"Si no te desnudabas no sub¨ªas a escena. Y me toc¨®"
S¨®lo desayuna en las giras. "Mis m¨²sicos me han ense?ado una cosa fant¨¢stica, que es bajar a desayunar y despu¨¦s volver a dormir. En mi casa me levanto, bebo agua, tomo un t¨¦ y, pasado un rato, una de esas galletas de agua y sal que no saben a nada. Es un contacto con la realidad muy poquito a poco".
La cantante portuguesa relata que el fado ha sido una terapia para ella
M¨ªsia, que viste de negro, se ha servido queso y membrillo, pi?a "y como estoy en Espa?a, jam¨®n y queso manchego. Dulce y salado. Me gustan mucho los contrastes". El hotel est¨¢ en el n¨²mero 41 de la Gran V¨ªa madrile?a. Y ella vivi¨® en el 45. Este jueves act¨²a en Madrid (teatro Calder¨®n, Festival ?nicas) y pidi¨® que escribieran en los carteles de Lisboarium: "Desde 1994 una historia de amor, fado y flequillo". "Porque estuve casada con un madrile?o y viv¨ª muchos a?os en el hostal Cosmopolitan, en la Puerta del Sol, con mi perra salchicha Olivia. El ¨¢rbol de la Puerta del Sol era mi ¨¢rbol de Navidad".
Trabaj¨® en televisi¨®n con Jes¨²s Hermida. Y los fines de semana se iba en autocar hasta Burgos a cantar en una hamburgueser¨ªa. "He tenido una vida animadilla", comenta. Cant¨® en el Caf¨¦ Manuela -"el pianista iba vestido de mayordomo, yo entraba con mi perra y un sombrero y mis amigos hac¨ªan de paparazzi"- y present¨® espect¨¢culos como Madrid bien vale una M¨ªsia.
Desde hace dos a?os, esta hija de catalana y portugu¨¦s, nacida en Oporto, vive en Par¨ªs. "Ahora la memoria es muy corta. S¨®lo interesa lo inmediato. Las personas olvidan lo que has hecho o lo que han hecho otros. Como si eso no quedara inscrito".
"Mi madre me dijo una frase tan almodovariana: 'Un d¨ªa llamar¨¢n a tu puerta con fuerza, te asustar¨¢s, y te dar¨¢s cuenta de que eres incontinente. As¨ª que disfruta'. Que no es 'ap¨¢rtate que tengo que llegar yo antes a las rebajas", dice riendo.
Se puso M¨ªsia por la mujer del pintor Sert, musa en el Par¨ªs de los a?os veinte, y se gan¨® la vida en el Molino de Barcelona en la ¨¦poca del destape. "Si no te desnudabas no sub¨ªas a un escenario. Y me toc¨®. Mi madre y mi abuela tambi¨¦n fueron molineras. La yaya fumaba y ten¨ªa un loro que cantaba ¨®pera y canciones de Lilian de Celis", recuerda.
En 1991, ya de vuelta a Portugal, public¨® su primer disco. Cuando nadie apostaba por el fado y no hab¨ªa llegado a¨²n la nueva generaci¨®n de cantantes. "En momentos milagrosos, cuando un portugu¨¦s se levanta entre el p¨²blico y dice ?ah, fadista!, he sido fadista, le duela a quien le duela". Tras Los siete pecados capitales y Mar¨ªa de Buenos Aires, M¨ªsia est¨¢ preparando "algo de Stravinski y lieder de Brahms que voy a cantar en el Petit Palais de Par¨ªs en enero".
Confiesa, mientras da un bocado a la tortilla de patata -"siempre que vengo a Madrid engordo"-, que el fado ha sido una terapia. "Hubo una ¨¦poca en la que ten¨ªa una relaci¨®n neur¨®tica. En el sentido de mam¨¢, pap¨¢, fado, Portugal. Era todo el mismo ¨¢lbum de fotos. Quiz¨¢ quise cantar fado para llenar un vac¨ªo. Mi psiquiatra me dijo: '?Usted sabe qu¨¦ hay que hacer para tener mayor visibilidad? S¨ª ?Quiere hacerlo? No. Pues c¨¢llese ya" [se r¨ªe]. "La manera de ver la vida, de relacionarse con el destino y con su propio cuerpo, de los portugueses es muy diferente de la espa?ola. Siempre digo que nosotros no distraemos al destino con gestos, lo esperamos in situ. Que nos venga como una gran ola del oc¨¦ano Atl¨¢ntico".
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