El horror de la Guerra Civil, a golpe de vi?eta
Carlos Gim¨¦nez vuelve a la actualidad del c¨®mic con su ¨¢lbum '36-39. Malos tiempos'
En 1977, con una democracia apenas incipiente, Carlos Gim¨¦nez (Madrid, 1941) comenzaba a publicar en las p¨¢ginas de la revista Muchas Gracias la serie Paracuellos, en la que plasmaba los recuerdos de su paso por un colegio del Auxilio Social durante los primeros a?os de posguerra espa?ola. Tras haberse formado en la aventura y la fantas¨ªa, el dibujante de personajes tan famosos como Gringo, Delta 99 o Dani Futuro, optaba arriesgadamente por la introspecci¨®n, surcando caminos prohibidos o voluntariamente olvidados durante las cuatro d¨¦cadas anteriores.
"Yo intento contar el hecho, no el morbo del hecho", dice el dibujante
"La guerra fue confusa. No eras de una ideolog¨ªa, sino de donde te pillaba"
Conscientemente o no, Paracuellos se convert¨ªa as¨ª en el primer cap¨ªtulo escrito de una reivindicaci¨®n de lo que ahora conocemos como nuestra memoria hist¨®rica. A medida que buscaba en su pasado, Gim¨¦nez iba construyendo un legado de valor incalculable: el de los sentimientos de toda una generaci¨®n de espa?oles. Tras Paracuellos lleg¨® Barrio, contando la vida en las calles espa?olas de los a?os cincuenta. Despu¨¦s, la hilarante Los profesionales, una obra que ofrece, adem¨¢s, un fresco ¨²nico de una sociedad que comenzaba a reivindicar unas libertades que hab¨ªan sido cercenadas.
Un trabajo de notario de la vida de la calle que se complementar¨ªa a la perfecci¨®n con el d¨ªa a d¨ªa de la transici¨®n que reflej¨® en las historietas que realizaba semanalmente para la revista El Papus, recopiladas en el volumen Espa?a Una, Grande y Libre.
Treinta a?os de trabajo que dejan una densa obra que se puede considerar como sin¨®nimo de la historia de este pa¨ªs, pero protagonizada por aquellos que nunca salen en los libros de historia o las enciclopedias.
De forma obligada, esta trayectoria le llevaba a enfrentarse al origen de todo lo que hab¨ªa contado durante ese tiempo: la Guerra Civil espa?ola. "Lo intent¨¦ un par de veces. Yo suelo tener unos dossiers donde guardo las ideas b¨¢sicas que luego desarrollar¨¦ y uno de ellos era sobre la Guerra Civil. Quer¨ªa hacerlo coincidiendo con uno de los aniversarios de la guerra, pero no sab¨ªa muy bien c¨®mo, por lo que al final lo dej¨¦, reconvirti¨¦ndolo en una historieta de Barrio", cuenta Gim¨¦nez.
Un dif¨ªcil tratamiento al que hab¨ªa que a?adir que, por primera vez, se enfrentaba a hechos que no hab¨ªa vivido en primera persona: "Necesitaba recopilar historias y an¨¦cdotas, alguien que me las contase y, adem¨¢s, me las contase bien. Al final lo consegu¨ª y comenc¨¦ a preparar esta obra". Nace as¨ª 36-39. Malos tiempos, primer volumen de una tetralog¨ªa que busca narrar la devastadora Guerra Civil espa?ola desde una perspectiva diferente: la de la gente de a pie. No es la historia de la Guerra Civil, sino de aquellos que la padecieron en sus carnes: "Yo no soy historiador. Ni tengo los datos ni me interesan las fechas o las batallas. S¨®lo he querido contar lo que es la puta guerra. El hambre, el miedo, las bombas, todo lo que traen las guerras. Lo cuento desde la perspectiva del que la sufre, del que tiene hijos y no sabe si les va a poder dar de comer, o incluso si ma?ana estar¨¢n vivos. Por eso voy adelante y atr¨¢s en el tiempo, para que los datos dejen de tener importancia y s¨®lo lo tengan las personas".
