperonista, pero un d¨ªa oy¨® a un perseguido gritar ag¨®nico: "?No me dejen solo, hijos de puta!". Walsh se lanz¨® a escribir, jug¨¢ndose la vida, Operaci¨®n Masacre. "La conciencia era su musa", se?ala Osvaldo Bayer. Ser¨ªa una estupidez propia forzar la historia y comparar reg¨ªmenes incomparables, pero la musa de las conciencias libres deber¨ªa inspirar pasquines denunciando la infamia de Guant¨¢namo. Es esa negaci¨®n del Estado de derecho, un r¨¦gimen penitenciario de "tortura intemporal, metaf¨ªsica", la m¨¢s peligrosa arma de destrucci¨®n masiva, que suspende los principios morales y democr¨¢ticos. Las orejas de Occidente deben afinarse para o¨ªr lo que no quieren o¨ªr. El humano que grita "?No me dejen solo, hijos de puta!".
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