Polic¨ªa y antifascistas protagonizan una batalla campal en el centro
Unos 400 j¨®venes se manifestaron pese a prohibirlo la Delegaci¨®n del Gobierno
Cientos de personas provocaron ayer el caos por las calles del centro de Madrid en las que mantuvieron un duro enfrentamiento con la polic¨ªa, que intentaba evitar la manifestaci¨®n convocada por la coordinadora antifascista en recuerdo al menor, Carlos Javier Palomino, asesinado en el metro de Legazpi el pasado 11 de noviembre a manos de un militar. La manifestaci¨®n estaba prohibida por la Delegaci¨®n del Gobierno.
El amplio despliegue policial, con m¨¢s de medio centenar de antidisturbios, no impidi¨® que al menos 300 personas iniciasen su marcha junto a la estaci¨®n de Atocha apenas unos minutos despu¨¦s de las cinco. A gritos de "Madrid ser¨¢ la tumba del fascismo" o "Carlos, hermano nosotros no olvidamos", se dirigieron de forma pac¨ªfica hacia la cercana Glorieta de Embajadores. Durante el camino se unieron decenas de personas, muchas con la cara tapada y lanzando gritos contra la polic¨ªa.
En Embajadores se iniciaron las hostilidades. La polic¨ªa se emple¨® a fondo para arrinconar a los manifestantes hacia las estrechas calles aleda?as para impedir que los antifascistas tomasen alguna de las avenidas cercanas. Divididos en grupos, los manifestantes se enfrentaron a los agentes antidisturbios que respondieron de manera contundente con sus porras y lanzando pelotas de goma. A cambio recibieron una lluvia de botellas de un contenedor de vidrio volcado por un grupo de j¨®venes que tambi¨¦n quemaron un contenedor de papel y cart¨®n que provoc¨® una fuerte humareda. "Hay que acabar con esos mierdas", gritaba un excitado joven que apenas si llegaba a la veintena. A unos metros una mujer era golpeada por un antidisturbio. El enfrentamiento estaba servido.
A partir de ah¨ª la persecuci¨®n se traslad¨® a las estrechas calles de las inmediaciones en las que grupos de j¨®venes jugaron con la polic¨ªa al gato y al rat¨®n. El rastro de la contienda eran decenas de contenedores tirados por el suelo, cristales rotos, pintadas y comercios y establecimientos cerrados a cal y canto. "Ha sido incre¨ªble, de pronto han empezado a volar botellas. Nos hemos refugiado en un bar", explicaba una pareja tras presenciar lo sucedido en la calle Miguel Servet.
Tras un concienzudo barrido de la zona, los efectivos policiales se dirigieron de nuevo a la Glorieta de Embajadores, donde se reagruparon. Cerca de all¨ª los manifestantes tambi¨¦n se concentraron para abordar su siguiente objetivo: la boca de metro de Legazpi, en la que fue asesinado Carlos Javier. Hacia all¨ª se dirigieron en masa unas 250 personas que en esta ocasi¨®n no contaron con la oposici¨®n de los antidisturbios, que se limitaron a escoltar al grupo "para evitar incidentes con los viandantes", seg¨²n explic¨® un veterano agente.
Alcanzada la boca de metro, dos manifestantes colocaron una placa en la fachada del edificio m¨¢s cercano en homenaje al menor. Rezaba lo siguiente: "Aqu¨ª fue asesinado Carlos Javier Palomino Mu?oz el 11 de noviembre de 2007 a la edad de 16 a?os, luchando contra el racismo y el fascismo. Carlos, hermano, nosotros no olvidamos. El mejor homenaje, continuar la lucha". Despu¨¦s rompieron en un largo aplauso que se fundi¨® con gritos de recuerdo al menor asesinado. Mientras, la polic¨ªa se manten¨ªa a la expectativa. Rodearon a los concentrados hasta que, poco a poco, comenzaron a abandonar el lugar.
Pero no todos se marcharon. Un reducido grupo de j¨®venes quem¨® varios contenedores en la calle Guillermo de Osma, provocando un importante incendio en plena calzada. Adem¨¢s, esperaron la llegada de los antidisturbios para lanzarles botellas y piedras. De nuevo se iniciaron las carreras y los disparos de pelotas de goma hasta bien entrada la noche.
Los enfrentamientos se saldaron con ocho heridos, cuatro de ellos polic¨ªas, por cortes en la cara y golpes. Uno de los agentes fue trasladado a la Cl¨ªnica Milagrosa, donde recibi¨® puntos de sutura. Varios j¨®venes fueron detenidos en el entorno de Legazpi.
El PCE calific¨® la intervenci¨® policial de "inadmisible" y propia "del franquismo".
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