Pero contar la guerra no es f¨¢cil. Mostrar el horror puede implicar caer f¨¢cilmente en el morbo de lo vacuo, de banalizar el dolor y convertirlo en un espect¨¢culo sanguinolento. Una dificultad que ten¨ªa clara desde el principio: "No me interesa mostrar c¨®mo destripan a alguien o c¨®mo le vuelan la cabeza. He evitado las im¨¢genes de g¨¦nero de terror, no por herir la sensibilidad del espectador, sino porque voy por otro lado. Yo intento contar el hecho, no el morbo del hecho. En esta historia de muertes y desolaci¨®n, intento evitar que se vean las muertes y la desolaci¨®n. Trato de evidenciar lo tremendo de la guerra, lo injusto de las bombas, de los tiros en la nuca, de los paseos, esa veda que se abre para matar al ciudadano por parte de los dos bandos. Que cuando sit¨²as a la gente en un caldo de cultivo para el odio, lo ¨²nico que produce es odio".
Por eso, los personajes de 36-39. Malos tiempos no son ni los pol¨ªticos ni los generales, son los vecinos de la calle, aquellos que viv¨ªan tranquilamente y que se encontraron con una guerra que no hab¨ªan pedido, que se vieron involucrados contra su voluntad en bandos que no hab¨ªan inventado. "La espa?ola fue una guerra confusa, no eras de una ideolog¨ªa, sino de donde te pillaba. Si estabas en Valladolid, eras franquista, y en Madrid, rojo. Y si te pillaba mal, la hab¨ªas jodido. Nadie sab¨ªa realmente lo que era".
Es el relato de c¨®mo el miedo al otro comienza a calar en el hombre hasta deshumanizarlo completamente y convertirlo en un asesino. Un testimonio que se atreve, sin partidismos, a denunciar las barbaridades que los dos bandos hicieron: "Una vez empieza la guerra, el miedo nos convierte a todos en asesinos", dice Gim¨¦nez, "pero sin olvidar qui¨¦nes fueron los causantes". En una de las historias de este ¨¢lbum no puede evitar tomar voz a trav¨¦s de uno de los personajes y lanzar un dur¨ªsimo alegato contra las guerras. "No hay guerras buenas, nadie tiene la raz¨®n ni los motivos para empezarlas. Si pensamos en todas las guerras, las anteriores y las de ahora, nadie tiene derecho a comenzarlas. Una guerra s¨®lo tiene sentido para el que la piensa, no es buena para nadie. El ¨²nico beneficiario de una guerra es el hijo de la grand¨ªsima puta que la empez¨®".
Y como es habitual en ¨¦l, consigue que el lector note c¨®mo se le encoge el coraz¨®n al leer historias terribles, pero sin perder nunca el horizonte de la sinraz¨®n de la guerra, como en esa historia en la que un hombre se encuentra con el asesino de su padre en un bar. "La guerra es el absurdo, un mont¨®n de mierda. Incluso cuando se mata, se mata mal y a destiempo. Este tipo, que ten¨ªa razones para hacerlo, no lo hace cuando se encuentra al asesino de su padre, sino m¨¢s tarde, por una tonter¨ªa, porque estaba inmerso en una cadena de matar y de mierda, en la que al final, no se sabe por qu¨¦, se mata", afirma contundentemente el autor. La venganza pierde su sentido en un mundo donde la supervivencia es la ¨²nica regla: "Es incre¨ªble que al mismo tiempo que la gente viv¨ªa al l¨ªmite, sin saber si perder¨ªa la vida por una bomba o un chivatazo, la vida transcurr¨ªa. Con todo ese horror, la gente iba al teatro, hab¨ªa que zurcir los calcetines o ir al bar. La gente se olvida de la guerra, porque el ser humano tiene una capacidad de supervivencia tremenda".
Cuatro ¨¢lbumes, que publicar¨¢ Ediciones Gl¨¦nat y que conformar¨¢n un dur¨ªsimo pero sincero relato del mayor horror que ha vivido nuestro pa¨ªs, dando voz a aquellos que nunca saldr¨¢n en las enciclopedias, pero que llenaron los cementerios de este pa¨ªs con tumbas an¨®nimas.
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