Cortejos de amor en las buitreras
En diciembre comienza el nuevo ciclo reproductor de las aves
La entrada del invierno marca en la naturaleza un periodo de quietud y adormecimiento. Los bosques detienen su crecimiento mientras una capa blanca cambia por completo el predominio de los tonos verdes que hasta ahora reinaban en las sierras. Diciembre reinventa los paisajes mientras bajo los pies se escucha el crujir de la nieve al apretarse con los pasos, y el silencio tan s¨®lo se rompe con las t¨ªmidas sacudidas del viento sobre las copas de los ¨¢rboles.
Al otro lado del vallejo y tras la vertiginosa barranca que forma un arroyo, un angosto pared¨®n p¨¦treo se alza varios cientos de metros sobre el h¨²medo cauce. La nieve posada suavemente sobre los balcones y cornisas de los farallones hace resaltar sin quererlo la tosca figura de los habitantes rup¨ªcolas del ca?¨®n fluvial. Varias decenas de parejas de buitres leonados se asoman a sus terrazas como si de un bloque de vecinos se tratara. Los primeros pasos del r¨ªo Tajo en su trasiego por la provincia de Guadalajara guardan en su parque natural uno de los enclaves ib¨¦ricos donde mejor se pueden observar las idas y venidas de estas grandes necr¨®fagas enceladas por el invierno.
Para los buitres leonados, los desabrigados d¨ªas del mes de diciembre significan el comienzo de un nuevo ciclo en el transcurrir de sus vidas. Las parejas comienzan de nuevo los juegos amorosos y ritos nupciales que estrechar¨¢n los lazos que las unen. Desde las inmediaciones de las numerosas buitreras de la Pen¨ªnsula es f¨¢cil observar con prism¨¢ticos sus vuelos de cortejo. El macho persigue a la hembra para colocarse por encima de ella mientras aletea fuertemente; luego extiende las patas todo lo que puede para llegar casi a tocar a su compa?era.
Esta postura de vuelo la mantienen y repiten durante largos periodos de tiempo. En ocasiones, cuando el macho se encuentra en vuelo sobre la hembra, ¨¦sta se da la vuelta en pleno vuelo y atrapa con sus garras las de su compa?ero, dej¨¢ndose caer en el vac¨ªo muchos metros entrelazados como una pelota.
Adem¨¢s de los paredones del Alto Tajo, entre los ca?ones fluviales donde mejor se pueden observar las nupcias y algarab¨ªas de los buitres se encuentran las hoces del r¨ªo Riaza, en Segovia, con unas 400 parejas reproductoras; la Foz de Burg¨¹i, en el r¨ªo Esca, entre Navarra y Zaragoza, donde viven alrededor de 300; las hoces del r¨ªo Durat¨®n, en Segovia, con m¨¢s de 500, y el parque nacional de Monfrag¨¹e, en C¨¢ceres, con medio millar de parejas repartidas en varias buitreras.
Informaci¨®n
- www.jcyl.es.
- www.turismocastillayleon.com.
- www.ayto-burgui.es.
- www.monfrague.com.
- www.jccm.es/medioambiente.
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