Universidad
En 9 de octubre de 1932, en el paraninfo de la Universidad de Granada, Jos¨¦ Ortega y Gasset pronunci¨® su famosa conferencia En el centenario de una Universidad. La instituci¨®n granadina cumpl¨ªa el cuarto centenario, y estaba celebrando un pasado lleno de nombres ilustres, un quehacer cotidiano inseparable de la vida y las ilusiones de la ciudad. Ortega y Gasset sugiri¨® que recordar no es nunca un acto pasivo. Siempre hacemos ejercicio de memoria pensando en el porvenir, en lo que est¨¢ por llegar, en lo que queda por hacer. La Universidad de Granada, que se acerca poco a poco a su quinto centenario, celebra la pr¨®xima semana elecciones a rector. La proximidad y la lejan¨ªa extreman sus relaciones en un ¨¢mbito obligado a consolidar un saber de siglos en la actualidad sin freno de la juventud y de la ciencia. Un proceso electoral es un tiempo de promesas y afirmaciones sobre el futuro. Tal vez por eso llevo d¨ªas pensando en el pasado, en mi experiencia universitaria, desde que me matricul¨¦ en los a?os setenta, como estudiante de Filosof¨ªa y Letras, al final de una ¨¦poca oscura. Aquel tiempo pasado era sin duda peor. La opacidad y la rutina formal se sentaban junto a la burocratizaci¨®n del saber en unos claustros fosilizados. S¨®lo la energ¨ªa de los estudiantes y los j¨®venes profesores pudo devolverle la vida a la Universidad. El tiempo de los sabios aislados fue sustituido por una ilusi¨®n colectiva, que no se limit¨® a la consabida politizaci¨®n que exig¨ªan los a?os, sino a un notable modernizaci¨®n de los saberes y al esfuerzo por adaptar las estructuras y los marcos legales a la transparencia obligada en una realidad democr¨¢tica. Si pienso en la investigaci¨®n, en las relaciones internacionales, en la formaci¨®n de los alumnos, en el patrimonio de las bibliotecas, siento la tentaci¨®n de reivindicar la pol¨ªtica en su sentido m¨¢s noble: la ilusi¨®n humana de organizar de manera justa el progreso y la convivencia de una sociedad.
Ortega y Gasset explic¨® en su conferencia que la consolidaci¨®n de la Universidad europea en la Edad Media se debi¨® al triunfo de la inteligencia sobre los dogmas de la Iglesia. ?Sobre qu¨¦ tendr¨¢ que fundarse hoy la Universidad del porvenir, esa instituci¨®n por la que apostamos desde la experiencia del pasado? Lo que domina en Europa no es ya la Iglesia, sino la desilusi¨®n, la cancelaci¨®n de la pol¨ªtica, una inercia que corre a favor de intereses privados, ego¨ªstas y tramposos. S¨¦ que voy contracorriente cuando afirmo que el futuro de la Universidad depende de su capacidad de politizaci¨®n. Por eso, y para evitar malos entendidos, aclaro que politizar no significa hacer de izquierdas o de derechas una instituci¨®n, ni consentir que un rectorado dependa de un partido pol¨ªtico, ni confundir la educaci¨®n con el adoctrinamiento. Significa tomar conciencia de que la gesti¨®n universitaria, el rigor cient¨ªfico y humanista, son partes imprescindibles de la sociedad, de sus ilusiones de transformaci¨®n, de sus meditaciones sobre el futuro. Hay que desconfiar tanto de los profesores que se someten a la consigna de un partido o de una autoridad, como de los que se declaran as¨¦pticos, neutrales, amparados en el falso rigor de una profesionalidad asocial. Son dos formas de traicionar la ilusi¨®n universitaria, el porvenir de una instituci¨®n que, para recuperar prestigio y competencia, necesita algo m¨¢s que convertirse en una f¨¢brica de futuros empleados. La responsabilidad de los saberes no puede diluirse en los inevitables procesos de la democratizaci¨®n del saber. Sin pasi¨®n social y vital todo saber pierde su rigor. Esa es la inercia peligrosa de las sociedades que liquidan la pol¨ªtica y se declaran irresponsables o ap¨¢ticas ante din¨¢micas incontroladas. Recuperar la ilusi¨®n ser¨ªa el mejor resultado de estas elecciones a rector para la ciudad de Granada.
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